domingo, 31 de octubre de 2021

                          Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
                     siguiendo el Año litúrgico. Del 31 octubre al 6 noviembre 2021
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Todos llamados a ser santos
    Todos estamos llamados a la santidad: para todos hay las gracias necesarias
y suficientes (...) La tentación más engañosa y que se repite siempre, es la de
querer cambiar la sociedad, cambiando solamente las estructuras externas;
querer hacer feliz al hombre en la tierra, satisfaciendo únicamente sus
necesidades y deseos.             
(Juan Pablo II, Homilía, 26 octubre 1980)
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Día 31. DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
San Quintín, mártir, siglo III
La misión, exigencia de la catolicidad de la Iglesia, nº 849-857

Dia 1. lunes. Todos los santos, solemnidad
La comunión de los santos, nº 954-959

Día 2. martes. Conmemoración de todos los fieles difuntos
El sentido de la muerte cristiana, nº 1010-1014

Día 3. miércoles de la semana XXXI del Tiempo litúrgico Ordinario
San Martín de Porres, religioso dominico, 1579-1639
Razón del ministerio eclesial, nº 874-879

Día 4. jueves. San Carlos Borromeo, cardenal de Milán, siglo XVI
Los fieles laicos, nº 897-900

Día 5. viernes de la semana XXXI del Tiempo Ordinario
Santa Ángela de la Cruz Guerrero, fundadora Compañía de las
Hermanas de la Cruz, 1846-1932
La participación de los laicos en la misión... (1) nº 901-907

Día 6. sábado, Santos Pedro Poveda Castroverde e
Inocencio de la Inmaculada, presbíteros y mártires, siglo XX
La participación de los laicos en la misión... (2) nº 908-913
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miércoles, 27 de octubre de 2021

 

                                      LAS HUMILLACIONES, 2ª y última parte 

             Nuestra primera reacción frente a todo esto ha de ser una reacción de humildad. Aceptar la humillación o el fracaso como verdadera humildad, con la que se llama humildad de corazón, porque en él tiene sus raíces y de él saca toda su fuerza. Y no sólo aceptar la humillación, sino amarla, amar nuestra propia miseria y llegar por ese camino a dar gracias al Señor porque ha hecho que nos conozcamos tal como somos en realidad.

            Evitaremos, por consiguiente, todo lo que sea o sepa a rebeldía interior contra estas humillaciones o fracasos. ¡Qué falta de humildad de corazón demostraríamos si nos rebelásemos contra ese estado de humillación, en el que la bondad y la Providencia de Dios quieren poner a nuestra alma para que madure y se una más a Él!

No sólo debes impedir ese rebeldía, sino que debes también evitar con cuidado toda justificación ante ti  mismo y ante los demás.

Las fáciles y abundantes justificaciones que, si no eres verdaderamente humilde, hallarás para alimentar tu soberbia, que surge en defensa del alto concepto que tienes de ti mismo, cortarán al nacer todos los frutos de humildad y de eficacia que Dios reservaba a tu alma. ¡No te justifiques ante tu alma sola y humillada! Ahoga en la humildad ese razonamiento soberbio que ha de cerrar, en apariencia, una herida mal cicatrizada. Ten la valentía de despreciar ese contraataque del orgullo que quiere recuperar las posiciones que perdió tu amor propio. Vuelve la espalda y el rostro a la insidiosa caricia de la soberbia. Persuádete de que ésta es la hora de Dios. Ama nesciri et pro nihilo reputari, gusta que no te comprendan y de que te tengan por nada.

Pero tampoco debes desalentarte ante la humillación. Este es el último escollo que tu psicología tiene que superar para que no quede ningún complejo en tu carácter, ni limitación alguna en tu capacidad de trabajo y de servicio de Dios. El bálsamo de optimismo y de la confianza obrará de modo que la herida -cauterizada por la humildad- cicatrice perfectamente y se transforme en un trofeo de gloria. La desconfianza y el desaliento provocarían un terrible daño a tu lucha ascética y a tu vida de apostolado.

Después de haber reaccionado con humildad de corazón y de haber evitado, también con humildad, los escollos que acabo de indicarte, nos volveremos a levantar, amigo mío, con gran confianza. ¡Qué buen punto de partida para nuestra confianza esta humillación aceptada con humildad!

Sintamos con San Pablo la fuerza y el empuje que la virtud de la esperanza que, como el viento del mar, hincha las velas de la nave de nuestra vida interior: Cum infirmor tunc sum, cuando soy más débil, es cuando soy más fuerte. Ahora que soy más consciente de mi debilidad podrá apoyarme eficazmente en la fortaleza de Dios. Pues esta esperanza volverá a despertar el adormecido amor y hará, amigo mío, que hallemos palabras apropiadas para expresarlo al Señor. Y no conozco palabras más apropiadas que ese momento espiritual que las de Pedro a Cristo, palabras de amor contrito y confiado, en su primer encuentro después de la triple negación: Domine, tu onmia noscis, ¡tu scis quia amo Te!; Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. Tú sabes ¡oh Señor!, que te amo a pesar de todas las cosas y sobre todas las cosas. Y el peso que nos oprimía desparece y de la humillación no queda otra cosa que humildad, experiencia, confianza y amor.

La humildad y la confianza llevan de la mano a nuestra alma hacia la alegría y la decisión. ¡Cuántos los recursos de la humildad! Nuestras fuerzas han aumentado, nuestra decisión se ha hecho más firme y más prudente. La alegría arranca entonces a nuestra alma las alborozadas palabras de San Pablo: Libenter gloriabor infirmitativus meis, me gloriaré gustosamente en mis debilidades. Y la decisión se concreta en aquellas otras palabras del Doctor de las Gentes: Omnia possum, ¡todo lo puedo!

El coloquio con la Virgen María, que es toda humildad, surge tan espontáneo que prefiero no escribirlo: prefiero que tu alma y la mía lo tengamos con Ella a solas”.           

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       (capítulo del libro Ascética meditada, del autor Salvador Canals, publicado por 
        Ediciones Rialp, Colección Patmos, nº 110, p. 80-83)

lunes, 25 de octubre de 2021

 

                                              IV NUEVA EVANGELIZACIÓN

“Retomamos la conversación después de un breve descanso. A medida que pasaba el tiempo, era fácil darse cuenta de que todos los participantes se iban metiendo más y más interesados en el desarrollo del intercambio de opiniones y pareceres. 
Un profesor joven que estaba comenzando también a participar en la vida política, comenzó a raíz de lo que había oído:

“Que se nos anime a influir en la sociedad y en la cultura, sin ningún complejo porque algunos piensen que nos van a parar porque nos llamen “conservadores”, “anticuados”, retrógrados”, o cualquier otra tontería que se les ocurra. Los cristianos sabemos -e insisto como el compañero, que no lo “creemos”, sino que lo sabemos porque la historia habla muy claramente al respecto-, que una sociedad en la que se asiente la justicia, la paz y buen convivir de unos con otros, sólo puede ser construida y vivida por personas que crean en Dios, en la ley de Dios, y en la Ley natural, que también es de Dios. En definitiva, en la Verdad del respecto a la persona humana, que intentan poner en práctica, en medio de errores que nada quitan a la grandeza del proyecto, hombres y mujeres que se sepan criaturas de Dios, que viva con Libertad sus Mandamientos, y crean, así Crean, en la Vida Eterna”.

Un profesor universitario con no pocos años de docencia a sus espaldas y en su corazón, que hasta en ese momento había permanecido pensativo y silencioso, tomó la palabra.

“Si de verdad queremos servir a nuestros conciudadanos afirmando la Verdad de Cristo, de Dios, sin complejo alguno, valientes y claros como los primeros cristianos, pienso que no lo conseguiremos hacer si no vivimos con profundidad los Sacramentos, y manifestamos así nuestra Fe. Cristo quiere vivir en nosotros siempre, y nosotros vivimos con Él y en Él, viviendo los Sacramentos, y en ellos nos da la Gracia –“una cierta participación en la naturaleza divina”- que hace posible que nosotros podamos dar con nuestra conducta un buen testimonio de la Verdad, de Cristo.
Bautizando a nuestros hijos, pidiendo perdón por nuestras faltas y pecados en la Confesión, recibiendo al Señor en la Eucaristía y siendo bien conscientes, los que estamos casados, de que el Matrimonio es un Sacramento: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” podremos de verdad, con el testimonio de nuestra vida, llevar a cabo esa “nueva evangelización” que hoy nos pide la Iglesia, y que es un reverdecer de la Evangelización de siempre siguiendo “la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, sacando de ellas cosas nuevas, coherentes siempre con las antiguas” como dice el Concilio Vaticano II”.

Silencio. Las palabras del profesor hicieron reflexionar a más de un participante.

Un doctorado en Filosofía manifestó su acuerdo con lo que había oído, y considerando que Cristo es Dios y hombre verdadero, y está invitándonos a vivir con Él la Religión revelada por Dios, y darla a conocer a todos los hombres, a todas las naciones, en todo el mundo, nos leyó lo que sigue a las palabras del Concilio que había dicho el profesor, y que son una clara manifestación de la misión que Cristo nos ha dado a todos los que creemos en Él y que creemos que fundó la Iglesia precisamente para que diera un testimonio de la Verdad hasta el fin de los tiempos: 
“En primer lugar, profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (San Mateo, 28,19-20)” (continuará).

                         (Publicado por Religión Digital, autor, Ernesto Juliá, el 11 octubre 2021)

domingo, 24 de octubre de 2021



                             Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
                             siguiendo el Año litúrgico. Del 24 al 30 de octubre 2021
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Sin hábitos no hay educación
    Trasmitir el progreso científico o económico es relativamente fácil,
pero transmitir los progresos morales siempre será difícil, pues
requieren su asimilación personal y su empleo práctico. Sin hábitos no
hay educación, solo se ilustra. Por eso es imprescindible el esfuerzo
personal por adquirir esos hábitos. Y eso resultará costoso siempre,
en cualquier lugar o época. Es un progreso personal que nos lleva
la vida entera y del que depende en gran parte el acierto en el vivir.

                                     (Alfonso Aguiló, Redescubrir la familia, p. 9, Ediciones Palabra)
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Día 24. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
San Antonio María Claret, obispo y fundador, siglo XIX
La Iglesia es la Esposa de Cristo, nº 796

Día 25. lunes de la semana XXX del Tiempo Ordinario
Santos Crispín y Crispiniano, mártires, siglo III
La Iglesia, Templo del Espíritu Santo, nº 797-798

Día 26. martes de la semana XXX del Tiempo Ordinario
San Evaristo, papa y mártir, siglo I
La Iglesia es católica, nº 830-831

Día 27. miércoles de la semana XXX del Tiempo Ordinario
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos) mártires, siglo III
Cada una de las Iglesias particulares es "católica", nº 832-835

Día 28. jueves. Santos Simón y Judas, apóstoles, fiesta
Desde la Iglesia a los apóstoles, 1086-1087

Día 29. viernes de la semana XXX del Tiempo Ordinario
San Narciso de Jerusalén. obispo, siglo I
Quien pertenece a la Iglesia católica, nº 836-838

Día 30. sábado de la semana XXX del Tiempo Ordinario
San Marcelo, mártir, siglo III-IV
La Iglesia y los no cristianos, nº 839-845
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miércoles, 20 de octubre de 2021

 

LAS HUMILLACIONES, 1ª parte

“Si la paciencia es la vida que conduce a la paz y el estudio el sendero que conduce a la ciencia, la humillación es el único camino que conduce a la humildad.

Sobre esta última consideración discurriremos ahora tú y yo, después de haberos quedado solo con Dios nuestro Señor.

Si queremos una verdadera y auténtica vida espiritual, nos hace falta una preocupación muy actual y muy firme de humildad. Y esta preocupación de humildad nos lleva a preguntarnos cómo hemos de reaccionar, para sacar el mayor fruto posible en nuestra vida espiritual, ante las humillaciones que el Señor nos hace sentir en lo más profundo de nuestra alma y ante las que nos pone en camino de nuestro trabajo.

Hay momentos -momentos delicados- en la vida espiritual, en los cuales el alma se siente profundamente humillada. Iluminaciones muy concretas y muy claras de Dios nuestro Señor descubren y subrayan cuanto de más humillante pueden tener nuestras miserias y nuestras deficiencias, nuestras inclinaciones, nuestras imperfecciones y nuestros defectos.

Los ojos de nuestra alma se abren sobre aquello que, sin querer, somos; sobre aquello que, sin querer, sentimos; y sobre aquello que, a pesar de detestarlo, nos atrae. Muchos defectos tal vez desconocidos hasta entonces aparecen, con perfiles claros y precisos, ante la mirada atónita del alma. Y los fracasos y deficiencias que nuestra vida conoció invaden impetuosamente el campo de nuestra conciencia.

En circunstancias de mayor recogimiento, un día de retiro, en período de ejercicios espirituales, es fácil que nuestro Señor ponga a las almas en este camino para hacer que crezcan en la humildad y que ahonden en el conocimiento de sí misma.

En tales momentos, en tales circunstancias, acuérdate, amigo mío, de la frase que ahora te digo: ¡Digitus Dei est hic! ¡Aquí está el dedo de Dios! No olvides que el amor que Dios siente hacia ti es el que te da estas luces de conocimiento de ti mismo, este sentimiento de lo que has sido o de lo que eres., esta humillación cuya intensidad ha de empujar a tu alma por el camino de la humildad. No olvides que el Señor reserva este trato para aquellos a quienes ama más:  Ego quos amo et arguo, Yo reprendo y corrijo a cuantos amo.

Por eso, amigo mío, nuestra reacción sobrenatural ante esta humillación ha de ser la de un acto de profunda acción de gracias: gratias Tibi quia humiliasti me, gracias te doy, Señor, porque me humillaste. Esta humillación interior, este fracaso exterior, dejarán a tu vida una mayor santidad, y es muy probable que una eficacia insospechada a tu actividad.

Pero no pienses que eres peor ahora que ves lo que antes no veías, ahora que sientes profundamente lo que antes no sentías, ahora que has tenido ocasión de conocer una deficiencia de tu carácter, de tu formación y de tus actitudes. No eres peor; eres mejor o, por lo menos, estás en óptimas condiciones para mejorar. Has recorrido en esos momentos -¡si sabes aprovecharlos!- la mitad del camino, porque sabes dónde está el mal que debes eliminar, porque conoces el defecto que debes combatir y conoces también las precauciones que debes tomar para evitar sorpresas.

¿Cuál debe ser, pues, nuestra disposición espiritual y nuestra reacción sobrenatural ante estas humillaciones internas y ante estos fracasos externos que amenazan la paz y la tranquilidad de nuestra vida interior?” (continúa)

  (capítulo del libro Ascética meditada, de Salvador Canal, Colección Patmos, nº 110, p. 77-80)

 

domingo, 17 de octubre de 2021

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica, 
siguiendo el Año litúrgico. Del 17 al 23 de octubre 2021 

Los Sacramentos: canales de la gracia 
    Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación 
del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero en cuanto a signos, 
también tienen un fin pedagógico. No solo suponen la fe, sino que a la vez la 
alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por eso 
de llaman sacramentos de la fe   (Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, nº 59)
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 Día 17. DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar 
 San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, siglo I 
 La Iglesia, a la vez visible y espiritual, nº 770-771
 
 Día 18. Lunes. San Lucas, evangelista, fiesta, siglo I 
 El Nuevo Testamento, nº 124-127 

 Día 19. Martes de la semana XXIX del Tiempo Ordinario 
 San Pablo de la Cruz, Fundador Congregación Clérigos Regulares, 1694-1775 
 La Iglesia, Misterio de la unión de los hombres con Dios, nº 772-773 

 Día 20. Miércoles de la semana XXIX del Tiempo Ordinario 
 San Cornelio centurión, siglo I 
 La Iglesia, sacramento universal de la salvación, nº 774-776 

 Día 21. Jueves de la semana XXIX del Tiempo Ordinario 
 Santa Úrsula y compañeras mártires, siglo IV 
 La Iglesia, pueblo de Dios, nº 781-785 

 Día 22. Viernes de la semana XXIX del Tiempo Ordinario 
 San Juan Pablo II, Papa, siglo XX 
 La Iglesia, Cuerpo de Cristo, nº 787-791 

 Día 23. Sábado de la semana XXIX del Tiempo Ordinario San Juan de Capistrano, 
presbítero franciscano, 1386-1456 
Cristo, Cabeza de este Cuerpo, nº 792-795 
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viernes, 15 de octubre de 2021

                                

                          III NUEVA EVANGELIZACIÓN


Interrumpimos por unos minutos el ritmo del encuentro y de la conversación. Rezamos
el Ángelus, rogamos a la Santísima Virgen que nos acompañara, y seguimos adelante
recogiendo respuestas a la pregunta con la que comenzamos el encuentro, y que
recojo de nuevo aquí: “¿Qué esperáis oír cuando os hablan en el ambiente de la Iglesia de

“nueva evangelización”, y de la necesidad de vivirla con creatividad, con discernimiento, 
y en plena libertad en el diálogo con todos, creyentes y no creyentes?”.

Un filósofo, profesor de Instituto, después de hacer referencia a la civilización atea que
se está queriendo implantar en Occidente, nos leyó una consideración de Václav Havel,
primer presidente de la República Checa, que Giulio Meotti recoge en su libro “
¿El último Papa de Occidente?”. “Una civilización que estaba abocada a la catástrofe”.
 Y añade. “Havel no era religioso, pero odiaba la “relativización de las normas morales”, 
y creía que todos los valores que él apreciaba, se perderían si el hombre moderno no 
redescubría su "ancla trascendental”. La democracia no puede garantizar la dignidad, la 
libertad y la "responsabilidad de las personas. La fuente de ese potencial humano fundamental 
se encuentra en otra parte: en la relación del hombre con lo que le trasciende”.

Havel se queda en eso que llama “transcendente”, que no pasa de ser un término
abstracto construido por el hombre, y no llega a un Dios personal, comentó. Y ese Dios
personal, Padre, Hijo y Espíritu, al que Cristo, Hijo de Dios hecho hombre, nos da a
conocer; es Dios a Quien nosotros hemos de predicar y de manifestar al mundo. Como
hizo san Pablo con los atenienses. No le creyeron, siguió, pero sobre los dos o tres que
sí le creyeron, Pablo sembró la semilla de la Fe en Grecia, en Europa”.

Otro señaló a renglón seguido: “Me parece muy bien, pero hoy hay mucha gente, y
muchos jóvenes, que no han recibido ninguna formación religiosa, que acaso han sido
bautizados y después ni sus padres ni sus maestros les han enseñado a rezar, ni a
pensar en Cristo, Dios y hombre verdadero. Si no conocemos bien a Cristo, si no
vislumbramos el amor de Dios, en su Pasión, Muerte y Resurrección, se nos hará muy
difícil hacer comprender y vivir los Mandamientos, que nos ayudan a actuar
verdaderamente como cristianos”.

Un pequeño descanso para asimilar bien lo dicho hasta ahora; y apenas pasados unos
minutos, un licenciado en Física comentó: “Me gustaría que en la Iglesia se hable con
mucha claridad, y no se caiga en la trampa del lenguaje que los que atacan la fe
dominan bien. Por ejemplo. La Verdad existe. Nosotros no “creemos” que el aborto es
un asesinato, y que las ideologías lgtbi corrompen al hombre y a la mujer, porque nos
lo dice nuestra Fe. No. Nosotros “no creemos en eso”, lo sabemos. Y lo sabemos
porque la ciencia manifiesta claramente que en el embrión está ya un ser humano que
comienza su desarrollo vital; y que los seres humanos nacemos hombres o mujeres,
con todas nuestras células de hombre o de mujer”.

“Y distinguiendo claramente Ciencia y Fe, me gustaría que se vuelvan a emplear en las
homilías y, especialmente en las Misas de Difuntos, las palabras que abren la
inteligencia, la razón, a la Fe en la Vida eterna: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. Sin la
perspectiva y esperanza de vivir en Cristo y con Cristo, el hombre pierde el sentido de
su vida en la tierra, y ni los logros de la ciencia, de la técnica, ni el cuidado de la casa
común, ni del cambio climático, ni de ir a vivir en cualquier estrella, llenan nuestros
corazones, nuestras ansias de Amor”.

Terminamos el encuentro en silencio y más pensativos. Somos bien conscientes de
que, además de crecer más en el conocimiento de Cristo, de asentar las Verdades de
la Fe en nuestras inteligencias, hemos dar testimonio de esa Fe a muchos compañeros
que no la viven, aunque estén bautizados; o que nunca han oído hablar de ella, si no lo
están. Convencidos como estamos de que Dios nos ha creado a todos, es Padre de
todos, y sabe que nuestra felicidad en la tierra es la de vivir Él con nosotros, y que
nosotros vivamos con Él.

                 (publicado en Religión confidencial, autor, Ernesto Juliá, 4 octubre 2021)

jueves, 14 de octubre de 2021

 

                              SAGRADA BIBLIA: GÉNESIS

“Las palabras con las que comienza la narración   –“En el principio, creó Dios…”-reflejan la intencionalidad e incluso el contenido el primer libro de la Biblia: mostrar cómo actuó Dios en el comienzo del mundo, de las naciones y, sobre todo, en el comienzo del pueblo de Israel. Únicamente la acción de Dios viene a dar la explicación última de las realidades y de la historia que el autor conoce. No se trata, por tanto, de una explicación científica de las cosas o de la historia, sino religiosa. Conviene tener presente este aspecto para comprender rectamente el libro cuyo nombre -Génesis-, que se le dio al ser traducido al griego en el siglo II a.C., significa sencillamente “Los orígenes”.

Estructura y síntesis del contenido. A lo largo del Génesis se repite diez veces una frase equivalente a “Éstas son las generaciones orígenes, descendencia) …”, que estructura la trama del libro en diez secciones de extensión muy desigual, e imprime un progreso a la narración. Sin embargo, las diferencias de contenido entre los once capítulos y el resto del libro son tan notables que el Génesis suele ser divido a la vez en dos grandes partes: 

Primera parte: Creación y primera etapa de la humanidad (1,1-11,26). Contiene la creación y lo que podría llamarse la prehistoria. Incluye cinco de las secciones marcadas con la frase “Estas son las generaciones…”

 Segunda parte: Origen y formación del pueblo elegido (11,27-50,26). Abarca la historia de los patriarcas, es decir, la historia de los orígenes remotos de Israel, en continuidad con lo narrado en la primera parte.

Marco histórico. La primera parte revela propiamente verdades de orden religioso y, para ello, el hagiógrafo se sirve de un lenguaje simbólico común en la antigüedad. Los once primeros capítulos enseñan lo concerniente a los orígenes, dando al mismo tiempo explicación de la realidad presente. Tal explicación supone la fe en el Dios único que se ha revelado en la historia, y no procede de las intuiciones religiosas….

La segunda parte tiene un tomo muy distinto. Lo narrado en la historia de los patriarcas delata unos contextos geográficos e históricos determinados. La arqueología confirma el marco socio-cultural que reflejan los relatos sobre los patriarcas. El escenario es el Medio Oriente, en concreto, el arco formado por Mesopotamia, Palestina y Egipto. Donde florecieron las civilizaciones más antiguas. La época en que tienen lugar los acontecimientos se sitúa a partir del siglo XVIII a.C., cuando parece que tuvo lugar la llegada de Abrahán a Canaán, sin que se pueda precisar con exactitud el tiempo de la bajada de los hijos de Jacob a Egipto. En cualquier caso, lo narrado en el Génesis se sitúa antes del siglo XIII a.C., cuando tuvo lugar presumiblemente el éxodo.

 Composición. Para llevar a cabo la revelación de Sí mismo, Dios guio una profunda reflexión en el pueblo elegido acerca de los orígenes. Muchos de ellos pueblos vecinos también habían pensado sobre ello y para intentar explicar las realidades que escapaban a su capacidad de expresión ordinaria, habían creado muchos mitos acerca del origen del mundo y del hombre, así como de las primeras etapas de la historia humana.

 Enseñanza. La idea central del Génesis, como la de todo el Pentateuco, es la elección de Israel por parte de Dios. El Génesis enseña que esa elección comienza con la llamada de Abrahán, y es secundada por el patriarca mediante una obediencia tal, que llega incluso a aceptar el sacrificio de su hijo Isaac. Por otra parte, el Génesis enseña verdades fundamentales: la creación del mundo y del hombre por Dios, la unidad del género humano, el origen del mal debido al pecado de nuestros primeros padres y su presencia a lo largo de la historia, así como la esperanza de la salvación.

 Comprensión del Génesis desde el Nuevo Testamento. Leído a la luz del N.T., es decir, a la luz de la Persona y la obra de Cristo, adquiere una dimensión nueva. Jesucristo ratifica el valor perenne del Génesis cuando, por ejemplo, remite a su enseñanza para fundamentar la indisolubilidad del matrimonio, dignidad del hombre y realidades que vive”

                (Facultad Teología Universidad Navarra, Sagrada Biblia, Comentario, p. 23 al 71)

 

 

domingo, 10 de octubre de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica, 
siguiendo el Año litúrgico. Del 10 al 16 de octubre 2021 

     El rezo del Santo rosario, con la consideración de los misterios,
la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima
Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo
acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación.

                 (San Josemaría Escrivá, Roma, 9 de enero de 1973)
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Día 10. DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar
Santo Tomás de Villanueva, sacerdote agustino, siglo XV
Ver a Dios, nº 2548-2550

Día 11. lunes de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Santa Soledad Torres Acosta, fundadora Siervas de María, siglo XIX
“Creo en la Santa Iglesia Católica, nº 748-752

Día 12. martes. Bienaventurada Virgen María del Pilar, fiesta.
María, Madre de la Iglesia, nº 963-965

Día 13. miércoles de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
San Eduardo III, Rey de Inglaterra, siglo XI
Los símbolos de la Iglesia, nº 753-757

Día 14. jueves de la semana XVIII del Tiempo Ordinario
San Calixto, Papa y mártir, siglo II-III
La Iglesia, instituida por Jesucristo, nº 763-766

Día 15. viernes. Santa Teresa de Jesús, carmelita, doctora de la Iglesia, siglo XVI
Consecuencias de la fe en el Dios único, nº 222-227

Día 16. sábado de la semana XVIII del Tiempo Ordinario.
Santa Margarita María de Alacoque, mística, siglo XVII
La Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo, nº 767-768

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lunes, 4 de octubre de 2021

                              II  NUEVA EVANGELIZACION, 1ª parte  

Siguiendo con los Mandamientos uno comentó: “me gustaría que se nos hable sin complejos de ningún tipo del Cuarto, del Quinto y del Sexto Mandamiento: “Honrar padre y madre”. “No matar”. “No fornicar”. Los Mandamientos no son ni antiguos ni más o menos “modernos”: son actuales en cualquier momento de la historia en el que nos encontremos; y prosiguió ante el ligero asombro que vio reflejado en el rostro de algunos compañeros:

Los ataques a la familia querida por Dios son muy fuertes, y van muy unidos a la bazofia pornográfica que nos invade. Se habla muy poco de la grandeza de la familia fundada en el matrimonio; y se nos recuerde que sólo hay un Matrimonio querido por Dios: hombre y mujer, mujer y hombre; por mucho que legislen los parlamentos sobre otros “modelos de familia”. Y que se nos anime a vivir la sexualidad castamente, cada uno en su estado, llegando vírgenes al matrimonio y siendo fieles a nuestro cónyuge. Así, nos acercamos más a Dios, nos preparamos mejor para recibir a los hijos que vengan, y nos unimos también espiritualmente en toda la familia.

Se hizo un silencio en el grupo; y pasaron unos minutos hasta que otro se lanzó a hablar:

Y ya que hemos entrado en estas materias, a mí me gustaría que se nos recuerde la realidad del pecado, para que nuestra conciencia nunca se acostumbre a crímenes como el aborto, ni a infidelidades, en nombre de una curiosa “libertad”, que provoca la ruptura de familias nacidas de un matrimonio sacramental indisoluble. Que tampoco, y sin juzgar a nadie, aceptemos como prácticas “normales” y “buenas” las relaciones prematrimoniales, los actos homosexuales o cualquiera de las “prácticas” sexuales impulsadas por eso que se denomina lgtbi.

No soy un cura, comentó otro de una cierta edad, pero me gustaría que se nos invitara más a rezar y a frecuentar los Sacramentos, y especialmente el de la Reconciliación, pidiendo, arrepentidos, perdón al Señor por nuestros pecados, porque, si no, nos acogeremos nunca a su Misericordia, y nos destrozaremos a nosotros mismos con nuestros pecados. Seguiremos siendo egoístas, no aprenderemos jamás a amar y a sacrificarnos por los demás; no llegaremos nunca ni siquiera a vislumbrar lo que Dios nos ama; y no podremos construir una sociedad más justa, con más paz, con más preocupación de los unos por los otros.

Uno que acababa de terminar su carrera de Filosofía, y comenzaba a dar clases a alumnos del bachillerato, señaló:

Como ahora resolvemos muchas cuestiones sencillamente con la ayuda de la técnica, me gustaría que se nos animara más a pensar en Dios, en Cristo, Dios y hombre verdadero, en nuestra relación personalísima con El; y que se nos recuerde que nuestra relación con Jesucristo es lo que da, verdaderamente, sentido a nuestra vida, porque nos abre también la perspectiva de la vida futura, del más allá de la muerte.

  Que no se nos hable de “experiencias” de Dios, de “sentimientos sensibles” de lo divino, etc., como ha hecho algún obispo en Alemania. Primero, pensemos, conozcamos mejor y más hondamente a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Leamos alguna vida de Cristo, que hay algunas muy buenas; y así aprenderemos a mirar el rostro del Crucificado; el resplandor del Resucitado; aprenderemos también a amarle más, nuestra inteligencia se abrirá más a la Fe, y nos daremos cuenta de lo hermoso que es creer en Dios, sin necesidad de experiencias demasiado sensibles. (continuará)

Publicado por Religión Confidencial, 27 septiembre 2021, autor:   Ernesto Juliá


 

                                                     MANSEDUMBRE, 1ª parte

“Amigo mío, tú que conoces la vida del Señor sabes perfectamente que Jesucristo quiso unir en 
una misma página del Evangelio la mansedumbre y la humildad. Nos lo recuerda ahora con su
voz amiga y con palabras claras: Discite a Me quia mitis sum et humilis corde et  invenietis 
réquiem animabus vestris, aprender de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis 
paz para vuestras almas.

La mansedumbre y la humildad son, como ves, dos virtudes que deben permanecer unidas en nuestro corazón, dos hermanas que viven la misma vida, dos metales preciosos que se funden completándose: uno con su solidez, el otro con su raro esplendor. Dos aspectos muy positivos y muy viriles de nuestra vida interior, pues con la humildad ganamos el corazón de Dios y con la dulzura atraemos a nuestros hermanos y conquistamos sus corazones.

Ahora que meditamos en presencia de Dios, quiero decirte que esta virtud es para todos, luego también para ti. A todos nos es muy necesaria, puesto que la vida es una continua relación con los demás, una convivencia, una serie de relaciones, la ocasión de encuentros de todo género. Tu familia, tus hermanos, tus amigos; tus relaciones profesionales y sociales; tus superiores, tus iguales, tus subordinados; es ahí donde nos espera el Señor. En todas esas convivencias, relaciones y encuentros ha de resplandecer tu mansedumbre cristiana.

Si sabes ungir, amigo mío, tu carácter con la fuerza y vigor de estas virtudes, tu corazón se semejará al corazón de Cristo: Mitis sum et humilis corde, soy manso y humilde de corazón.

El sacerdote debe ser manso para llevar al trato con las almas la caridad y la paciencia cristiana y ser, de este modo, eficaz; la madre cristiana asegurará la educación fuerte y duradera, de sus hijos si sabe ejercitarse en la mansedumbre; en la intimidad de la familia reinará la paz si esta virtud se ha afirmado en las relaciones mutuas; y si en las relaciones profesionales y sociales apareciese la mansedumbre, serían muy distintas, y muchos que buscan el vano la paz por otros caminos, no tardarían en hallarla.

Todos propendemos a creer que es mejor y más fácil hacer el bien a gritos y con órdenes perentorias, que la educación se asegura con amenazas y con brusquedades de modales, que el respeto se obtiene con sólo levantar la voz y usar maneras autoritarias.

¿Qué sitio dejamos, entonces, en nuestra vida, a la mansedumbre cristiana? ¿Para qué nos la ha recomendado Jesús en el Evangelio?

¡Cuántas veces, amigo mío, nos habrá respondido la vida misma a esas preguntas, enseñándonos que la eficacia se esconde casi siempre tras la mansedumbre de Cristo! Y que el bien es el fruto que recogen quienes buscan y saben hallar palabras claras y amables, las usan en un discurso sereno y persuasivo y las ungen con el bálsamo de los buenos modales.

¡En cuántas ocasiones nos ha hecho comprender la experiencia que las correcciones y los reproches, hechos sin mansedumbre cristiana, han cerrado el corazón de la persona que los había recibir, para que nos hayamos de olvidar nunca que cuando dejamos de ser padre, hermano o amigo para nuestro prójimo, todo lo que sale de nuestros labios lleva consigo fatalmente el germen de la esterilidad!

Procura siempre por medio de la mansedumbre cristiana, que es amabilidad y afabilidad, tener en tus manos los corazones de las personas que la Providencia Divina ha puesto en el camino de tu vida y ha recomendado a tus cuidados.

Pues si pierdes el corazón de los hombres, difícilmente podrás iluminar sus inteligencias y obtener que sus voluntades sigan el camino que les indiques"

                 (Ediciones Rialp, Colección Patmos nº 110, Ascética meditada, p. 69-72)

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica 
siguiendo el Año litúrgico. Del 3 al 9 de octubre 2021
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   Los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan sólo se llevan consigo 
el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales recibirán del 
Señor la recompensa y una digna remuneración  (San Francisco de Asís, Opúsculos 1, c, 87-94)
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 Día 3. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B, año impar 
San Francisco de Borja, jesuita, siglo XVI 
El respeto de la verdad, nº 2488-2492 

Dia 4. Lunes. San Francisco de Asís, Fundador de la Orden de los Franciscanos, siglo XII 
El uso de los medios de comunicación social, nº 2493-2499 

Día 5. Martes de Témporas de Acción de gracias y de petición 
Verdad, belleza y arte sacro, nº 2500-2503

 Día 6. Miércoles de la semana XXVII del Tiempo Ordinario 
San Bruno, Fundador de los Cartujos, siglo XII 
El noveno Mandamiento: la purificación del corazón, nº 2514-2519 

Día 7. Jueves. Bienaventurada Virgen María del Rosario 
El combate por la pureza, nº 2520-2527 

Día 8. Viernes de la semana XXVII del Tiempo Ordinario 
Santa Pelagia de Antioquía, virgen y eremita, siglo V 
El desorden de la concupiscencia, nº 2534-2540 

Día 9. Sábado de la semana XXVII del Tiempo Ordinario 
San Dionisio, primer obispo de París, siglo III 
Los deseos del Espíritu, nº 2541-2543 
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