ESCRITOS DE CATEQUESIS
LA VIDA ETERNA
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 12
“C, En
tercer lugar, la vida eterna consiste en una seguridad total. En este mundo
no se da la perfecta seguridad, pues cuanto más tiene uno y más sobresale,
tanto más recela y más necesita; pero en la vida eterna no existirá la
tristeza, ni pasarán trabajos, ni miedo alguno. “Se disfrutará de abundancia
sin temor a los males” (Prv 1, 33).
D, En cuarto lugar, consiste en la
feliz compañía de todos los bienaventurados, compañía que será de lo más
agradable, porque serán de cada uno los bienes de todos. Efectivamente, cada
uno amará a los otros como a sí mismo, y por ello disfrutará con el bien de los
demás como con el suyo propio. De lo que resultará que se acrecentará la
alegría y el goce de cada uno en la misma medida en que gozan todos. “Vivir en
ti es júbilo compartido” (Ps 86, 7).
Cuando llevamos dicho, y otras muchas cosas
inefables poseerán los santos cuando estén en la Patria. En cambio, los malos,
en la muerte eterna, tendrán no menos dolor y pena que alegría y gloria los
buenos.
Esa pena será inmensa en primer
lugar por la separación de Dios y de los buenos todos. En esto consiste la
pena de daño, en la separación, y es mayor que la pena de sentido. “Arrojad al
siervo inútil a las tinieblas exteriores” (Mt 25, 30). En la
vida actual los malos tienen tinieblas por dentro, las del pecado, pero en la
futura las tendrán también fuera.
Será inmensa en segundo lugar por
los remordimientos de su conciencia. “Te argüiré, y te pondré ante su misma
vista” (Ps 49, 21). “Gimiendo por la angustia de su espíritu” (Sap 5,
3). Sin embargo, tal arrepentimiento y lamentaciones serán inútiles,
pues provendrán no del odio de la maldad, sino del dolor del castigo.
En tercer lugar, por la enormidad
de la pena sensible, la del fuego del infierno, que atormentará alma y cuerpo.
Es ese tormento del fuego el más atroz, al decir de los santos. Se encontrarán
como quien se está muriendo siempre y nunca muere ni ha de morir; por eso se le
llama a esta situación muerte eterna, porque, como el moribundo se halla en el
filo de la agonía, así estarán los condenados. “Como ovejas han sido puestos en
el infierno; la muerte los devorará” (Ps 48, 15).
En cuarto lugar, por no tener
esperanza alguna de salvación. Si se les diera alguna esperanza de verse libres
de sus tormentos, su pena se mitigaría; pero perdida aquélla por completo, su
estado se torna insoportable. “Su gusano no morirá, y su fuego no se
extinguirá” (Is 66, 24).
Queda así clara la diferencia que existe
entre obrar bien y mal; las buenas obras conducen a la vida, las malas
arrastran a la muerte; por ello, los hombres deberían recordar todo esto con
frecuencia; que los apartaría del mal y los incitaría al bien. Con singular
acierto, pues, se dice al fin: “La vida eterna”, para que así se grave en la
memoria cada vez mejor. Quien llevarnos a ella el Señor; Jesucristo, Dios
bendito por los siglos de los siglos. Amén.
(S. Tomás de
Aquino, Escritos de Catequesis, Artículo 12, segunda y
última parte, p. 112-114)
No hay comentarios:
Publicar un comentario