lunes, 26 de junio de 2023

LA PERSONALIDAD DE SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

Y SU RESPUESTA A LA MISIÓN QUE DIOS LE ENCOMENDÓ

 

1.      Personalidad de san Josemaría en lo humano.

2.      Perfil espiritual como cristiano y como sacerdote.

3.     Su conciencia de fundador.

 1. Personalidad de san Josemaría en lo humano. “Dios nos quiere muy humanos. Que la cabeza toque el cielo, pero que las plantas pisen bien seguras en la tierra. El precio de vivir en cristiano no es dejar de ser hombres o abdicar del esfuerzo por adquirir esas virtudes que algunos tienen, aun sin conocer a Cristo. El precio de cada cristiano es la Sangre redentora de Nuestro Señor, que nos quiere -insisto- muy humanos y muy divi­nos, con el empeño diario de imitarle a Él, que es perfectus Deus, perfectus homo” (Amigos de Dios, n. 75). Así escribió en una de sus homilías, subrayando la importancia del elemento humano como base de la vida cristiana. “Si nuestra vida es deshumana -explicaba en otra ocasión- Dios no edificará nada en ella, porque ordinariamente no construye sobre el desorden, sobre la prepotencia” (Es Cristo que pasa, n. 182) (…)

      Ese desvelo corre peligro con un profundo sentido de la libertad. Precisamente por el clima de confianza del hogar, que luego trasladará a los ambientes donde habrá de moverse, afronta el cumplimiento de las propias obligaciones y consulta voluntariamente a quienes pueden aconsejarle. A la vez, descubre en ese ambiente la necesidad de la sinceridad verdadera, y adquiere el hábito de no dejarse llevar por la crítica o la murmuración, el resentimiento o el rencor. En la medida en que crece en libertad, sabe contagiarla a los demás, sin mostrarse jamás desconfiado. 

2. Perfil espiritual como cristiano y como sacerdote. A las cualidades humanas de san Josemaría fueron potenciadas por la gracia, hasta hacer de él un cristiano ejemplar y un sacerdote santo.

      Entre las actitudes espirituales que se desvelan ya en su infancia y adolescencia, y que conservará y desarrollará a lo largo de los años, destaca un hondo sentido de la filiación divina, manifestado en una confianza inquebrantable en nuestro Padre Dios y en la atención llena de caridad a las necesidades espirituales y materiales del prójimo; una piedad encendida hacia Jesús en el sacramento de la Eucaristía; una devoción tierna a la Virgen nuestra Madre, a san José y a los Ángeles Custodios; una esperanza y un optimismo sobrenaturales, que le impulsaron siempre a descubrir el lado bueno de los sucesos y le empujaron a no desanimarse ante las contrariedades; siempre con un gran amor a la libertad personal de todas las criaturas y un ardiente celo por la salvación de las almas.

      Consideraba el sacerdocio como don excelso. Sus padres le habían educado en el respeto y veneración hacia los presbíteros, representantes de Cristo en la tierra. El joven Josemaría tenía el convencimiento de que ese camino requería una llamada expresa de Dios y reclamaba una correspondencia plena y total olvido de sí, para dedicarse por entero al ejercicio del ministerio. Pero no pensaba que ésa fuera su senda. Sin embargo, aunque no lo esperaba, no dudó en seguir esa llamada con prontitud y alegría, en cuanto comprendió que era lo que Dios quería de su persona. (…) 

3.  Su conciencia de fundador. Desde el 2 de octubre de 1928, fecha de fundación del Opus Dei, la biografía de san Josemaría se identifica con la historia de la institución que ese día nació en el seno de la Iglesia. Si hasta entonces su oración había discurrido por los cauces marcados por dos jaculatorias -Domine, ¡ut videam!, Domina, ¡ut sit! -, una vez conocida la voluntad de Dios, sus ansias se resumen en otras frases: Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!, Regnare Christus volumus!, ¡Deo omnis gloria! A esas tres aspiraciones se refiere el papa Juan Pablo II en las Litterae Decretales para la canonización del fundador del Opus Dei, donde escribió: “Su ardiente celo por las almas iba unido a una firme voluntad de servicio a la Iglesia y una profunda devoción a la Virgen María. Regnare Christum volumus!: estas palabras resumen su constante preocupación pastoral por difundir, entre todos los hombres y mujeres, la llamada a participar, en Cristo, de la dignidad de los hijos de Dios. Hijos que viven sólo para servirle: ¡Deo omnis gloria! Y todo esto en el contexto de las ocupaciones normales de cada día, por lo que con razón se le puede definir como “el santo de la vida ordinaria”. (…) 

           (Extracto de la redacción de Javier Echevarría, de Instrucciones, Diccionario de san Josemaría Escrivá de Balaguer. 29. ss, publicado por Editorial Monte Carmelo, Burgos 2013)

domingo, 25 de junio de 2023

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 25 de junio al 1 de julio 2023
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 Sagrado Corazón de Jesús
      La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús,
como invoca su Santísimo Nombre. Adora a Verbo encarnado y
a su Corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por
nuestros pecados. La oración cristiana practica del Vía Crucis
siguiendo al Salvador. Las estaciones desde el Pretorio, al Gólgota
y al Sepulcro jalonan el recorrido de Jesús que por su santa Cruz
nos redimió.                  
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2669)
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Día 25. DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO.
El memorial sacrificial de Cristo y de su
Cuerpo, que es la Iglesia (I) n. 1362-1367


Día 26. lunes de la XII semana del Tiempo Ordinario.
San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, siglo XX
El memorial sacrificial de Cristo y de su
Cuerpo, que es la Iglesia (II), n. 1368-1372


Día 27. martes de la XII semana del Tiempo Ordinario.
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Advocación Mariana, siglos XIII-XIV
La presencia de Cristo por el poder de su Palabra
y del Espíritu Santo (I) n. 1373-1375


Día 28. miércoles de la semana XII del Tiempo Ordinario.
San Ireneo de Lyon, obispo y mártir, siglo II
La presencia de Cristo por el poder de su Palabra
y del Espíritu Santo (II), n. 1376-1379


Día. 29. jueves de la XII semana del Tiempo Ordinario.
Santos Pedro y Pablo, Apóstoles, siglo I, solemnidad
Hijo único de Dios, n. 441-443

Día. 30. viernes de la XII semana del Tiempo Ordinario.
Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana
La presencia de Cristo por el poder de su Palabra
y del Espíritu Santo (III), n. 1380-1381


Día 01. sábado de la XII semana del Tiempo Ordinario.
San Aarón, hermano de Moisés, 1271 a.C.
El Banquete Pascual, 1382-1383
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LAS TRISTEZAS DEL DOMINGO, don Ernesto Juliá
VIDAS EJEMPLARES (15) LA DIDAJÉ
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sábado, 24 de junio de 2023

      Humanizar el cuidado

La Universidad Internacional de Catalunya (UIC Barcelona) ha celebrado los días 18,19 y 20 de mayo el Simposio Persona, Sociedad y Cuidado. Durante tres días ponentes y participantes han reflexionado sobre la dimensión humana del cuidado y los valores que aporta a las personas y a la sociedad. Los expertos y ponentes han coincidido en la necesidad de humanizar el cuidado.

Humanizar el cuidado


Los expertos reunidos en el Simposio han coincidido en la necesidad de humanizar el cuidado. En esta línea se ha expresado el profesor de Sociología en la Universidad de Bolonia, y Doctor Honoris Causa por UIC Barcelona, Pierpaolo Donati, que ha apostado por humanizar los cuidados desde las relaciones sociales. Donati ha pronunciado la conferencia ‘El cuidado del otro como relación social’.

El profesor ha insistido en que las relaciones personales son fundamentales “para cuidar al otro”, una realidad que nos “ha enseñado la pandemia porque ha demostrado que las relaciones sociales no son elementos accidentales, sino que tienen entidad propia que afecta a nuestras vidas”. Donati, que ha definido el cuidado como un don, ha afirmado que “lo que le falta a la sociedad no son tanto los recursos materiales y tecnológicos sino las habilidades relacionales para integrar socialmente, acoger y apoyar a las personas en dificultades”.

Por su parte, el catedrático de Filosofía de la Universitat Ramón Llull, Francesc Torralba, ha concluido que un líder debe tener en cuenta algunos rasgos a la hora de ejercer su liderazgo como la incertidumbre, la volatilidad, la hiper aceleración de la sociedad o la vulnerabilidad. En su conferencia ‘Hacia un liderazgo centrado en el cuidado’, ha apuntado que “liderar bien tiene que ver con tomar consciencia de que las personas nos rompemos”. En este sentido, ha añadido que “donde hay indiferencia no hay cuidado y donde hay cuidado hay apertura al otro porque la otra cuenta, el otro importa”.

Importancia del autocuidado

La Catedrática de Filosofía y Epistemología de la Investigación Cualitativa de la Facultad de Medicina y de Filosofía del Cuidado en la Universidad de Verona, Luigina Mortari, ha participado en el Simposio para hablar de la importancia del autocuidado. En su conferencia, ‘Cuidarse: recuperar el sentido genuino del cuidado personal’, ha concluido que “si no te cuidas a ti mismo a través de tu crecimiento personal, no puedes cuidar a los demás”.

El Simposio ha contado, además, con la participación del Catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valencia, Agustín Domingo Moratalla, que ha hablado del cuidado en la era digital. Para el catedrático, hablar del Cuidado es hacer referencia a las cinco “C”, y tener en cuenta la competencia, la consciencia, la confidencia, la compasión y la confianza.

Por su parte, el profesor titular de Filosofía de la Universidad Cardenal Herrera CEU en Elche, Higinio Marín Pedreño, ha hablado sobre el valor esencial del cuidado en la historia de la humanidad.

Cuidado comunitario


Por último, expertos en la atención sociosanitaria también han destacado el papel clave que tiene el entorno social para evitar la soledad no deseada que afecta a una parte importante de la población vulnerable o con enfermedades avanzadas. En este sentido, los ponentes del Simposio recordaron la necesidad de crear redes que pongan en contacto a vecinos, comercios y entidades de barrio para que puedan ayudar a detectar estas situaciones, y contribuir así a que la administración pública y el sistema sanitario puedan intervenir.

Durante los tres días que ha durado el Simposio, expertos de distintas disciplinas han analizado el cuidado desde sus diferentes vertientes, y han abordado cuestiones como el envejecimiento, la soledad o la salud mental. Asimismo, han intercambiado experiencias e iniciativas y han tratado el cuidado más allá del ámbito sanitario.

En acto previo al simposio, el 18 de mayo el oncólogo Eduardo Bruera, referente mundial en cuidados paliativos, fue investido Doctor Honoris Causa por UIC Barcelona durante un acto solemne celebrado en el Aula Magna de la Universidad. En su conferencia magistral, titulada ‘Los cuidados paliativos en la sociedad actual’, el especialista ha instado a las administraciones de los sistemas de salud públicos y privados, a la industria farmacéutica y a los responsables de los hospitales a apostar por los paliativos, que “deben insertarse para siempre”. Según el especialista, “es una “oportunidad incorporar el conocimiento en paliativos ante la llegada de una inteligencia artificial que no sustituirá la capacidad de escuchar y de acompañar”. Tras felicitar a la Clínica Cuides de UIC Barcelona por el papel que desarrolla en la atención a las personas en el final de la vida, Bruera ha recordado que los paliativos empezaron a surgir en los años 60 “fuera del claustro académico”. “Fue difícil y doloroso entrar en ellos, los necesitamos”, ha afirmado.

El Simposio Persona, Sociedad y Cuidado y el acto de investidura del Doctor Honoris Causa se han celebrado en el marco de los actos conmemorativos del 25 aniversario de la universidad.

miércoles, 21 de junio de 2023

 Vidas ejemplares (15) LA DIDAJÉ

      “Didajé es una palabra griega que significa “enseñanza y con la que se suele conocer abreviadamente la obra llamada “Instrucción del Señor a los gentiles por medio de los doce Apóstoles”. Es una colección de normas morales, litúrgicas y de organización eclesiástica que debían de estar en vigor ya desde algún tiempo, recopiladas ahora sin pretender ordenarlas ni hacer una síntesis. Tenía tal prestigio en la antigüedad, que Eusebio de Cesarea tuvo que hacer notar que no se trataba de un escrito canónico. Sin embargo, después de perdió y no fue recuperada hasta finales del siglo XIX, cuando se encontró en un códice griego del siglo XI del patriarcado de Jerusalén.

       La época de su composición no se conoce, aunque se ha investigado con mucha atención. En general, se puede resumir lo que sabemos diciendo que, si por su contenido, que parece reflejar una situación ya alejada de la era apostólica, se podría suponer que es el periodo que va del año 100 al 150, la ausencia de citas de los Evangelios sinópticos y otros argumentos hacen pensar que es muy anterior, quizás d ellos años 50 a 70; ahora se suele opinar que podría muy bien pertenecer ya al siglo I, al menos en algunas de sus partes.

       A lo largo de sus 16 capítulos, en general muy breves, se encuentra una profusión de consejos morales, presentados bajo el esquema del camino de la vida y el de la muerte, así como instrucciones litúrgicas y normas disciplinares. 

      Respecto a la liturgia, son interesantes las normas que se dan para la administración del bautismo, que al parecer se solía hacer por inmersión en los ríos, aunque se admitía el bautismo por infusión, derramando agua sobre la cabeza; la prescripción del ayuno antes del bautismo, y de los ayunos en los días señalados, que son los miércoles y los viernes, distintos a los de los judíos; los ejemplos que se dan de plegarias eucarísticas; y la insistencia en la necesidad de purificación, tanto para la Comunión como para la oración en general; también se alude a la Eucaristía como sacrificio.

      Respecto a la jerarquía, no se describe con detalle su organización; se habla de obispos y diáconos, pero no de presbíteros; el papel que dentro de la jerarquía tienen los profetas itinerantes es aún considerable.

     Se regula la asistencia a los peregrinos, recordando la necesidad de trabajar para que nos gravosos a los hermanos.

      La palabra “iglesia” se utiliza con el sentido de asamblea, de reunión de los fieles para la oración; pero también con el otro sentido de Iglesia universal, el pueblo nuevo de los cristianos, subrayando especialmente que esta Iglesia es una y santa. Es de la Didajé de donde arranca la comparación de la unidad de la Iglesia con la del pan hecho de muchos granos de trigo que se hallaban antes dispersos por los montes”.

                                (Enrique Moliné, Los Padres de la Iglesia, tomo I, p. 53-54)

lunes, 19 de junio de 2023

                                        Las tristezas del Domingo

Me lo han comentado ya en distintos lugares, en diferentes ambientes, y personas de las más variadas condiciones sociales, culturales, espirituales. Y en su grandísima mayoría, hombres y mujeres que viven en ciudades.

Después, he leído que algunos estudiosos afirman que el fenómeno ha tomado dimensiones que hacen pensar, sin llegar a ser, de otro lado y todavía, motivo de particular alarma ni encerrar ningún peligro para la salud pública.

¿De qué fenómeno se trata? Síntomas de una tristeza profunda, las mañanas y las tardes de un Domingo cualquiera, de un día de fiesta. Una tristeza no muy definida; algo así como un malestar vital que afecta al hombre y a la mujer, en los diferentes niveles del vivir: físico, psíquico, espiritual; y que nada tiene que ver, en cualquier caso, con ningún tipo de enfermedad psíquica.

Los síntomas son muy variados. No se trata de la tristeza provocada por la cercanía de la propia muerte o la de un ser querido, o por el temor a padecer una enfermedad, a sufrir una desgracia o a tener que soportar una injusticia; ni siquiera ese hondo pesar ante tantas cosas anheladas y no conseguidas, al considerar tantos intentos de llegar y verse obligado a abandonar la empresa a mitad de camino, sin esperanzas de conseguir el triunfo anhelado.

Quizá todos hemos pasado por altibajos semejan­tes, quien más quien menos, y nos ha dado una cierta pena entristecernos de esa forma precisamente el día vinculado al recuerdo de la Resurrección de Cristo. Si el Domingo siguiente nos encontramos de nuevo en plena forma, y con capacidad de distraernos y de alegrarnos con familiares y amigos, el altibajo habrá pasado sin pena ni gloria, como uno de tantos detalles a los que no prestamos particular atención.

Ante situaciones semejantes más duraderas, con síntomas que se repiten casi sin excepción una larga serie de domingos, los psiquiatras no tienen ningún empacho en afirmar que son motivadas por un cierto "vacío existencial". Para combatirlo, suelen insistir a los afectados, para que traten de llenar de algún "contenido", al menos la mayor parte de las horas de esos días. ¿Cómo? Entreteniéndose, haciendo cosas que les gusten: cultivar una afición -desde coleccio­nar sellos hasta contemplar el universo-; hacer un rato de deporte; sacar a pasear al perro, buscar cualquier otro modo honesto de pasar el tiempo del Domingo, y en esa gama variada y amplia de cosas que se pueden hacer para el provecho humano, se incluyen lógicamente desde jugar al dominó hasta asistir al cine, participar en una representación de teatro, sin excluir la lectura de algunas de las obras de literatura, clásicas o menos clásicas.

Pienso que esta tristeza, ese malestar de contornos tan imprecisos, tampoco se puede calificar como uno más entre los distintos estados de humor, de incertidumbre, por los que de vez en cuando pasamos los mortales, y que abarcan desde un estado "ansioso", más o menos generalizado, hasta el aburrimiento más completo, porque ninguna cosa, actividad, es capaz de despertar tanto nuestro interés, como para removernos de nuestra inmovili­dad, para sacarnos de nuestro egoísmo.

Algunos consideran que la tristeza dominical no es más que una profunda reacción de hastío ante la repetición continua de los mismos gestos y de idénticas labores a lo largo de la semana. Esos autores piensan que el hombre está tan acostum­brado a marchar de alguna manera programa­do durante el resto de la semana, que se desorienta al encontrar delante de sí un tiempo que no sabe cómo llenarlo. Y es bien sabido que cuando un hombre maduro se desorienta, se pone triste.

Yo tengo la impresión de que la tristeza dominical no es nada de todo esto, y a la vez, lo es quizá todo de otra manera.

Me explico. Pienso que no es el producto de la suma de los diversos síntomas, engarza­dos en el alma de la persona que los sufre; es un estado nuevo del alma, fruto de todos ellos y que pone de manifiesto la necesidad del hombre, de la mujer, de reaccionar contra la soledad.

Quizá en muchos casos las relaciones de trabajo y de convivencia social entre hombres y mujeres se han reducido actualmente a dos tipos: la de la búsqueda de placer inmediato y útil, y la de simples colaboradores en un trabajo. O sea, dos horizontes en los que solamente se contemplan "acciones", cosas que un ser humano puede hacer limitándose a utilizar a otro ser humano; sin parar nunca la atención en "el otro", en "cada persona en cuanto tal"; y sin necesidad de amarla.

Esa tristeza, entonces, vendría a ser como una llamada de socorro del espíritu, para superar la soledad y rencontrar la amistad y el amor, el sacrificio, con otros seres humanos, con Dios.

Así se explica que algunos traten de vencer esa tristeza con la lec­tura, buscando en los libros una amistad menos comprometi­da que la vivida con personas de carne y hueso. Otros se esfuerzan en superar la tristeza hablando con parientes y amigos, visitando enfermos, ayudando a curar personas minusválidas, en esas maravillosas obras de misericordia de cada día; y así se sienten vivos y necesarios en la sociedad de los hombres.

Y queda la más honda tristeza del Domingo; la que proviene de vislumbrar en el fondo del espíritu la "añoranza de Dios", la “añoranza de Cristo”, que lleva al hombre a saberse en soledad, cuando no está con Dios, cuando no adora a Dios, cuando no reza a Cristo.

Quizá algún psiquiatra se haya hecho la pregunta que yo me hago ahora: ¿Y si la tristeza dominical tuviera también alguna relación con la menor solemnidad, con el menor relieve, con que hoy se celebra tantas veces, y por desgracia, la Eucaristía, ¿la Santa Misa?

            Autor ERNESTO JULIÁ, publicado en Religión Confidencial lunes 19 de junio 2023

domingo, 18 de junio de 2023

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 18 al 24 de junio 2023
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Derecho universal a la educación
      Todo hombre -de cualquier raza, condición y edad-, en cuanto que
está dotado de la dignidad de persona, tiene derecho inalienable a una
educación adecuada a su propio fin, y al propio carácter, a la diferencia
de sexo, adaptada a la cultura y tradiciones patrias y abierta al mismo
tiempo a la relación fraternal con los otros pueblos, con el fin de fomentar
la verdadera unidad y la paz en el mundo.
   (Vaticano II,  “Gravissimum educationis”, sobre la educación cristiana, n.1)
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Día 18. DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO.
El nombre de la Eucaristía, n. 1328-1332
 
Día 19. lunes de la XI semana del Tiempo Ordinario.
San Romualdo, benedictino, fundador, siglo X
Los signos de pan y de vino, n. 1333-1336
 
Día 20. martes de la XI semana del Tiempo Ordinario.
Nuestra Señora de la Consolación,
Advocación mariana, siglo XI
“Haced esto en memoria mía” n. 1341-1344
 
Día 21. miércoles. San Luis Gonzaga, religioso, siglo XVI
La misa de todos los siglos, n. 1345-1347
 
Día. 22. jueves de la XI semana del Tiempo Ordinario.
Santos Juan Fisher, obispo y Tomás Moro, mártires, siglo XVI
El desarrollo de la celebración, n. 1348-1355
                   
Día. 23. viernes de la XI semana del Tiempo Ordinario.
Beata María Rafaela Cimatti, religiosa, siglos XIX-XX
Acción de gracias y alabanza al Padre, n. 1356-1361
 
Día 24. sábado. Natividad de San Juan Bautista, solemnidad
Juan, Precursor, Profeta y Bautista, n. 717-720
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LA VIDA ETERNA, Artículo 12 del Símbolo de los Apóstoles, final.
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miércoles, 14 de junio de 2023

 ESCRITOS DE CATEQUESIS
LA VIDA ETERNA
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 12
 
“C, En tercer lugar, la vida eterna consiste en una seguridad total. En este mundo no se da la perfecta seguridad, pues cuanto más tiene uno y más sobresale, tanto más recela y más necesita; pero en la vida eterna no existirá la tristeza, ni pasarán trabajos, ni miedo alguno. “Se disfrutará de abundancia sin temor a los males” (Prv 1, 33).
 
 D, En cuarto lugar, consiste en la feliz compañía de todos los bienaventurados, compañía que será de lo más agradable, porque serán de cada uno los bienes de todos. Efectivamente, cada uno amará a los otros como a sí mismo, y por ello disfrutará con el bien de los demás como con el suyo propio. De lo que resultará que se acrecentará la alegría y el goce de cada uno en la misma medida en que gozan todos. “Vivir en ti es júbilo compartido” (Ps 86, 7).
 
      Cuando llevamos dicho, y otras muchas cosas inefables poseerán los santos cuando estén en la Patria. En cambio, los malos, en la muerte eterna, tendrán no menos dolor y pena que alegría y gloria los buenos.
 
      Esa pena será inmensa en primer lugar por la separación de Dios y de los buenos todos. En esto consiste la pena de daño, en la separación, y es mayor que la pena de sentido. “Arrojad al siervo inútil a las tinieblas exteriores” (Mt 25, 30). En la vida actual los malos tienen tinieblas por dentro, las del pecado, pero en la futura las tendrán también fuera.
 
      Será inmensa en segundo lugar por los remordimientos de su conciencia. “Te argüiré, y te pondré ante su misma vista” (Ps 49, 21). “Gimiendo por la angustia de su espíritu” (Sap 5, 3). Sin embargo, tal arrepentimiento y lamentaciones serán inútiles, pues provendrán no del odio de la maldad, sino del dolor del castigo.
 
      En tercer lugar, por la enormidad de la pena sensible, la del fuego del infierno, que atormentará alma y cuerpo. Es ese tormento del fuego el más atroz, al decir de los santos. Se encontrarán como quien se está muriendo siempre y nunca muere ni ha de morir; por eso se le llama a esta situación muerte eterna, porque, como el moribundo se halla en el filo de la agonía, así estarán los condenados. “Como ovejas han sido puestos en el infierno; la muerte los devorará” (Ps 48, 15).
 
      En cuarto lugar, por no tener esperanza alguna de salvación. Si se les diera alguna esperanza de verse libres de sus tormentos, su pena se mitigaría; pero perdida aquélla por completo, su estado se torna insoportable. “Su gusano no morirá, y su fuego no se extinguirá” (Is 66, 24).
 
      Queda así clara la diferencia que existe entre obrar bien y mal; las buenas obras conducen a la vida, las malas arrastran a la muerte; por ello, los hombres deberían recordar todo esto con frecuencia; que los apartaría del mal y los incitaría al bien. Con singular acierto, pues, se dice al fin: “La vida eterna”, para que así se grave en la memoria cada vez mejor. Quien llevarnos a ella el Señor; Jesucristo, Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.
 
                         (S. Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, Artículo 12, segunda y última parte, p. 112-114)

domingo, 11 de junio de 2023

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 11 al 17 de junio 2023
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La dignidad de la conciencia moral   
      En lo hondo de la conciencia, el hombre descubre una ley que
él no se da a sí mismo, a la que debe obedecer, y cuya voz le llama
siempre a amar el bien y hacerlo y a evitar el mal, dejando percibir,
cuando hace falta, en los oídos del corazón: haz esto, evita aquello.
Pues el hombre tiene una ley que Dios le ha escrito en su corazón,
su propia dignidad consiste en obedecerla, y según ella será juzgado”.
        (Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral “Gaudium et spes” n. 16)
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Día 11. DOMINGO. SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE
DE CRISTO, solemnidad.
El sacramento de la Eucaristía, n. 1322-1327
 
Día 12. Lunes de la X semana del Tiempo Ordinario.
San Juan de Sahagún, predicador agustino, siglo XV
Las etapas de la Revelación (II) n. 59-64
 
Día 13. martes. San Antonio de Padua, presbítero y doctor de
la Iglesia, siglo XIII
Dios ha dicho todo en su Verbo, n. 65-67
 
Día 14. miércoles de la X semana del Tiempo Ordinario.
San Eliseo, profeta, siglo IX, a.C.
“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” n. 232-237
 
Día. 15. jueves de la X semana del Tiempo Ordinario.
Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora, siglo XIX
El Padre revelado por el Hijo, n. 238-242
                   
Día. 16. viernes. SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, solemnidad.
Los rasgos humanos del Verbo encarnado, n. 476-478
 
Día 17. sábado. INMACULADO CORAZÓN DE LA
BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA.
El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu Santo, n. 243-248
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LA VIDA ETERNA, Artículo 12 del Símbolo de los Apóstoles, primera parte
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lunes, 5 de junio de 2023

ESCRITOS DE CATEQUESIS
LA VIDA ETERNA
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 12
 
      De manera harto apropiada concluye el Símbolo las verdades que hay que creer, con la que es corona de todos nuestros deseos, a saber, como la vida eterna. Y así, termina: “La vida eterna. Amén”. Esto, contra los que aseguran que al alma fenece con el cuerpo. Si así fuera, el hombre sería de la misma condición que los brutos. A éstos les cuadra bien lo del Salmo: “El hombre, hallándose en situación de honor, no lo comprendió; se comparó con las bestias estúpidas, y se hizo semejante a ellas” (Ps 48, 21).
      En efecto, el alma humana se asemeja a Dios en la inmortalidad, y a los animales por su faceta sensitiva; por tanto, cuando uno piensa que el alma muere con el cuerpo, se aparte de la semejanza con Dios, y ser sitúa a sí mismo en la línea de los brutos. Contra los de esta opinión leemos: “No esperaron la recompensa de la justicia, ni creyeron en el galardón de las almas santas: porque Dios creó al hombre inmortal, y lo hizo a imagen de su semejanza” (Sap 2, 22.23).
      Vamos ahora a considerar en qué consiste la vida eterna.
 
     A) En primer lugar, consiste en la unión con Dios. Dios mismo es el premio y fin de todos nuestros trabajos: “Yo soy tu protector, y tu galardón grande sobre manera” (Gen 15, 1).
      A su vez, esta unión consiste en visión perfecta: “Ahora vemos en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara” (1 Cor 13, 12).
      Consiste también en excelsa alabanza. Agustín en su libro 22 De Civit. Dei: “Veremos, amaremos, y alabaremos”. “Gozo y alegría se hallarán en ella; acción de gracias y voz de alabanza” (Is 51, 3).
 
      B) En segundo lugar, la vida eterna consiste en una perfecta saciedad de los deseos, porque en ella todos los bienaventurados tendrán más de lo que anhelan y esperan.
      En esta vida nadie puede ver colmados sus deseos, ni existe cosa creada capaz de dar satisfacción completa a los anhelos del hombre, pues sólo Dios sacia, y aun excede infinitamente; por eso el hombre no descansa sino en Dios: “Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está intranquilo hasta que descanse en ti” (san Agustín, en el libro 1 de las Confesiones). Pero, como en la patria los santos poseerán a Dios de una manera perfecta, es evidente que sus anhelos quedarán satisfechos, y aún sobrará gloria. Por ello, el Señor dice: “Entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21). Y san Agustín comenta: “El gozo entero no entrará en los gozantes, sino que los gozantes enteros entrarán en gozo”. “Cuando aparezca tu gloria quedaré saciado” (Ps 16, 15). “El colma de bienes tus deseos” (Ps 102, 5). Todo lo apetecible sobreabundará allí.
      Si se ansían deleites, allí se hallará el deleite más grande y más perfecto, pues tendrá por objeto al sumo bien, es decir, a Dios: “Entonces en el Todopoderoso abundarás de delicias” (Iob 22, 26); “A tu derecho, deleites para siempre” (Ps 15, 11).
      Si se ambicionan honores, en la vida eterna se conseguirá todo honor. Los hombres desean mayormente, ser reyes los seglares, y obispos los clérigos. Ambas cosas se abstendrán allí: “Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino y sacerdotes” (Ap 5, 10); “Mira cómo se los ha contado entre los hijos de Dios” (Sap 5, 5)
      Si se anhela ciencia, perfectísima la alcanzaremos en el cielo: conoceremos la naturaleza de todas las cosas, toda la verdad, todo lo que queramos, y poseeremos allí, junto con la vida eterna misma, cuanto deseemos poseer: “Todos los bienes acudieron a mí justamente con ella (con la Sabiduría)” (Sap 7, 11); “A los justos se les concederá su deseo” (Prv 10, 24).
  
                                    (S. Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, Artículo 12, primera parte, p. 109-112)

domingo, 4 de junio de 2023

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 4 al 10 de junio 2023
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Santísima Trinidad       
       Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que
cuanto más busco más encuentro, y cuanto más encuentro más te
busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable,
ya que siempre queda con hambre y apetito, deseando con avidez
que tu luz nos haga ver la luz, que eres tú misma.
    (Santa Catalina de Siena, Diálogo sobre la Divina Providencia, cap. 167)
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Día 04. DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, solemnidad.
Las obras divinas y las misiones trinitarias, n. 257-260
 
Día 05. lunes. San Bonifacio, obispo y mártir, siglo VIII
El deseo de Dios, n. 27-30
 
Día 06. martes de la IX semana del Tiempo Ordinario.
San Norberto, obispo, siglo XII
Las vías de acceso al conocimiento de Dios, n. 31-35
 
Día 07. miércoles de la IX semana del Tiempo Ordinario.
San Antonio María Gianelli, obispo y fundador, siglo XIX
El conocimiento de Dios según la Iglesia, n. 36-38
 
Día. 08. jueves de la IX semana del Tiempo Ordinario.
San Guillermo de York, obispo, siglo XII
¿Cómo hablar de Dios?, n. 39-43
                   
Día. 09. viernes de la IX semana del Tiempo Ordinario.
San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, siglo IV
Dios al encuentro del hombre, n. 50-53
 
Día 10. sábado de la semana IX del Tiempo Ordinario.
Santa Olivia de Palermo, virgen y mártir, siglo IX
Las etapas de la Revelación (I) n. 54-58
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-QUIEN ES EL ESPÍRITU SANTO, selección
el nuevo libro de Joaquín Navarro-Valls  
-MIS AÑOS CON JUAN PABLO II – notas personales
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jueves, 1 de junio de 2023

 QUIEN ES EL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo es el Amor mutuo del Padre y del Hijo

      Desde toda la eternidad el Padre engendra al Hijo y lo ama con un amor infinito e inmutable; y en Él a cada uno de nosotros, a quienes el Padre nos llama a participar en su propia vida divina en el Hijo.
      Desde toda la eternidad también el Hijo procede del Padre y lo ama con un amor igualmente infinito e inmutable.
      Ese amor mutuo del Padre por el Hijo y del Hijo por el Padre es precisamente el Espíritu Santo”.                                                (Alexis Riaud, La acción del Espíritu Santo en las almas, p. 14)

Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”  (Catecismo de la Iglesia Católica, Símbolo de Nicea-Constantinopla, n. 685)  

Nadie puede decir: Jesús es Señor, sino por influjo del Espíritu Santo” (1 Cor 12, 3).
Cada vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es el Espíritu Santo quien, con su gracia preveniente, nos atrae al camino de la oración. Pues que él nos enseña a orar recordándonos a Cristo. (Catecismo n. 2670)
 
La primera “profesión de fe” se hace en el Bautismo. El “símbolo de la fe” es ante todo el símbolo bautismal. Puesto que el Bautismo es dado “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 29), las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad.   (Catecismo n. 189)
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Qué son los “dones” del Espíritu Santo
      “Los dones del Espíritu Santo son disposiciones sobrenaturales que hacen que el alma, elevada a la vida sobrenatural, sea susceptible de recibir esas divinas inspiraciones y esos divinos impulsos del Espíritu Santo que son las gracias actuales. Esa es la razón en todo sobrenatural” (Alexis Riaud, p. 44-45)
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“¿Qué es el don de temor de Dios? Por medio de este don el Espíritu Santo nos hace conscientes de la grandeza de Dios y de su bondad. Al mismo tiempo nos infunde un vivo horror por todo lo que podría, aun mínimamente ofender a un Padre tan bueno, tan digno de ser amado, tan misericordioso.
 
¿Qué es el don de fortaleza? Es el don, que da el Espíritu Santo, para robustecer el alma y practicar las virtudes heroicas con la confianza de superar los obstáculos que se puedan presentar, por grandes que aparezcan.
 
¿Qué es el don de piedad? Por medio de este don el Espíritu Santo nos hace saber que somos hijos de Dios. Da a nuestra relación con Dios y con el prójimo un sentimiento vivo de filiación y de fraternidad. Nos comunica el espíritu de la familia de Dios.
 
¿Qué es el don de consejo? Es el don que nos da el Espíritu Santo para saber, en los casos particulares, lo que conviene hacer en orden al fin último sobrenatural.
 
¿Qué es el don de ciencia? Por medio de este don el Espíritu Santo nos hace ver las cosas creadas en orden a la santidad; fin para el que hemos sido creados.
 
¿Qué es don de entendimiento? Por medio de este don el Espíritu Santo perfecciona la virtud de la fe. Con su ayuda la inteligencia del hombre se hace apta para una penetrante intuición de las cosas reveladas y aun de las naturales en orden al fin último sobrenatural.
 
¿Qué es el don de sabiduría? Para llevar a su perfección la virtud de la caridad. Siendo la caridad la virtud más excelente, el don de sabiduría es el más perfecto de todos los dones. Por medio de este don juzgamos rectamente de Dios y de las cosas divinas que el Espíritu Santo nos hace saborear.
 
¿Qué son los frutos del Espíritu Santo? Son perfecciones plasmadas en nosotros como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad”.  (Jesús Javier Massa Gutiérrez del Álamo, 9 Ideas para conocer y amar al Espíritu Santo)