domingo, 30 de octubre de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 30 octubre al 5 noviembre 2022
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Reconocer a Cristo que pasa cerca de nuestra vida
     El Señor sigue pasando cerca de nuestra vida, con suficientes referencias, 
y cabe el peligro de que en alguna ocasión no lo reconozcamos. Se hace presente
en la enfermedad o en la tribulación, que nos purifica si sabemos aceptarla y
amarla; está, de modo oculto pero real, en las personas que trabajan en la misma 
tarea y que necesitan ayuda, en aquellas otras que participan del calor del propio 
hogar, en las que cada día encontramos por motivos tan diversos. ¡Qué pena si no 
supiéramos reconocerle por ir excesivamente preocupados o distraídos,o faltos de 
piedad, de presencia de Dios! (Francisco Fernández-Carvajal, Hablar con Dios, tomo IV, p. 842)
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                            Ciclo C, año Par

Día 30. DOMINGO XXXI EL TIEMPO ORDINARIO.
San Marcelo, mártir, siglo III-IV
La misión. Exigencia de la catolicidad de la Iglesia, n. 849-851


Día 31. lunes de la semana XXXI del Tiempo Ordinario.
San Quintín, mártir, siglo III.
Los caminos de la misión, n. 852-856


Día 01. martes, TODOS LOS SANTOS, solemnidad.
La comunión entre la Iglesia del Cielo y de la Tierra, n. 954-959

Día 02. miércoles, Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.
El sentido de la muerte cristiana, n. 1010-1014


Día 03. jueves de la semana XXXI del Tiempo Ordinario.
San Martín de Porres, religioso dominico, 1579-1639
Razón del ministerio eclesial, n. 874-879

Día 04. viernes, San Carlos Borromeo, obispo, siglo XVI
Los fieles laicos, n. 897-900

Día 05. sábado de la semana XXXI del Tiempo Ordinario.
Santa Ángela de la Cruz Guerrero González, siglo
Su participación en la misión real de Cristo, n. 908-913
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DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS
Y A LOS MUERTOS.
El Símbolo de los Apóstoles.
Artículo 7,
segunda parte.
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viernes, 28 de octubre de 2022


DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR
A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 7

      Otros, en cambio, se salvarán después de ser juzgados, los que hayan muerto en estado de justicia. Si bien murieron en gracia, en el manejo de las cosas temporales fallaron en algún punto; por esto serán juzgados, pero se salvarán.
      La materia del juicio serán todas las obras, buenas y malas; “Anda por donde el corazón te lleve…, pero a sabiendas de que por todo ello Dios te llamará a juicio” (Eccl 1,9). “Toda obra, buena o mala, la emplazará Dios a juicio por cualquier fallo” (Eccl 12,14). Así mismo, las palabras ociosas: “De toda palabra ociosa que hayan pronunciado los hombres, darán cuenta en el día del juicio” (Mt 12,36). Los pensamientos: “Los pensamientos del impío sufrirán interrogatorio” (Sap 1,9). Y así queda explicado el desenvolvimiento del juicio.
 
B)  Este juicio es temible por cuatro motivos.
      Primero, por la sabiduría del Juez. Lo conoce todo, pensamientos, palabras y obras, puesto que “todo está desnudo y patente a sus ojos (Heb 4,13) “Todos los caminos de los hombres están patentes a los ojos de Él” (Prv 16,2). Conoce nuestras palabras: “Oído celoso todo lo oye” (Sap 1,10). Y también nuestros pensamientos: “Retorcido es el corazón del hombre, e impenetrable: ¿quién lo conocerá? -Yo, el Señor, que escudriño el corazón y examino los riñones, que doy a cada uno según su camino y según el fruto de sus artes” (Ier 17,9). Acudirán a declarar testigos infalibles, a saber, las propias conciencias de los hombres: “Atestiguando su misma conciencia, y acusándolos unas veces o incluso defendiéndolos otras sus juicios, el día en que Dios juzgue las acciones secretas de los hombres” (Rom. 2,15).
 
      Segundo, por el poder del Juez, que es omnipotente por Sí: “El Señor Dios vendrá con potencia” (Is 40,10). Y omnipotente por las criaturas, puesto que todas las cosas creadas estarán de su lado: “Peleará con Él todo el universo contra los insensatos” (Sap 5,21); de donde las palabras de Job: “No habiendo nadie que pueda librar de tu mano” (10,7). “Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo al infierno, te hayas presente” (Ps 138,8). Segunda parte, continúa.
 
(Santo Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, El símbolo de los Apóstoles, Artículo 7, p. 85-86, Colección Patmos n. 155)

lunes, 24 de octubre de 2022

 DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR
A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 7
 
      “Misión del rey y del señor es juzgar: “El rey, que está sentado en el trono de justicia, con una mirada suya disipa todo mal” (Prov 20,8), Puesto que Cristo subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios como Señor de todas las cosas, es evidente que juzgar es misión suya. Por eso en la profesión de fe católica afirmamos que “ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”.
      Los mismos ángeles lo aseguraron: “Este Jesús, que de entre vosotros ha subido al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse” (Act 1,11).
      Tres cosas hay que considerar con respeto a este juicio: primera, su procedimiento; segunda, que se trata de un juicio temible; tercera, la forma de prepararnos a él.
 
A), En su procedimiento concurren tres factores: el juez, los que están juzgados, la materia del juicio.
      El Juez es Cristo. “El es a quien Dios ha puesto por juez de vivos y muertos” (Act 10,42), ya sea que tomemos por muertos a los pecadores y por vivos a los que viven con rectitud, o bien que interpretamos literalmente como vivos a los que para entonces vivirán y como muertos a todos los que habrán fallecido. Es juez no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre, y esto por tres motivos.
 
Primero, porque es necesario que los que sean juzgados vean al juez; pero la Divinidad es tan deleitosa que nadie puede contemplarla sin gozo; por tanto, ningún condenado podrá verla, porque gozaría. Por eso es preciso que aparezca en su condición de hombre, para ser visto por todos. “Le dio potestad de juzgar porque es Hijo de hombre” (Jn 5,27).
 
Segundo, porque en cuanto hombre mereció este cargo. En cuanto hombre fue juzgado inicuamente; por ello Dios lo nombró Juez del universo entero: “Tu causa ha sido juzgada como la de un impío: recibirás a cambio poder de juagar” (Iob 36,17).
 
Tercero, para que los hombres no se desesperen, puesto que por un hombre van a ser juzgados. Si Dios sólo juzgara, los hombres aterrados se desesperarían. “Verán al Hijo del hombre venir en una nube” (Lc 21,27).
      Los que serán juzgados son todos los que existieron, existen y existirán: “Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida” (2 Cor 5,10).
 
      Pero, como dice Gregorio, hay entre ellos cuatro categorías. En primer lugar, de los que comparecerán, unos son buenos, y otros, malos. De los malos unos serán condenados sin juicio, los incrédulos, cuyas obras no serán sometidas a discusión, porque “el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3,18). Otros serán condenados después de ser juzgados, los creyentes que murieron en pecado mortal: “El salario del pecado es la muerte” (Rom 6,23). Por la fe que tuvieron no se verán privados del juicio.
 
      También de los buenos unos se salvarán sin juicio, los que por Dios fueron pobres de espíritu; es más, juzgarán a los demás: “Vosotros, que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de su majestad, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 19,28); lo cual ha de entenderse no sólo de los Discípulos, sino de todos los pobres; de otra forra, Pablo, que trabajó más que ninguno, no se contaría entre los jueces: Hay, pues, que interpretarlo de todos los que siguen a los Apóstoles y de los varones apostólicos. Por ello Pablo escribe: “¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles?” (1 Cor 6,3). “el Señor vendrá a juzgar acompañado de los ancianos y príncipes de su pueblo” (Is 3,14)”. Continúa
 
 (Santo Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, Artículo 7, El símbolo de los Apóstoles, p. 82-85, Colec. Patmos n. 155)

domingo, 23 de octubre de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 23 al 29 octubre 2022
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Todo depende radicalmente de Dios
      Dios es el que totalmente Es. No es esto o lo otro, sino plenitud
de ser, plenitud de realidad. Todo lo demás, los seres espirituales,
las criaturas corporales… todo es, existe, pero no es el Ser: tiene el ser,
ha sido hecho ser. Solo Dios es el Absoluto, el no condicionado.
Todo lo demás -el hombre incluido- recibe de Dios el ser, y tiene,
por tanto, una total dependencia, en el ser y en el obrar, respecto
al Creador.
(Fernando Ocáriz, Amar con obras: a Dios y a los hombres, p. 15)
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                        Ciclo C, año Par

Día 23. DOMINGO XXX EL TIEMPO ORDINARIO.
San Juan de Capistrano, presbítero franciscano, 1386-1456
La Iglesia es la Esposa de Cristo, n. 796


Día 24. lunes de la semana XXX del Tiempo Ordinario.
San Antonio María Claret, obispo y fundador, siglo XIX
La Iglesia, Templo del Espíritu Santo, n. 797-798


Día 25. martes de la semana XXX del Tiempo Ordinario.
Santos Crispín y Crispiniano, mártires, siglo III.
Los carismas, n. 799-801

Día 26. miércoles de la semana XXX del Tiempo Ordinario.
San Evaristo, papa y mártir, siglo I.
La Iglesia es católica, n. 830-831


Día 27. jueves de la semana XXX del Tiempo Ordinario.
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos), mártires, siglo III.
Quién pertenece a la Iglesia católica, n. 836-838


Día 28. viernes, Santos Simón y Judas, apóstoles, fiesta.
Desde la Iglesia a los apóstoles, n. 1086-1087

Día 29. sábado de la semana XXX del Tiempo Ordinario.
San Narciso de Jerusalén, obispo, siglo I.
La Iglesia y los no cristianos, n. 839-845
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DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS
MUERTOS
. El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 7, primera parte.

JUECES. Los libros históricos del Antiguo Testamento, segunda parte.
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miércoles, 19 de octubre de 2022

JUECES. Los libros históricos del Antiguo Testamento

 INTRODUCCIÓN segunda parte, continúa

VI, SANSÓN, DE LA TRIBU DE DAN (13,1-21,25). De nuevo los israelitas hicieron el mal a los ojos delSeñor, que esta vez los entregó en manos de los filisteos. Pero Dios suscitó un salvador, Sansón, que iba a superar las hazañas de los anteriores. Primero, se anuncia a sus padres su nacimiento y también se dice que será nazareno, consagrado a Dios, desde el seno materno.

      A continuación, se presenta a Sansón y se cuentan varias de las hazañas realizadas gracias a su
extraordinario vigor. Luego, seducido por Dalila, manifestará el secreto de su fuerza y será apresado por los filisteos. Por último, una vez recuperada su fuerza prodigiosa, él mismo pierde la vida junto con muchos filisteos al derribar la casa en la que estaban. Al final de esta historia, como había sucedido en otros casos, se añaden dos narraciones distintas pero relacionadas entre sí. El primer relato hace referencia a la migración de la tribu de Dan desde el lugar en donde estaba al principio, en la Sefelá, hacia el norte del país. Su protagonista es un levita que fue bien acogido, primero por un hombre de Efraím y después por los hombres de Dan. El segundo relato tiene como protagonista a otro levita que no encontró hospitalidad por parte de los benjaminitas de Guibeá: quisieron abusar de él y maltrataron hasta la muerte a su concubina. Esto originó una lucha de todas las tribus israelitas contra Benjamín, que estuvo a punto de desaparecer. De este modo, queda constancia del desorden y de la corrupción de costumbres a la que se había llegado al final de la época de los jueces debido a la infidelidad a Dios de las tribus.

 2, Composición. La redacción definitiva del libro de los Jueces fue realizada dentro del proceso de composición de la “historia deuteronomista” de la que forma una parte importante.

     Los relatos ejemplares incluidos en el libro toman su argumento, posiblemente, de datos tradicionales de diversas procedencias. En total se habla de doce jueces -uno por cada tribu-, pero sólo se desarrollan con cierta extensión las hazañas de seis de ellos. Cada tribu habría ido recordando las hazañas de sus héroes pretéritos, transmitiéndola de padres a hijos. En algunos casos, hay historias que parece que muy pronto tuvieron forma literaria, como la del “Canto de Débora”. En otros, las tradiciones se pusieron por escrito más tarde.
      En la época del destierro todos esos relatos fueron agrupados en este libro para ilustrar la enseñanza teológica fundamental propia de la “historia deuteronomista”: la inquebrantable lealtad de Dios en contraste con las reiteradas infidelidades de Israel. Sin embargo, en su redacción se respetaron los rasgos genuinos de cada relato, aunque en algunos casos resultan chocantes para la enseñanza general que se trataba de transmitir. Por eso, se narran, sin reprobarlos explícitamente, hechos o costumbres discordantes, como por ejemplo la posibilidad de dar culto a Dios en diversos santuarios y no sólo en Jerusalén, o el ofrecimiento de un sacrificio humano por parte de Jefté.

 3, Enseñanza. La recopilación de tradiciones locales en el libro de los Jueces ilustra de modo ejemplar las relaciones entre Dios y su pueblo. Desde su asentamiento en la tierra prometida Dios se ha interesado por Israel y ha actuado en su favor cuantas veces ha sido necesario. Así pues, cuando el pueblo elegido se veía oprimido por una circunstancia angustiosa, Dios intervenía para liberarlo”.  Continúa 

                                (Facultad de Teología Universidad de Navarra, Comentario, Sagrada Biblia, p. 223-224)

 

 

domingo, 16 de octubre de 2022

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 16 al 22 octubre 2022
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La mistificación materialista
      El positivismo marxista denuncia, bajo el nombre de “mistificación
idealista”, la nada de los valores espirituales y religiosos y no admite
como móviles auténticos de los actos humanos más que las necesidades
de orden económico. Es cierto que, en algún grado, la mixtificación existe,
pero querer inducir de este hecho una ley general constituye una nueva 
mixtificación mucho más grosera y partidista que la precedente.
                                            (Gustave Thibon, Una mirada ciega hacia la Luz, p. 241)
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                      Ciclo C, año Par
Día 16. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO.
Santa Margarita María de Alacoque, mística, siglo XVII.
El Misterio de la Iglesia, nº 770-771


Día 17. lunes, San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, siglo I.
La Iglesia, Misterio de la unión de los hombres con Dios, nº 772-773

Día 18. martes, San Lucas, evangelista, fiesta, siglo I.
El Nuevo Testamento, n. 124-127

Día 19. miércoles de la semana XXIX del Tiempo Ordinario.
San Pablo de la Cruz, presbítero, Pasionistas, 1694-1775.
La Iglesia, sacramento universal de la salvación, nº 774-776

Día 20. jueves de la semana XXIX del Tiempo Ordinario.
San Cornelio, centurión en Cesarea, siglo I.
La Iglesia, pueblo de Dios, nº 781-785


Día 21. viernes de la semana XXIX del Tiempo Ordinario.
Santa Úrsula y Compañeras mártires, siglo IV.
La Iglesia es comunión con Jesús, nº 787-791

Día 22. sábado, San Juan Pablo II, Papa, siglo XX.
Cristo, Cabeza de este Cuerpo, nº 792-795

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Vidas ejemplares (14) Padres Apostólicos.
30 años de la Const. Apost. “Fidei depositum”, Catecismo de la Iglesia Católica.
JUECES. Los libros históricos del Antiguo Testamento, tercera parte, continúa
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jueves, 13 de octubre de 2022


JUECES. Los libros históricos del Antiguo Testamento
                                                        INTRODUCCIÓNprimera parte, continúa

      “En el libro de los Jueces se habla de la llegada del pueblo de Israel a la tierra de Canaán, de las dificultades con las que se fueron encontrando en su asentamiento en cada zona y de la protección divina que pudieron experimentar en las situaciones difíciles que se presentaron a las diversas tribus. En esos momentos más adversos Dios fue suscitando unos líderes carismáticos, los “jueves”, que se encargaron de salvar al pueblo.
 
1, Estructura y síntesis del contenido. Después de un prólogo en el que se condensa la enseñanza del libro, se suceden las narraciones de las hazañas realizadas por diversos jueces. Estas narraciones son cada vez más extensas y, conforme avanza el texto, llevan como anexos otros relatos:
 
PRÓLOGO (1,1-3,6). Consta de dos partes: Primero se habla de la llegada de las tribus israelitas a la tierra de Canaán y de su paulatino asentamiento en sus territorios. Después se expresa la enseñanza teológica fundamental del libro: Israel permanecerá en esa tierra mientras sea fiel al Señor, pero en la medida en que se aparte de Dios dejará de contar con el favor divino: el Señor ha dado reiteradas muestras de su fidelidad suscitando jueces que salven al pueblo de las situaciones peligrosas, pero Israel reincidió una y otra vez en la infidelidad.

      Los relatos de jueces comprenden seis historias en torno a otros tantos personajes:
I, OTINIEL, DE LA FAMILIA DE CALEG (3,7-11). Liberó a los israelitas de la opresión de Cusán Risataim, rey de Aram-Naharaim.
 
II, EHUD, DE LA TRIBU DE BENJAMIN (3,12-30). Tras explicar que los israelitas hicieron de nuevo el mal y fueron oprimidos por Eglón, rey de Moab, se narra cómo Ehud venció a Eglón. Como apéndice a esta narración se añade una breve noticia acerca de Samgar, un juez menor.
 
III, DÉBORA, DE LA TRIBU DE EFRAÍM (4,1-5,32). Los israelitas reincidieron en hacer el mal y fueron oprimidos por Yabín, rey de Jasor. Dios suscitó a Débora para que con la ayuda de Barac reuniera a las tribus e hiciera frente a la situación. Finalmente, tras la muerte de Sísara, jefe del ejército de Yabín, se conjuro el peligro. Al relato de estas hazañas se añade el canto con el que Débora y Barac festejan el triunfo.
 
IV, GEDEÓN-YERUBAAL, DE LA TRIBU DE MANASÉS (6,1-10,5). Los hijos de Israel volvieron a hacer el mal y en esta ocasión fueron oprimidos por los madianitas y amalecitas. Dios llama a Gedeón-Yerubaal para que salve a su pueblo y éste convoca a las tribus y selecciona a los hombres con los que se enfrentará a Madián y Amalec. Vence en la batalla y persigue a los fugitivos hasta derrotarlos por completo. Finalmente se narra su muerte. Terminada su historia de abre un largo paréntesis para hablar de un intento fallido de instaurar una monarquía en Israel por parte de Abimélec. Para concluir, se hace una breve referencia a dos jueces menores: Tolá y Yaír.
 
V, JEFTÉ, DE GALAAD (10,6-12,15). Otra vez más el peligro se cernió sobre los hijos de Israel debido a su infidelidad a Dios. Cuando reconocieron su pecado, el Señor se placó y suscitó a Jefté para librarlos de las amenazas extranjeras. Este envió a unos mensajeros que expusieran a los amonitas los motivos que tenían los hijos de Israel para habitar en esa tierra. Ante el rechazo del rey amonita, Jefté decidió atacarlos. Antes de la batalla, hizo un voto temerario a Dios y cuando logró derrotar a los amonitas se dio cuenta de su imprudencia. Después, también los efraimitas se enfrentaron con Jefté y fueron derrotados. Una vez más, se añaden a la historia principal algunas noticias sobre tres jueces menores: Ibsán, Elón y Abdón”. Continúa
 
                                           (Facultad de Teología Universidad de Navarra, Comentario, Sagrada Biblia, p. 222-223)

miércoles, 12 de octubre de 2022

 

Vidas ejemplares (14) LOS PADRES APOSTÓLICOS

      “Bajo esta denominación, que es del siglo XVII, se comprende a una serie de escritores cristianos del siglo I o de principios del II y algún otro relacionado con ellos, caracterizados por una especial proximidad a los Apóstoles. Es una cercanía en el tiempo, hasta el punto de que algunos llegaron a conocer a los Apóstoles personalmente, o a través de alguno de sus discípulos inmediatos, lo que les hace testigos privilegiados de la primera tradición; si tenemos en cuenta que algunos de sus escritos son probablemente anteriores al evangelio de san Juan, advertiremos hasta qué punto parte de esta literatura es temprana. Pero es una cercanía también en el fondo y en la forma de sus escritos, que recuerdan los del Nuevo Testamento, además, igual que éstos, no suelen ser tratados sistemáticos, sino que obedecen a las necesidades concretas de unas determinadas comunidades, a unas situaciones específicas; quizás por eso nos dan informaciones aún más valiosas.

      Estos escritos proceden de áreas geográficamente alejadas, pertenecen a géneros diferentes y tratan de temas distintos. Siguiendo un orden que quiere ser cronológico, y aunque la relación podría ser algo distinta, son:

1, La Didajé. Es fundamentalmente un conjunto de normas morales y de organización interna, posiblemente es del siglo I, aunque tal vez se incluya materiales de la primera mitad del siglo II; quizá su origen es sirio o palestino. 

2, San Clemente de Roma, el tercer sucesor de San Pedro, escribió una Carta a los Corintios poco después del año 96, anterior por tanto al Evangelio de San Juan, y con un estilo que recuerda al de las cartas de los Apóstoles.

3, De San Ignacio, obispo de Antioquía, se conservan siete cartas; las escribió en su camino hacia Roma, a donde era llevado hacia el año 110 para sufrir el martirio. 

4, De San Policarpo, obispo de Esmirna, tenemos también una carta, relacionada con las anteriores, y escrita hacia el año 130 o algo después. 

5, Papías, obispo de Hierápolis, oyó predicar a San Juan y escribió hacia el 130, sólo nos ha llegado algún pequeño fragmento de sus escritos.

6, De antes del año 138 es también una llamada Epístola de Bernabé, de autor desconocido, quizás de Alejandría. 

7, De un tal Hermas se conserva el Pastor, una obra escrita bajo la forma de un apocalipsis (“revelación”) y que parece estar redactada en parte en tiempos de Clemente de Roma y en parte entre el 140 y el 150.

8, De mediados del siglo es también un escrito, falsamente atribuido a San Clemente de Roma con el nombre de Segunda Carta a los Corintios.

     El conjunto de todas estas obras cabe en un volumen de proporciones reducidas. Sin embargo, su importancia es grande, especialmente la de la Didajé, y la de las cartas de Clemente de Roma y de Ignacio de Antioquía”.

 “La predicación apostólica se había dirigido en sun primer tiempo sobre todo a los judíos. Sólo 10 años después de la Ascensión de Jesucristo iniciaron S. Pedro y S. Pablo la misión entre los paganos de cultura griega. Resulta que el primer núcleo cristiano estaba formado en su mayoría por judeo-cristianos. 

      Nada tiene, pues, de extraño lo que los recientes estudios van poniendo cada vez más de manifiesto: que, si en los Padres Apostólicos apenas hay trazas de teorías de la filosofía helénica, hay en cambio elementos de la teología judeo-cristiana. Notables son también las semejanzas entre los escritos rabínicos y ciertas expresiones e imágenes del Pastor de Hermas.Como fuente de sus escritos emplean los Padres Apostólicos los “libros sagrados”, que consideran inspirados por Dios (respecto a la fijación del canon bíblico)”                                                                                                                                                  (Ignacio Ortiz de Urbina, Enciclopedia Ger, vol. 17 p. 591)

                        (Enrique Moliné, Los Padres de la Iglesia, tomo I, p. 51-52, Ediciones Palabra)

martes, 11 de octubre de 2022

 

En este 11 de octubre se cumplen 30 años de la constitución apostólica Fidei depositum, con la cual San Juan Pablo II ordenó la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.

Las palabras del Papa estaban llenas de satisfacción y entusiasmo por el trabajo realizado.

Latía el convencimiento de que el Catecismo “responde enteramente a una necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares”.

Leemos también en la Fidei depositum: “De todo corazón hay que dar gracias al Señor en este día en que podemos ofrecer a toda la Iglesia… este texto de referencia para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe”.

Y más adelante: “Este Catecismo es una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial, deseada y promovida por el Concilio Vaticano II”.

El Catecismo era necesario. Se veía particularmente necesario veinte años después del Concilio. La confusión generada en los años siguientes al Concilio era muy grande. Lo dijo con claridad el entonces cardenal Ratzinger: “Puesto que la teología ya no parece capaz de transmitir un modelo común de la fe, también la catequesis se halla expuesta a la desintegración, a experimentos que cambian continuamente. Algunos catecismos y muchos catequistas ya no enseñan la fe católica en la armonía de su conjunto, sino que buscan hacer humanamente interesantes (según las orientaciones culturales del momento) algunos elementos del patrimonio cristiano. (…) Consecuencia: no una catequesis comprendida como formación global en la fe, sino reflexiones y ensayos en torno a experiencias antropológicas parciales, subjetivas” (Informe sobre la fe).

El Catecismo era necesario porque es realmente determinante para el cristiano saber lo que cree. “Y puesto que la fe es un acto que abarca todas las dimensiones de nuestra existencia, siempre tiene que ser de nuevo reflexionada y de nuevo manifestada; por eso los grandes temas de la fe -Dios, Cristo, Espíritu Santo, Gracia y Pecado, Sacramentos e Iglesia, Muerte y Vida Eterna- nunca son temas ya superados, sino siempre son los temas que más profundamente nos afectan” (Joseph Ratzinger, Evangelio, catequesis, catecismo).

¿Cómo puedo decirme católico, si “mi fe” y “mi moral” están calcadas muchas veces sobre los imperativos de la cultura dominante y el mero sentimiento personal?

Con toda razón afirmaba el mismo sabio cardenal Ratzinger en 1985: “La regla de la fe, hoy como ayer, no se halla constituida por los descubrimientos (sean estos verdaderos o meramente hipotéticos) sobre las fuentes y sobre los estratos bíblicos, sino sobre la Biblia tal como es, tal como se ha leído en la Iglesia, desde los Padres hasta el día de hoy. Es la fidelidad a esta lectura de la Biblia la que nos ha dado a los Santos, que han sido con frecuencia personas de escasa cultura… y sin embargo han sido ellos los que mejor la han comprendido” (Informe sobre la fe).

Esta crisis acerca de la catequesis ya la había diagnosticado con claridad e insistencia San Pablo VI. Un buen ejemplo sintético lo tenemos en una alocución del 27 de abril de 1975: “La verdad debe ser la raíz de la acción, de la libertad. Lo dijo el Señor: 'La verdad os hará libres'. No va por buen camino quien antepone la acción al pensamiento, la praxis a la doctrina, el voluntarismo a la sabiduría”.

El Catecismo de la Iglesia Católica era necesario para tener “un texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica” (Depositum fidei), en el desconcierto del creciente relativismo mundano, introducido también en tantas mentes de católicos.

Aquella necesidad de hace décadas no cesó. En la medida en que las nuevas ideologías y sus poderosos recursos para “modelar” las opiniones y los deseos de los hombres se van imponiendo y extendiendo, nos encontramos en más grave estado de confusión y de vacío espiritual, y por consiguiente más perdidos en el mar de la historia.

A pesar de esta aguda necesidad, muy bien atendida por el Catecismo, no parece que en este momento haya una memoria viva y un importante reconocimiento de este texto magisterial, tan válido hoy como ayer.

En este “olvido” influirá seguramente el hecho de que en muchos ámbitos eclesiales se ha hablado mucho, con sentido dialéctico y sin más distinciones, de ser “pastores”, y no “doctrinarios”.

Según ese discurso, algunos opinan que afirmar las verdades de la fe y de la moral sería un acto inevitablemente intolerante, duro, farisaico. En todo caso manifestaría demasiada confrontación con la visión del mundo que se va imponiendo. Habría que silenciar toda referencia a la verdades de alcance universal.

En las últimas décadas se han escrito textos influyentes, para catequistas, con expresiones como estas: “Un cambio radical de la imagen del hombre”, “abrirse a las corrientes universales”, “hacia la superación de todo dogmatismo”, “el cristianismo se inventa de nuevo”…

Fuertes signos de un gran complejo o de una ingenua asimilación de la “cultura dominante”, con graves consecuencias para la fe y para el sentido común.

Un complejo que los santos de todos los tiempos, los Padres, los Doctores, los Pastores y los Mártires ciertamente no tuvieron. Sabían con toda convicción que necesitamos de la verdad tanto o más que de la luz del sol. Y creían con toda certeza que la Verdad total sobre Dios y sobre el hombre se nos ha revelado en Cristo. Precisamente de esto trata de modo claro, completo y autorizado el Catecismo de la Iglesia Católica.

Valgan estas líneas como modesto homenaje y recordatorio de este don de la Madre Iglesia para alimento de la fe, la esperanza y la caridad de sus hijos.

Jorge Piñol, CR es doctor en Teología con la tesis 'Revelación, redención y recapitulación en los misterios de Cristo, según el Catecismo de la Iglesia Católica'.

             Publicado hoy 11 de octubre 2022, en ReligiónenLibertad

 

domingo, 9 de octubre de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 9 al 15 octubre 2022
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Rosario de la Virgen María

      El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el
segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración
apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio.
En su sencillez y profundidad, sigue siendo en este tercer Milenio
apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir
frutos de santidad.
(Juan Pablo II, Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, n. 1)
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                                    Ciclo C, año Par
Día 09. DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO.
San Dionisio, primer obispo de París, mártir, siglo III.
“Quiero ver a Dios”, n. 2548-2550

Día 10. lunes de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario.
Santo Tomás de Villanueva, obispo, siglo XV.
“Creo en la Santa Iglesia Católica”, n. 748-752


Día 11. martes de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario.
Santa María Soledad Torres Acosta, siglo XIX.
Fundadora de las Siervas de María (cuidar y atender enfermos)
Los símbolos de la Iglesia, n. 753-757

Día 12. miércoles, BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL PILAR.
María, Madre de la Iglesia, n. 963-965

Día 13. jueves de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario.
San Eduardo III, Rey de Inglaterra, siglo XI.
Origen, Fundación y Misión de la Iglesia, n. 758-762

Día 14. viernes de la semana XXVIII del Tiempo Ordinario.
San Calixto I, Papa y mártir, siglox II-III.
La Iglesia, instituida por Cristo Jesús, n. 763-766
 
Día 15. sábado, Santa Teresa de Jesús, Carmelita, doctora de la Iglesia.
Consecuencias de la fe en el Dios único, n. 222-227
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JOSUÉ. Los libros históricos del Antiguo Testamento
, tercera parte, continúa
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    Si es de tu interés, puedo enviar la Intención mensual, que el Prelado del Opus Dei,
propone a todos los fieles, de fecha 2 de octubre 2022 y también, la Bibliografía que en 
la misma reseña: Conversaciones con Mons. Escrivá y Carta pastoral, 19.III.2022.
ocho folios.



miércoles, 5 de octubre de 2022

JOSUÉ. Los libros históricos del Antiguo Testamento
COMENTARIO - Tercera parte, continúa

“PRÓLOGO. 1,1-18. Josué, sucesor de Moisés. El libro del Deuteronomio terminaba hablando de la muerte y el sepelio de Moisés (Dt 34,1-12). Era el fin de una etapa en la que el pueblo de Dios, guiado por Moisés, había experimentado la protección de Señor en el largo camino recorrido desde su salida de Egipto hasta las puertas de la tierra prometida. Ahora comienza una nueva etapa. Josué sucede a Moisés, y todo el pueblo se dispone a tomar posesión de la tierra que Dios había prometido a sus padres. El libro de Josué tratará del establecimiento de las tribus israelitas en ese territorio y del reparto de la tierra entre las distintas tribus. A esos dos temas se dedicarán respectivamente la primera (2.1-12,24) y la segunda parte del libro (13,1-21,45). Enmarcando ambas partes, el autor sagrado puso en prólogo (1,1-18) y un epílogo (22,1-24,34), que centran la atención sobre dos aspectos de particular relevancia para el mensaje de esta obra: la continuidad entre las misiones de Josué y Moisés como mediadores entre Dios y el pueblo (1,1-9 y 23,1-24,33); y la unidad de ese pueblo cuyas tribus realizan juntas la conquista de todo el país (1,10-18 y 22,1-34).

      El deseo de unidad que manifiestan las tribus de Israel, que es un obsequio al Señor, tiene como consecuencia inmediata la pronta adhesión a las disposiciones del hombre escogido por Dios para presidir a su pueblo. La respuesta animosa de las tribus de Transjordania a Josué es también una continua invitación a sacudir la propia comodidad para buscar con hechos y de verdad la unidad del nuevo Pueblo de Dios.

I, Toma de posesión de la tierra prometida. (2,1-12,24). Esta primera parte del libro narra diversos episodios sobre el establecimiento del pueblo de Israel en la tierra de Canaán. De redacción deuteronomista en su mayor parte, utiliza elementos de origen litúrgico y relatos etiológicos, es decir, narraciones que explican el origen de nombres, costumbres o lugares.

      El autor sagrado hace notar de múltiples maneras que la ocupación de Canaán es consecuencia de una donación de Dios y no el resultado de una conquista lograda gracias al ardor de sus guerreros: los exploradores descubren que la población de Jericó tiene terror de los israelitas porque saben que Dios les ha otorgado esa tierra; las aguas del Jordán se separan milagrosamente para dejar paso al pueblo; las murallas de Jericó se derrumban; los hijos de Israel logran conquistar la ciudad de Ay induciendo a su habitantes a caer en una emboscada; una fuerte tormenta de granizo destroza los ejércitos de los reyes que habitaban en la región central y meridional.

II. Distribución de la tierra prometida. (13,1-21,45). Una vez establecido que la tierra de Canaán es propiedad de Israel, ya que la ha recibido como donación de Dios que ha cumplido la promesa hecha a sus padres, se deja constancia por escrito del reparto entre tribus, enumerando los límites de cada heredad, así como las ciudades que se incluyen en ella. Según se desprende de algunos breves comentarios incidentales, se trata de fijar los derechos sobre las tierras y poblaciones adjudicadas a cada tribu, más que de posesiones adquiridas de hecho. Así, cuando, pasado el tiempo, los israelitas regresen a su tierra desde la deportación de Babilonia tendrán un punto de referencia para reclamar la posesión del territorio de su familia.

EPÍLOGO. 22,1-24,33. En estos capítulos que constituyen el epílogo del libro reaparecen los dos mismos temas del prólogo (1,1-18), aunque ahora con más extensión y en orden inverso al seguido entonces. Se subraya de nuevo que todo el pueblo ha realizado unido, sin que faltase nadie, la conquista del país. Una vez concluido ésta, los de las tribus de Transjordania regresan a su territorio, y para que con el paso del tiempo el Jordán no llegue a ser una frontera que separa las tribus, erigen un altar que no se dedicará al culto, sino que será testimonio de que ellos, lo mismo que sus hermanos, confiesen que el Señor es Dios. Por último, se indica que Josué, el sucesor de Moisés, ya ha cumplido su misión; antes de morir exhorta a todo el pueblo a mantenerse fiel al Señor que le ha entregado la tierra en la que habitan y a cumplir la Alianza que el Señor hizo con sus antepasados y que ahora ellos renuevan en Siquem”.

         (Facultad de Teología Universidad de Navarra, Comentario, Sagrada Biblia, p. 210-219, selección, tercera parte)





 

domingo, 2 de octubre de 2022

                       Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica
                          siguiendo el Año litúrgico, del 2 al 8 octubre 2022
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Grandeza de la libertad
      El hombre no puede orientarse hacia el bien si no es libremente;
libertad que nuestros contemporáneos encomian y buscan ardientemente,
y con toda razón. Sin embargo, con frecuencia la fomentan de mala
manera, como licencia para hacer cualquier cosa con tal que sea agradable,
incluso al mal. Pero la verdadera libertad es una señal privilegiada de la
semejanza del hombre con Dios.
      Por lo tanto, la dignidad del hombre le exige actuar de acuerdo con
una elección consciente y libre, es decir, personalmente movido e
inducido desde dentro, y no bajo un ciego impulso interno o bajo la sola
coacción externa.
            (Vaticano II, Constitución Pastoral “Gaudium et spes, n. 17
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                             Ciclo C, año Par
Día 02. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO.
SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS.
El respecto de la verdad, n. 2488-2492

Día 03. lunes de la semana XXVII del Tiempo Ordinario.
San Francisco de Borja, Compañía de Jesús, siglo XVI.
El uso de los medios de comunicación social, n. 2493-2499

Día 04. martes, San Francisco de Asís, Fundador de la
Orden de los Franciscanos, siglo XII.
La verdad, belleza y arte sacro, n. 2500-2503


Día 05. miércoles, TÉMPORAS DE ACCIÓN DE GRACIAS
Y DE PETICIÓN.
El Noveno Mandamiento: la purificación del corazón, n. 2514-2519


Día 06. jueves de la semana XXVII del Tiempo Ordinario.
San Bruno, Fundador de los Cartujos, siglo XII.
El combate por la pureza, n. 2520-2527


Día 07. viernes, BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
DEL ROSARIO.
El deseo de la concupiscencia, n. 2534-2540


Día 08. sábado de la semana XXVII del Tiempo Ordinario.
Santa Faustina Kowalska, virgen, religiosa siglo XIX.
Los deseos del Espíritu, n. 2541-2543
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JOSUÉ. Los libros históricos del Antiguo Testamento, segunda parte.
Subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso, Artículo 6
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