martes, 6 de agosto de 2024

Por qué leer y releer a los clásicos
por Luis Daniel González / Aceprensa

         Muchas personas sienten interés por conocer los clásicos. Pero es importante entender
         en qué radica el valor que tienen. Es lo que pretendo mostrar mediante el acercamiento
          a las obras de cinco de los grandes de la literatura universal: Homero, Virgilio, Dante,
          Shakespeare y Cervantes.

A quienes desean acceder a las obras de esos autores, o a quienes deseamos animarles a que lo hagan, conviene comenzar por advertirles que sus libros no suelen ser fáciles y hace falta tener la disposición de concederles horas de lectura con las mínimas interrupciones, y, casi siempre, de abordarlos con la compañía de un guía o una buena edición crítica a que nos oriente.
      También, al empezar, son luminosas las consideraciones de G.K. Chesterton, en su ensayo Charles Dickens, acerca de un clásico, “un rey del que se puede desertar, pero a quien no cabe destronar”, es un libro que podemos elogiar sin haberlo leído. Esto no es injusto, simplemente indica respeto por las conclusiones de la humanidad. Asumimos que Beethoven fue un gran músico o que Dante fue un gran poeta. No aceptarlos por no haber escuchado al primero o por no haber leído al segundo, equivale a no creer que el Everest es alto porque nunca lo hemos escalado o que el Polo Norte es frío porque no hemos ido allí. La peor clase de escéptico no es el que duda de Dios sino el que duda de los hombres, dice Chesterton.
      Y una tercera indicación previa, la de cómo debemos afrontarlos, la plantea Ernst Gombrich cuando indica que nos debemos alinear con la tradición contra nuestras propias reacciones: “De hecho, podemos pensar, en lo que a las cumbres del arte se refiere, que no somos tanto nosotros quienes ponemos a prueba la obra maestra, como que es esta la que nos prueba a nosotros" (Ideales e ídolos). Esta idea la plantea del siguiente modo George Steiner: “El clásico nos interroga cada vez que lo abordamos. Desafía nuestros recursos de conciencia e intelecto, de mente y de cuerpo (…). El clásico no preguntará: ¿has comprendido?, ¿has re-imaginado con seriedad?, ¿estás preparado para abordar las cuestiones, las potencialidades del ser transformado y enriquecido que he planteado?” (Errata. El examen de una vida).

Homero y Virgilio
. Cuando he querido animar a leer a Homero, el autor por el que siempre se ha de comenzar, he recurrido a expresiones como la de que leer la Ilíada es aprender que perder puede ser la mejor forma de ganar, y ganar una forma de perder, o la de que la Odisea nos habla de que la gran aventura es siempre volver a casa y que, como decía Borges, es quizá el relato de aventuras “más admirable que jamás haya sido escrito o cantado” (Arte poética).
      Pero también vale la pena recordar que Homero es el primer y más grande creador y formado de la humanidad, o que sus obras contienen el primer elogio de la justicia: en unos versos de la Ilíada se revela “la creencia de que Zeus promueve terribles tempestades en el cielo cuando los hombres conculcan la justicia en la tierra”, en la Odisea, de forma más clara, “hallamos la creencia de que los dioses son guardianes de la justicia y de que su reinado no sería, en verdad, divino, sino condujera, al fin, al triunfo del derecho” (Werner Jueger, Paideia).
      En mi experiencia, es más costosa la lectura de Virgilio. En su momento, muchos estudiantes que, para escribir la Eneida, se había basado en le Ilíada y la Odisea y que, por tanto, su historia no era original; y que había preparado su obra para satisfacer los deseos del César de apuntalar el Imperio y que, por tanto, no era el suyo un objetivo puramente artístico. Pero sí las premisas eran ciertas, las conclusiones, formuladas así, eran falsas: mejor hubiera sido haber leído la obra teniendo noticia de su verdadera originalidad  -formal y temática- y de su valor poético -tanto por la perfección de sus versos como por haberse atrevido a medirse con Homero-; y que nos hubieran explicado mejor que Virgilio “está en el centro de la civilización europea, en una posición que ningún otro poeta puede compartir o usurpar” (T. S. Eliot, “¿Qué es un clásico”, en La aventura sin fin)?

             El mejor motivo para leer a los grandes clásicos es el deseo de comprender
                     (ACEPRENSA, julio-agosto 2024, nº 31-32, p. 7-8) relato 1 / continúa

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