IV NUEVA
EVANGELIZACIÓN
“Retomamos la conversación después de un breve descanso. A medida que pasaba el tiempo, era fácil darse cuenta de que todos los participantes se iban metiendo más y más interesados en el desarrollo del intercambio de opiniones y pareceres.
Un profesor joven que estaba comenzando también a participar en la vida política, comenzó a raíz de lo que había oído:
“Que se nos anime a influir en la sociedad y en la cultura, sin ningún complejo porque algunos piensen que nos van a parar porque nos llamen “conservadores”, “anticuados”, retrógrados”, o cualquier otra tontería que se les ocurra. Los cristianos sabemos -e insisto como el compañero, que no lo “creemos”, sino que lo sabemos porque la historia habla muy claramente al respecto-, que una sociedad en la que se asiente la justicia, la paz y buen convivir de unos con otros, sólo puede ser construida y vivida por personas que crean en Dios, en la ley de Dios, y en la Ley natural, que también es de Dios. En definitiva, en la Verdad del respecto a la persona humana, que intentan poner en práctica, en medio de errores que nada quitan a la grandeza del proyecto, hombres y mujeres que se sepan criaturas de Dios, que viva con Libertad sus Mandamientos, y crean, así Crean, en la Vida Eterna”.
Un profesor universitario con no pocos años de docencia a sus espaldas y en su corazón, que hasta en ese momento había permanecido pensativo y silencioso, tomó la palabra.
“Si de verdad queremos servir a nuestros conciudadanos afirmando la Verdad de Cristo, de Dios, sin complejo alguno, valientes y claros como los primeros cristianos, pienso que no lo conseguiremos hacer si no vivimos con profundidad los Sacramentos, y manifestamos así nuestra Fe. Cristo quiere vivir en nosotros siempre, y nosotros vivimos con Él y en Él, viviendo los Sacramentos, y en ellos nos da la Gracia –“una cierta participación en la naturaleza divina”- que hace posible que nosotros podamos dar con nuestra conducta un buen testimonio de la Verdad, de Cristo.
Bautizando a nuestros hijos, pidiendo perdón por nuestras faltas y pecados en la Confesión, recibiendo al Señor en la Eucaristía y siendo bien conscientes, los que estamos casados, de que el Matrimonio es un Sacramento: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” podremos de verdad, con el testimonio de nuestra vida, llevar a cabo esa “nueva evangelización” que hoy nos pide la Iglesia, y que es un reverdecer de la Evangelización de siempre siguiendo “la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, sacando de ellas cosas nuevas, coherentes siempre con las antiguas” como dice el Concilio Vaticano II”.
Silencio. Las palabras del profesor hicieron reflexionar a más de un participante.
Un doctorado en Filosofía manifestó su acuerdo con lo que había oído, y considerando que Cristo es Dios y hombre verdadero, y está invitándonos a vivir con Él la Religión revelada por Dios, y darla a conocer a todos los hombres, a todas las naciones, en todo el mundo, nos leyó lo que sigue a las palabras del Concilio que había dicho el profesor, y que son una clara manifestación de la misión que Cristo nos ha dado a todos los que creemos en Él y que creemos que fundó la Iglesia precisamente para que diera un testimonio de la Verdad hasta el fin de los tiempos:
“Que se nos anime a influir en la sociedad y en la cultura, sin ningún complejo porque algunos piensen que nos van a parar porque nos llamen “conservadores”, “anticuados”, retrógrados”, o cualquier otra tontería que se les ocurra. Los cristianos sabemos -e insisto como el compañero, que no lo “creemos”, sino que lo sabemos porque la historia habla muy claramente al respecto-, que una sociedad en la que se asiente la justicia, la paz y buen convivir de unos con otros, sólo puede ser construida y vivida por personas que crean en Dios, en la ley de Dios, y en la Ley natural, que también es de Dios. En definitiva, en la Verdad del respecto a la persona humana, que intentan poner en práctica, en medio de errores que nada quitan a la grandeza del proyecto, hombres y mujeres que se sepan criaturas de Dios, que viva con Libertad sus Mandamientos, y crean, así Crean, en la Vida Eterna”.
Un profesor universitario con no pocos años de docencia a sus espaldas y en su corazón, que hasta en ese momento había permanecido pensativo y silencioso, tomó la palabra.
“Si de verdad queremos servir a nuestros conciudadanos afirmando la Verdad de Cristo, de Dios, sin complejo alguno, valientes y claros como los primeros cristianos, pienso que no lo conseguiremos hacer si no vivimos con profundidad los Sacramentos, y manifestamos así nuestra Fe. Cristo quiere vivir en nosotros siempre, y nosotros vivimos con Él y en Él, viviendo los Sacramentos, y en ellos nos da la Gracia –“una cierta participación en la naturaleza divina”- que hace posible que nosotros podamos dar con nuestra conducta un buen testimonio de la Verdad, de Cristo.
Bautizando a nuestros hijos, pidiendo perdón por nuestras faltas y pecados en la Confesión, recibiendo al Señor en la Eucaristía y siendo bien conscientes, los que estamos casados, de que el Matrimonio es un Sacramento: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” podremos de verdad, con el testimonio de nuestra vida, llevar a cabo esa “nueva evangelización” que hoy nos pide la Iglesia, y que es un reverdecer de la Evangelización de siempre siguiendo “la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, sacando de ellas cosas nuevas, coherentes siempre con las antiguas” como dice el Concilio Vaticano II”.
Silencio. Las palabras del profesor hicieron reflexionar a más de un participante.
Un doctorado en Filosofía manifestó su acuerdo con lo que había oído, y considerando que Cristo es Dios y hombre verdadero, y está invitándonos a vivir con Él la Religión revelada por Dios, y darla a conocer a todos los hombres, a todas las naciones, en todo el mundo, nos leyó lo que sigue a las palabras del Concilio que había dicho el profesor, y que son una clara manifestación de la misión que Cristo nos ha dado a todos los que creemos en Él y que creemos que fundó la Iglesia precisamente para que diera un testimonio de la Verdad hasta el fin de los tiempos:
“En primer lugar, profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (San Mateo, 28,19-20)” (continuará).
(Publicado por Religión Digital, autor, Ernesto Juliá, el 11 octubre 2021)
(Publicado por Religión Digital, autor, Ernesto Juliá, el 11 octubre 2021)
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