domingo, 29 de agosto de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 29 de agosto al 4 de septiembre 2021
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La virtud de la Esperanza
     La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos
y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las
promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios
de la gracia del Espíritu Santo.
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1817)
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Día 29. DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
Martirio de san Juan Bautista, siglo I
Decidir en conciencia. El juicio erróneo, nº 1786-1794

Día 30. Lunes de la semana XXII del Tiempo Ordinario.
San Fiacrio, eremita, siglo VII
El carácter comunitario de la vocación humana, nº 1878-1885

Día 31. Martes de la semana XXII del Tiempo Ordinario.
San Ramón Nonato, cardenal, siglo XIII
La conversión y la sociedad, nº 1886-1889

Día 1. Miércoles de la semana XXII del Tiempo Ordinario.
San Josué, patriarca del Antiguo Testamento.
La autoridad, nº 1897-1904

Día 2. Jueves de la semana XXII del Tiempo Ordinario.
San Antolín de Pamiers, mártir, siglo IV
El bien común, nº 1905-1912

Día 3. Viernes. San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia, siglo VI-VII
Responsabilidad y participación, nº 1913-1917

Día 4. Sábado de la semana XII del Tiempo Ordinario.
Santa Rosalía, ermitaña, siglo XII.
El respeto de la persona humana, 1929-1933
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jueves, 26 de agosto de 2021

 

                 LA  ESPERANZA  CRISTIANA,   y última

 La virtud de la esperanza que, si se la vive profundamente, es firmeza invencible y confiado abandono, es una constante fidelidad al deber, nos coloca precisamente por encima de tales fluctuaciones; ¿Te acuerdas de las palabras de Cristo a las encrespadas y amenazadoras aguas del mar de Galilea? Tace, obmutes ce, calla, enmudece. Parecen representar la voz de la esperanza que, con su fuerza, impone silencio al tumulto interior del desaliento. Et venit tranquillitas magna, y sobrevino (prosigue el pasaje evangélico), una calma infinita. Es precisamente el fruto de la esperanza: la calma, la serenidad, la paz.

 
La esperanza, amigo mío, como nos enseñan los teólogos, da una certidumbre de tendencia: spes certitudinaliter tendit in suum finem, la esperanza tiende con certeza hacia su fin, afirma Santo Tomás. No obstante nuestros fracasos, nuestras contradicciones, nuestras culpas, debemos siempre esperar en Dios, que ha prometido su ayuda a los que se la pidan con humildad y con confiada perseverancia: Petite et accipietis, nos dijo; pedid y os será dado.

La batalla de la esperanza cristiana  hemos de afrontarla cada día: Dominus regit me  et mihi deerit, el Señor me gobierna y nada ha de faltarme, plenamente conscientes de que ella no descansa sobre nuestros méritos o virtudes, sino sobre la misericordia y omnipotencia de Dios. A la luz de la esperanza, en efecto, Dios nos aparece más que nunca non aestimator meriti, sed veniae largitor, no como apreciador de méritos, sino como perdonador de nuestras culpas, según repetimos todos los días en una de las oraciones de la santa Misa con que nos disponemos a la Comunión. Hemos de apoyarnos sobre las fuerzas que nos vienen de esta virtud teologal y aprender así a combatir los impulsos de desaliento que estorban nuestro camino cotidiano hacia la perfección evangélica; debemos aprender a resistir, también a diario, las mordeduras del pesimismo, las cuales tienden a exacerbarse con el desastre del tiempo y la monotonía de la vida.

 La esperanza cristiana conduce a las almas al abandono: quien de verdad espera en el Señor, es, en efecto, siempre fiel a la voluntad significada de Dios (fidelidad que entra en el ámbito de la virtud de la obediencia) y dispone así eficazmente su ánimo para el abandono ante la voluntad de beneplácito de Dios. Pero este perfecto abandono, al que conduce la virtud de la esperanza, difiere profundamente –lo sabes bien- del “quietismo”, precisamente porque el abandono, cuando es verdadero, está acompañado por la esperanza y por la constante fidelidad a los deberes de cada día,  hasta en las pequeñeces de cada momento.

 La esperanza, hermano mío, no debe ser nunca un cómodo sustitutivo de nuestra pereza. Nos lo recuerda el Señor, en dos milagros realizados por El: en Caná de Galilea transformó el vino, y cuando ante grandes multitudes multiplicó los panes y los peces. Tanto en uno como en otro milagro, la omnipotencia del Señor intervino cuando todas las posibilidades humanas estaban agotadas, cuando los hombres habían hecho todo lo que podían hacer: el agua no se transformó en vino sino cuando los fieles siervos hubieron colmado las cubas de agua, usque ad summum, hasta los bordes, y antes de multiplicar los panes y los peces, el Señor pidió el sacrificio total de todos sus medios de subsistencia, es decir, de los panes y los peces que ellos tenían; y no importaba que fueran pocos, pues lo importante era que diesen todo lo que tenían. Para empezar a vivir la virtud de la esperanza, no nos queda así más que invocar el auxilio de nuestra Madre celestial, de aquella que es spes nostra, esperanza nuestra, Mater mea, fiducia mea, ¡Madre mía, confianza mía!”

         (Del libro Ascética meditada, Salvador Canals, Colección Patmos, p. 56-62)

domingo, 22 de agosto de 2021




Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 22 al 28 de agosto 2021
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La virtud teologal de la Fe

      La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que
El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El
es la verdad misma.
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1814)
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Día 22. DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
SANTA MARÍA VIRGEN, Reina
La vida en Cristo, nº 1691-1698

Día 23. Lunes de la semana XXI del Tiempo Ordinario.
Santa Rosa de Lima, primera santa de América, siglo XVII
Libertad y responsabilidad, nº 1730-1738

Día 24. Martes. San Bartolomé, apóstol, fiesta, siglo I
La misión de los apóstoles, nº 858-860

Día 25. Miércoles de la semana XXI del Tiempo Ordinario.
San José de Calasanz, presbítero y fundador, siglo XVII
La libertad humana en la economía de la salvación, nº 1739-1742

Día 26. Jueves. Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, religiosa y fundadora, siglo XIX
La moralidad de los actos humanos, nº 1749-1756

Día 27. Viernes. Santa Mónica, madre de San Agustín, siglo IV
La conciencia moral: el dictamen de la conciencia, nº 1776-1782

Día 28. Sábado. San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia, siglo IV
La formación de la conciencia, nº 1783-1785
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jueves, 19 de agosto de 2021


DIARIO. La Divina Misericordia en mi alma
Santa María Faustina Kowalska

Dice su prólogo: “Su autora, la santa María Faustina del Santísimo Sacramento, de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, de Cracovia, Polonia, lo escribió por orden de su director espiritual, el Rvd. P. Miguel Sopocko, queriendo además, cumplir y obedecer la voluntad de Jesús: Hija Mía, sé diligente en apuntar cada frase que te digo sobre Mi misericordia porque están destinadas para un ´número de almas que sacarán provecho de ellas 
(Diario, 1142).

Su misión era transmitir lo que quería Nuestro Señor, es decir que todo el mundo conociera la Misericordia de Dios. Su Diario es un impresionante relato de las ascensiones y de la oscuridad del alma, es un testimonio de la confianza total en la infinita misericordia de Cristo. El Diario está contenido en seis cuadernos. Sor Faustina escribía como pensaba y como hablaba. Cada frase es una fuente de conocimiento divino.

En 1980, el Santo Padre Juan Pablo II, dedicó a la “Divina Misericordia” su segunda encíclica: Rico en misericordia, Sería muy de desear su estudio detallado para indicar los puntos de contacto entre el Diario de Sor Faustina y la mencionada encíclica. Los puntos de contacto son seguramente numerosos porque se inspiran en la misma fuente, es decir, la revelación de Dios y las enseñanzas de Cristo.

Índice de temas / voces: Amor a Dios, Amor al prójimo, Ángel, Añoranza de Dios, Apostolado, Confesión (su importancia), Confianza en la Divina Misericordia, Congregación, Diablo (ver Satanás), Diario espiritual, Dios (atributos de Dios), Dirección espiritual, Dios Misericordioso, Corazón Misericordioso de Jesús, Hora de la Misericordia, Coronilla, Letanías, Novena, Imagen, Fiesta, Gracias de la Divina Misericordia, Unión espiritual con los agonizantes, Relaciones con almas del purgatorio, Conocimiento del estado de alma de otras personas, Enseñanzas divinas, Eucaristía, Examen de conciencia, Fe, Fidelidad, Gracia de Dios, Humildad, Iglesia, Infancia divina, Intención, Madre de Dios, Mandatos de Dios, Misión de Sor Faustina, Muerte, Oración (importancia, valor), Fórmulas de Sor Faustina, Paciencia, Pecado/pecador, Pobreza, Propósitos de Sor Faustina, Pureza, Purgatorio, Sacrificio, Santidad, Silencio, Sufrimiento (importancia y valor), Sufrimiento espiritual, Sufrimiento estigmático, Sufrimiento físico, Tentación, Unión con Dios, Voluntad de Dios,

Hija Mía, Me das la mayor gloria a través de la paciente sumisión a Mi voluntad, y te aseguras méritos grandes que no alcanzarás ni con ayunos ni con ningunas mortificaciones. (Diario 904)

Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura. (Diario 1215)

Hija Mía, tu compasión de Mí es un alivio para Mí, tu alma adquiere una belleza particular meditando Mi Pasión. (Diario 1657)

Mira Mi Corazón lleno de amor y de misericordia que tengo por los hombres y especialmente por los pecadores. Mira y medita sobre Mi Pasión. (Diario 1663)

Cuánto deseo la salvación de las almas. Mi querida secretaria, escribe que deseo derramar Mi vida divina en las almas humanas y santificarlas, con tal de que quieran acoger mi gracia. (Diario 1794)

La primera edición en España en 2003, por Ediciones Levántate, Granada, Índices: Personas, Lugares, General. 720 p. 36 fotografías, algunas de época. ISBN 84-933295-1-7

domingo, 15 de agosto de 2021

 


Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 15 al 21 de agosto 2021
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Asunción en cuerpo y alma al Cielo
      Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado
que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminando el
curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial

                                (Pío XII, Const. Apost. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950)
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Día 15. DOMINGO. ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, solemnidad.
María asunta, madre en el orden de la gracia, nº 966-970

Día 16. Lunes de la semana XX del Tiempo Ordinario.
San Esteban, rey de Hungría, siglo XI
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, nº 2822-2827

Día 17. Martes de la semana XX del Tiempo Ordinario.
San Jacinto, patrón de Polonia, siglo XIII
Danos hoy nuestro pan de cada día, nº 2828-2837

Día 18. Miércoles de la semana XX del Tiempo Ordinario.
Santa Elena, reina, siglo IV
Perdona nuestras ofensas, nº 2838-2841

Día 19. Jueves de la semana XX del Tiempo Ordinario.
San Juan Eudes, fundador, siglo XVII
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, nº 2842-2845

Día 20. Viernes. San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, siglo XII
No nos dejes caen en la tentación, nº 2846-2849

Día 21. Sábado. San Pío X, papa, siglo XIX
Y líbranos del mal, nº 2850-2854
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jueves, 12 de agosto de 2021


LA ESPERANZA CRISTIANA, 2ª parte, continúa
No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. (San Juan 14,1)

“Nosotros, los cristianos de este mundo, nos apoyamos sobre la esperanza; y cuando caiga la esperanza, junto con la fe, al final de nuestra jornada terrena, entonces tendremos la alegría de la posesión sin sombras y el reino de la caridad sin más temores. Al final de nuestra vicisitud humana, hermano mío, habrá para cada uno de nosotros o la alegría de la posesión o la desesperación de verse para siempre privados de Dios.

La esperanza, virtud teologal, nos hace tender continuamente  hacia Dios, confiando, para llegar hasta El, en el socorro que nos ha prometido: Confidite, Ego vici mundum, tened confianza, Yo he vencido al mundo. El motivo formal  (como suelen decir los teólogos) de esta virtud es Dios, que siempre nos socorre: Deus auxilians, Dios auxiliador, la omnipotencia auxiliadora. Sin embargo, a veces ocurre que nosotros, los cristianos (y ésta es una de tantas contradicciones de nuestra vida), sustituimos en  nuestra alma y en nuestro corazón esa grande y hermosa esperanza, que es la de Dios y la de nuestro último fin, por otras esperanzas humanas más pequeñas, aunque sean hermosas. Y no es que los cristianos no deban tener esperanzas humanas, antes al contrario: incluso existen bellas y nobles esperanzas que deben estar en nuestro corazón más que ninguna otra. Pero también aquí  -en la “provincia” de la esperanza-  es menester que en nuestra alma y en nuestro corazón existan el orden, la jerarquía y la armonía de las esperanzas, y que ninguna esperanza humana  -por noble y bella que sea-  pueda oscurecer la luz y disminuir la fuerza de la esperanza de poseer y gozar para siempre, en la vida eterna, a Dios, nuestro último fin.

Sucede así a veces, en nuestra vida, que Dios, a través del juego de su Providencia, hace caer miserablemente alguna esperanza humana que nuestra personal “medida de valores”  había hecho quizá exorbitante, con el fin de impedir que pueda ocupar en nuestro corazón aquel sitio que sólo la gran esperanza de Dios debe llenar. Es menester entonces que nosotros sepamos seguir el juego de la Providencia y aprendamos a restablecer el verdadero orden de los valores en la escala de la esperanza. Dios nos ayudará eficazmente a calmar aquellas esperanzas humanas que, en obsequio al orden por El establecido, no hemos vacilado en colocar en su justo puesto. Si, por el contrario, a esa quiebra por disposición divina de humanos esperanzas respondiéramos alejando pertinazmente de nosotros la gran esperanza de Dios, cavaríamos entonces con nuestras propias manos un foso de rebeldía y de desesperación.

No tengo necesidad de decirte, amigo mío, cuántas crisis de este género he conocido: también  tú, en tu experiencia, habrás conocido muchas. Crisis de las que, a menudo, sólo vemos el aspecto humano y exterior, y a las cuales demos el nombre de complejo o de neurosis, cuando su verdadera fisonomía es otra y su diagnóstico ha de ser de signo más espiritual, de contenido más profundo.

Una cosa es muy cierta: hasta que no poseamos y vivamos la verdadera virtud cristiana de la esperanza, faltará en nuestra vida la firmeza y viviremos en  la inestabilidad. Pasaremos con extremada facilidad de la presunción, cuando todo vaya bien y nuestra vida progrese sin sacudidas y desilusiones, al desaliento que apuntará y se anidará en nuestro ánimo tan apenas vaya algo contra nuestras previsiones, choque contra nuestra susceptibilidad, descomponga nuestros programas y desilusione nuestras expectativas”.                                  

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Del libro Ascética meditada, Salvador Canals, Colección Patmos, p. 54-56)

domingo, 8 de agosto de 2021



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 8 al 14 de agosto 2021
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Las virtudes teologales
     Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan
las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina.
     Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del
cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales.

                                 (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1812-1813)
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Día 8. DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
Oración de la Iglesia, nº 2767-2772

Día 9. Lunes. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
virgen y mártir, patrona de Europa, fiesta, siglo XIX-XX
¡Padre! nº 2777-2785

Día 10. Martes. San Lorenzo, diácono y mártir, fiesta. siglo III
Los tres grados del sacramento del Orden, nº 1554

Día 11. Miércoles. Santa Clara, virgen y fundadora, siglo XII
Padre “nuestro” nº 2786-2793

Día 12. Jueves de la semana XIX del Tiempo Ordinario.
Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa, co-fundadora, siglo XVI-XVII
Que estás en el cielo” nº 2794-2796

Día 13. Viernes de la semana XIX del Tiempo Ordinario.
Santos Ponciano, papa e Hipólito, presbítero, mártires, siglo III
Las siete peticiones, nº 2803-2806

Día 14. Sábado de la semana XIX del Tiempo Ordinario.
San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir, siglo XX
“Santificado sea tu nombre” nº 2807-2815
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jueves, 5 de agosto de 2021


TIEMPO PARA DIOS. Guía para la vida de oración
(Por tanto, os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo recibisteis, (Mc 11, 24)

Se trata de una publicación, desarrollada en pocas páginas (128) que orienta y afianza la vida de piedad, donde el autor ofrece en este breve, jugoso y rico texto, sugerencias y consejos para hacer oración, aprovechando las aportaciones, entre otros, de santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Lisieux, Padre Libermann y variadas citas del Santo Evangelio.

La primera edición en septiembre 2001, hoy cuenta con veinte ediciones de la castellana, lo que confirma el éxito y gran aceptación, con un lenguaje sugerente. Publicado en Ediciones Rialp, Colección Patmos, nº 217, Los cinco capítulos:

I,      LA ORACIÓN NO ES UNA TÉCNICA, SINO UNA GRACIA.
II,    CÓMO EMPLEAR EL TIEMPO DE LA ORACIÓN.
III,   EVOLUCIÓN DE LA VIDA DE ORACIÓN.
IV,   LAS CONDICIONES MATERIALES DE LA ORACIÓN.
V,     ALGUNOS MÉTODOS DE ORACIÓN

Para perseverar en la vida de oración. Es necesario evitar extraviarse partiendo de pistas falsas. Es indispensable, pues, comprender lo que es específico de la oración cristiana y la distingue de otras actividades espirituales.

“La fe y la confianza, bases de la oración. La primera disposición y la más fundamental es una actitud de fe, la vida de oración implica una parte de lucha; y el arma esencial de esa lucha es la fe.
 
Fe en la fecundidad de la vida de oración. El Señor nos llama a una vida de oración porque es la fuente de una infinidad de bienes para nosotros. Nos transforma íntimamente, nos santifica, nos sana, nos permite conocer y amar a Dios, nos hace fervorosos y generosos en el amor al prójimo. “Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá” (Mt.7,7)

“Sin vida de oración, no hay santidad. En primer lugar, es necesario estar convencido de la vital importancia de la oración. Y es que sin la oración, no podemos recibir la ayuda de Dios necesaria para transformarnos y santificarnos en profundidad.

“El tiempo que se dedica a Dios no es un tiempo que se roba a los demás. Me permitiré otra reflexión: Uno de los grandes dramas de nuestra época estriba en que ya no somos capaces de hallar tiempo los unos para los otros, de estar presentes los unos ante los otros. “Conviene orar con perseverancia y no desfallecer” (Lc 18,1)

Dios se nos da a través de la Humanidad de Jesucristo. Hacemos oración para entrar en contacto con Dios, pero a Dios nadie lo conoce. ¿Cuál es el modo, el medio que se nos ha dado para encontrar a Dios? Hay un único mediador, el Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. La Humanidad de Jesús.

“Dios habita en nuestro corazón. Desearíamos ahora enunciar un cuarto principio teológico de gran importancia también como guía en la vida de oración; a través de esta pretendemos ponernos en la presencia de Dios.

“De la inteligencia al corazón. Evidentemente, la vida de oración no es una realidad estática, sino que sigue un desarrollo, unas etapas, un progreso no siempre lineal.

“El momento para hacer oración. Cualquier momento es bueno para hacer oración pero, dentro de nuestras posibilidades, tratemos de dedicarle los momentos más favorables: aquellos en los que el alma está relativamente fresca, no agobiada.

Lugar. Dios está presente en todas partes y se puede rezar en cualquier lugar: en una habitación, en un oratorio, delante del Santísimo Sacramento, en el tren y hasta en la cola del supermercado.

Autor: Jacques Philippe es miembro de la Comunidad de las Beatitudes. En su seno ha asumido importantes responsabilidades (consejo general, responsable de los sacerdotes y los seminaristas, responsable de la formación de los pastores). Ordenado sacerdote en 1985, predica retiros en Francia.

domingo, 1 de agosto de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 1 al 7 de agosto 2021
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Virtud cardinal de la templanza
      La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y
procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la
voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

                                                                                           (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1809)
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Día 1. DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
San Alfonso María de Ligorio. Obispo, fundador y doctor de la Iglesia, siglo XVIII
Necesidad de una humilde vigilancia, nº 2729-2733

Día 2. Lunes de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica, siglo XVII
La confianza filial, nº 2734-2737

Día 3. Martes de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Santa Lidia, primera cristiana europea, siglo I
La oración es eficaz, nº 2738-2741

Día 4. Miércoles. San Juan María Vianney (Cura de Ars), presbítero, siglo XVIII-XIX
Perseverar en el amor, nº 2742-2745

Día 5. Jueves de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor
La oración de la hora de Jesús, nº 2746-2751

Día 6. Viernes. TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR, fiesta
La voz del Padre designa a Cristo como “Hijo amado” nº 444-445

Día 7. Sábado de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
San Sixto II, Papa, siglo III
La oración del Señor. “Padre nuestro” nº 2759-2760
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