sábado, 31 de diciembre de 2022

Mons. Ocáriz “Demos gracias a Dios por Benedicto XVI, 
                           un humilde trabajador de la viña del Señor”

El prelado del Opus Dei colaboró con el cardenal Ratzinger desde que, en 1986, fue nombrado consultor de la 
Congregación para la Doctrina de la Fe. En este artículo, Mons. Fernando Ocáriz recuerda la figura del difunto Papa emérito.

Con el fallecimiento de Benedicto XVI nos deja un sacerdote, un teólogo, un obispo, un cardenal y un Papa que se veía así mismo como “un humilde trabajador de la viña del Señor”. Junto al dolor, es natural que demos gracias a Dios por su vida y sus enseñanzas. La última lección del pontífice alemán ha sido la discreción y sobriedad con que ha vivido desde 2013, en actitud de oración.

Desde que le conocí personalmente en 1986, cuando comencé a colaborar como consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, me llamó la atención su disponibilidad para escuchar a todos. Tuve la oportunidad de estar a solas con él en bastantes ocasiones, tanto por asuntos de la Congregación como por otras cuestiones. En esos encuentros nunca era él quien daba por terminada la conversación, o hacía notar que le esperaban otros asuntos. Edificaba percibir la gran consideración que le merecían las opiniones de los demás, aunque en ocasiones fueran distintas a las suyas. Se le podían exponer con toda tranquilidad pareceres contrarios y no se molestaba, a pesar de que vinieran de un interlocutor de menor edad, preparación o experiencia. Lo que realmente le importaba era la verdad; así llevaba grabada en su lema episcopal unas palabras de san Juan: Cooperatores veritatis (Juan 3, v. 8).

Era ejemplar su amor a la Iglesia y al Papa, que iba más allá de lo afectivo. Recuerdo, por ejemplo, cuando Mons. Lefebvre aceptó lo que se le propuso y poco después se echó para atrás. Ante este hecho, al cardenal Ratzinger le salió del alma exclamar con pena: “¡Cómo no se dan cuenta de que sin el Papa no son nada!”.

Su humildad y su amor al Señor le hicieron capaz de responder con un “sí” a lo que el Señor y la Iglesia le pedían. Es conocido que, en varias ocasiones, presentó su renuncia a san Juan Pablo II, para que lo sustituyera por otra persona más joven y con más vitalidad física. Ante la petición del Papa de que siguiera en el cargo, el cardenal Ratzinger no dudó.

Al poco de ser elegido para la sede de Pedro, contó que cuando falleció san Juan Pablo II pensó que ya podría retirarse a su Alemania natal para dedicarse a la oración y al estudio. Pero el Señor tenía otros planes, y tuvo que escuchar, referidas a sí mismo, las palabras del capítulo 21 del evangelio de san Juan: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.

De la misma manera, supo hacerse a un lado cuando, en la presencia de Dios, vio que ya no podría ejercer de manera adecuada las exigentes responsabilidades que conlleva la misión de sucesor de Pedro. Como todos, recibí la noticia de su renuncia con una mezcla de pena y de cariño hacia este gran sucesor de san Pedro. En los últimos meses se veía cómo iban disminuyendo sus fuerzas físicas, pero no así su lucidez mental y su serenidad de espíritu, su sencillez y su amabilidad.

Ese saber desaparecer, sirviendo a la Iglesia con su oración silenciosa, ha sido la nota característica de estos últimos años después de su renuncia. He tenido la oportunidad de visitarle en algunas ocasiones en su residencia en los jardines vaticanos: se le notaba interesado por los demás y centrado en la oración. Como él mismo dijo, se sentía un peregrino en camino a la casa del Padre, hacia el abrazo de Cristo, objeto de su amor y de sus largos años de estudio.

En sus casi ocho años de pontificado, Benedicto XVI nos ha dejado un gran patrimonio espiritual y doctrinal, formado por las encíclicas, Deus caritas est, Spe salvi, Caritas in veritate; además de abundantes exhortaciones apostólicas y homilías. Es enormemente rico el magisterio realizado a través de las audiencias de los miércoles, como el referido a la Iglesia, a los Apóstoles y a los Padres de la Iglesia, o el ciclo de audiencias sobre la oración, que constituye un tratado de gran belleza y profundidad sobre el diálogo con Dios.

Toda su vida podría recapitularse en una preciosa frase que pronunció en la misa de inicio de su ministerio petrino: “No hay nada más bello que dejarse alcanzar por el Evangelio, por Cristo”. Para él, la felicidad “tiene un nombre, tiene un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía”.

Benedicto XVI condujo la barca de la Iglesia por el mar de la historia con los ojos puestos en Jesucristo, en los “días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante y momentos en los que las aguas se agitaban, el viento era contrario, y el Señor parecía dormir”. Pero sabía que la barca era de Cristo.

Benedicto XVI ha sido “una de esas luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo orientación para nuestras vidas”, como tan bellamente expresaba en la encíclica Spe Salvi.

Su trabajo en la viña de la Iglesia le habrá hecho merecedor de las amorosas palabras de Cristo: “Ven, siervo bueno y fiel, entra en la casa de tu Señor”.

                     Oficina de información de la Prelatura Opus Dei, 31 de diciembre 2022

viernes, 30 de diciembre de 2022

 Aumentan los abortos en España: 90.189 en 2021
Red Madre denuncia la soledad de las mujeres embarazadas
8 de cada 10 mujeres siguen adelante con su embarazo cuando reciben ayuda

El Ministerio de Sanidad ha hecho público el número de abortos realizados en España en 2021. En el conjunto del país, los abortos aumentaron levemente sobre pasado año hasta las 90.189, mientras que en 2020 la cifra se situó en los 88.269 casos, situándose la tasa en los 10,70 por cada 1.000 mujeres entre 15 y 44 años, frente a los 10,33 del año anterior, informa Europa Press.

Ante estos hechos, RedMadre ha denunciado que el número de abortos sigue evidenciando la soledad en que se encuentran las mujeres españolas ante un embarazo imprevisto, así como que las políticas de apoyo a la maternidad en España son casi inexistentes, tal como muestra además el último informe Mapa de la Maternidad elaborado por RedMadre.

Sesgo en la libertad de la mujer


Esta situación da lugar a un sesgo en la libertad de la mujer, que al no contar con todos los medios que podría tener a su favor puede verse compelida al aborto ante la total ausencia de alternativas y apoyos a su maternidad.

La experiencia de RedMadre presente en toda España y tras 15 años acompañando a mujeres que se quedan embarazadas de forma imprevista y con dificultades, es que 8 de cada 10 mujeres siguen adelante con su embarazo al escuchar palabras de ánimo, sentirse acompañadas y recibir la ayuda que necesitan para hacer frente y resolver las dificultades que pueden aparecer a causa del embarazo, como pueden ser el abandono de la pareja o de la familia, situaciones de violencia y presión, mobbing, desempleo, falta de recursos económicos, etc.”

Legislar a favor de la maternidad


Amaya Azcona, Directora General de Fundación: “Por ello, en RedMadre creemos que si las Administraciones Públicas legislaran en favor de la maternidad muchas mujeres optarían en libertad por su maternidad. Una vez más solicitamos una ley de apoyo a la maternidad con especial atención a la mujer embarazada con dificultades”.

                               Por Comunidades Autónomas y edades

Por comunidades autónomas, Cataluña es la región con la tasa más elevada (13,42%), seguida de la Comunidad de Madrid (11,90%), Baleares (11,56%), Asturias (11,50%), Murcia (11,46%), Andalucía (11,18%) y Canarias (10,61%).

Por el contrario, las regiones con menor tasa de abortos en 2021 fueron Ceuta y Melilla (1,79%), Galicia (5,37%), La Rioja (6,17%), Extremadura (7,10%), Castilla y León (7,17%), Navarra (8,39%), Cantabria (8,68%), Aragón (8,79%), Castilla-La Mancha (8,90%), Comunidad Valenciana (9,02%) y País Vasco (10,39%).

Respecto a la edad de las mujeres, 312 eran menores de 15 años, 9.076 tenían entre 15 y 19 años, 18.753 entre 20 y 24 años, 19.227 entre 25 y 29 años, 18.641 entre 30 y 34 años, 16.187 entre 35 y 39 años, 7.309 entre 40 y 44 años y 684 eran mayores de 44 años.

El 53,97 por ciento eran trabajadoras por cuenta ajena, el 34,63 por ciento tenían bachillerato y ciclos de FP equivalentes, el 47,69 por ciento no tenía hijos y el 65,35 no había tenido ningún aborto previo.

Según el informe de Ministerio de Sanidad, la mayor parte de los abortos tiene lugar durante las primeras semanas del embarazo, antes de la octava semana de gestación, mientras que sólo el 0,16 por ciento se produjo más allá de la vigésimo tercera semana.

                         Publicado en Religión Confidencial, 30 de diciembre 2022

jueves, 29 de diciembre de 2022

    LA SANTA IGLESIA CATÓLICA
                                                   El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 9

       “Así como en un hombre hay un alma y un cuerpo solamente, y sus miembros, sin embargo, son diversos, así también la Iglesia católica es un solo cuerpo, y tiene diversos miembros. El alma que da vida a este cuerpo, es el Espíritu Santo. Por ello, luego de confesar la fe en el Espíritu Santo, es precisocreer en la santa Iglesia católica. En consecuencia, con esto prosigue el Símbolo: “la santa Iglesia católica”.

      Conviene saber que Iglesia quiere decir congregación; por tanto, la santa Iglesia es lo mismo que la congregación de los fieles, y todo cristiano es como un miembro de esta Iglesia, de la cual se dice: “Acercaos a mí, ignorantes, congregaos en la casa de instrucción” (Eccli 51, 31). Esta santa Iglesia cumple cuatro condiciones: es una, santa, católica, es decir, universal y firme y estable. 

A)   En cuanto a lo primero hay que notar que, aunque diversos herejes dieron origen a sectas diversas, no pertenecen a la Iglesia, porque están divididos en facciones, mientras que la Iglesia es una: “Una sola es mi paloma, una sola mi perfecta” (Cant 6, 8).

       La unidad de la Iglesia resulta de tres cosas:

    Primero, de la unidad de la fe. Todos los cristianos que pertenecen al cuerpo de la Iglesia, creen lo mismo: “Que digáis toda una misma cosa, y no haya entre vosotros divisiones” (1 Cor 1, 10); “Un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo” (Eph 4, 5).

    Segundo, de la unidad de la esperanza, porque todos están cimentados en la misma esperanza de llegar a la vida eterna: “Un solo cuerpo y un solo espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados” (Eph 4, 4).

     Tercero, de la unidad de la caridad, puesto que todos están unidos en el amor a Dios, y entre sí en el mutuo amor. “Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa, como también nosotros somos una sola cosa “(Jn 17, 22). Este amor, si es verdadero, se pone de manifiesto en que los miembros viven solícitos los unos de los otros, y cada uno participa en los sentimientos de los demás. “Crezcamos en amor en todo hasta Aquél que es la cabeza, Cristo, por quien todo el cuerpo -compacto bien trabado por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada miembro- va creciendo y edificándose en el amor” (Eph 4, 15-16); pues cada uno debe servir al prójimo conforme a la gracia recibida de Dios.

      Por tanto, nadie debe menospreciar ni dar lugar a que se le arroje y expulse de esta Iglesia, porque no hay más que una en la que los hombres encuentren la salvación, como nadie pudo salvarse más que en el arca de Noe.

 B)    En cuanto a lo segundo hay que notar que existe también otra congregación, pero de malhechores: “Odio la asamblea de malhechores” (Ps 25, 5). Ésta es mala, en tanto que la Iglesia de Cristo es santa: “Santo es el templo de Dios, que sois vosotros” (1 Cor 3, 17); por ello profesa el Símbolo: “la santa Iglesia”.

      Por cuatro procedimientos se santifican los fieles de esta congregación. 

Primero, porque al igual que es rociada con agua una iglesia cuando se consagra, así también los fieles han sido lavados en la sangre de Cristo. “Nos amó, y no lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apc 1, 5); “Jesús, para santificar por medio de su sangre al pueblo, padeció fuera de la puerta” (Heb 13, 12).

 Segundo, por unción: como es ungida la iglesia, son ungidos los fieles con unción espiritual, para ser santificados; de otra forma no serían cristianos, pues Cristo quiere decir ungido. Esta unción es la gracia del Espíritu Santo. “Es Dios quien nos ungió” (2 Cor 1, 21); “Habéis sido santificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1 Cor 6, 11)

 (Santo Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, El símbolo de los ApóstolesArtículo 9, primera partep. 93-95)

domingo, 18 de diciembre de 2022

 Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 18 al 24 diciembre 2022
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El Domingo, Día del Señor
      La celebración dominical del día y de la Eucaristía del Señor
tiene un papel importantísimo en la vida de la Iglesia. “El domingo,
en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica, ha
de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto”
                                                                                          (CIC, canon 1246, 1)
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                       Ciclo A, año Impar
Día 18. DOMINGO IV DE ADVIENTO.
La Expectación del Parto.
En el tiempo de las promesas, n. 702-704
 
Día 19. lunes de la IV semana de Adviento.
San Nemesio, mártir, siglo III.
El Espíritu de la promesa, n. 705-706
 
Día 20. martes de la IV semana de Adviento.
Santo Domingo de Silos, abad, siglo XI.
En las Teofanías y en la Ley, n. 707-710
 
Día 21. miércoles de la IV semana de Adviento.
San Pedro Canisio, doctor de la Iglesia, siglo XVI.
La espera del Mesías y de su Espíritu (I), n. 711-713
 
Día 22. jueves de la IV semana de Adviento.
Santa Francisca Javier Cabrini, fundadora, 1850-1917.
La espera del Mesías y de su Espíritu (II), n. 714-716
 
Día 23. viernes de la IV semana de Adviento.
San Juan de Kety, presbítero, 1390-1473.
“Alégrate, llena de gracia” (I), n. 721-722
 
Día 24. sábado de la IV semana de Adviento.
San Gregorio, religioso y mártir, siglo III.
“Alégrate, llena de gracia” (II), n. 723-726
        Termina el Tiempo de Adviento
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Preparación Santa Misa / El recogimiento y la acción
capítulo 4, primera parte.
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viernes, 16 de diciembre de 2022

                                         PREPARACIÓN PARA LA CELEBLACIÓN
                                                   DE LA SANTA MISA
                         Romano Guardiani, capítulo 4. El recogimiento y la acción

        “Así como el hablar y el escuchar auténticos tienen su origen en el silencio, la actitud recta y el buen obrar proceden del recogimiento. El obrar no sólo consiste en que ocurra algo externo. En él hay muchos niveles, tantos como se observan en la vida del hombre. Hay actividades pura y totalmente exteriores, como cuando se acciona una llave de la luz: si el contacto funciona correctamente, se enciende la lámpara, con lo cual todo está en orden. Pero si tengo que hacer un trabajo, tengo que poner tanta más atención cuanto más importante sea el trabajo, de lo contrario, se producirán equivocaciones.

      En las diferentes relaciones entre los hombres -en la ayuda, en la amistad, en la caridad-, en todo aquello en que se establece un vínculo entre la persona y lo que hace, lo que yo haga saldrá bien, sólo si me he interesado interiormente por ello. El lenguaje cotidiano expresa esto en frases certeras, cuando se acepta, por ejemplo, que se diga: “estoy metido de lleno en ello” o “no está metido en el tema”. Es posible que hago algo -yo solo y nadie más- pero sin estar verdaderamente “metido en ello”. Estoy corporalmente presente, de algún modo, también lo estoy espiritualmente, lo suficiente como para que la acción comience a realizarle, pero, a la vez, estoy en cualquier otra parte, y a las cosas también les pasa algo parecido. Cuanto más difícil, importante y delicado es aquello que debe ser hecho, tanto más tengo que poner toda mi atención, mi fervor, mi pasión, mi amor, lo más profundo de mi sentimiento y las energías creadoras del espíritu.

        El recogimiento no consiste en andar distraído por cualquier parte, sino en estar presente aquí, ni tampoco en poner la atención en muchas cosas, sino en atender lo que ahora importa, ni en participar sólo con una parte de mi ser, sino en concentrarme totalmente en ello. Esto es válido para todo obrar, pero en particular, vale para aquél del cual estamos ha blando, es decir, para el culto que rendimos a Dios.

       La liturgia se basa en el hecho de que Dios está en el templo, por lo que comienza con la respuesta del hombre a este acontecimiento. Por eso ella se distingue de la oración privada, la que puede ser rezada en cualquier parte, también en casa o en un lugar abierto. En primer lugar y en forma categórica, la liturgia significa el culto en el lugar sagrado destinado a ello. ¡Gran misterio es que Dios está “aquí”! Eso exige una respuesta: que el hombre se coloque frente a él. En la lengua italiana, existe una bella expresión: “fare atto di presenza” [hacer acto de presencia], es decir, efectivizar el acto de hacerse presente. Pero para eso también se debe estar realmente allí, el cuerpo y alma, con pensamientos e intereses, con atención, respeto profundo y amor. Precisamente a esto se llama recogimiento. Sólo el hombre concentrado puede experimentar la presencia de Dios en su espíritu y en su corazón, presentarse ante él y responder con un acto de adoración y con amor al advenimiento de su misericordia.

       El recogimiento posibilita también la correcta postura externa. Temo que lo que voy a decir aquí parezca exagerado o, peor aún, haga que alguien se comporte afectadamente. Pero con frecuencia el comportamiento en el templo es tan descuidado, los asistentes parecen saber tan poco del lugar en el que están y qué ocurre a su alrededor, que se debe hablar claramente, aunque se corra el riesgo de ser malinterpretado. El que el hombre esté presente no significa sólo que su cuerpo se encuentra en el templo y no en la calle. Su “cuerpo” es el mismo, y su estar presente es un obrar viviente. Por ejemplo, un hombre entra en una habitación y se sienta. Aparentemente lo único que ha ocurrido es que ha ocupado una silla. Pero entra otro hombre, entonces la existencia del primero se revela como un poder, aun cuando no haga o diga nada. Hay obras de arte en las que esta influencia silenciosa de su existencia se revela poderosamente. Pensemos en esas pinturas medievales en las que la mayoría de las imágenes de los santos aparecen tranquilamente sentadas, una al lado de otra; no hacen nada, apenas un gesto o una palabra va de una a otra, pero, sin embargo, todo el conjunto está lleno de una presencia cálida y vital. En consecuencia, el estar presente es algo más que el simple estar sentado o arrodillado en un lugar. Es un acto interior que se exterioriza en todo el comportamiento”.

                     (Romano Guardini, Preparación para Santa Misa, capítulo 4, primera parte, p. 25-27)

domingo, 11 de diciembre de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico, del 11 al 17 diciembre 2022
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La fe y la inteligencia
      Si el mundo ha salido de las manos de Dios, si Él ha creado
al hombre a su imagen y semejanza y le ha dado una chispa de
su luz, el trabajo de la inteligencia debe -aunque sea con un
duro trabajo- desentrañar el sentido divino que ya naturalmente
tienen todas las cosas; y con la luz de la fe, percibimos también
su sentido sobrenatural, el que resulta de nuestra elevación al
orden de la gracia.          (Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, p. 39)
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                       Ciclo A, año Impar
Día 11. DOMINGO III DE ADVIENTO “GAUDETE”
San Dámaso, Papa, siglo IV
La caridad (II), n. 1827-1829
 
Día 12. lunes de la III semana de Adviento.
Bienaventurada Virgen María de Guadalupe.
Los preparativos de la venida de Cristo, n. 522-524
 
Día 13. martes, Santa Lucía, virgen y mártir, siglo IV.
Dones y frutos del Espíritu Santo, n. 1830-1832
 
Día 14. miércoles, San Juan de la Cruz, presbítero y
doctor de la Iglesia, Reformador de los Carmelitas, siglo VI.
Abraham, “el padre de todos los creyentes”, n. 144-147
 
Día 15. jueves de la III semana de Adviento.
San Urbicio, siglo VIII.
María: “Dichosa la que ha creído”, n. 148-149
 
Día 16. viernes de la III semana de Adviento.
Santa Adelaida, Emperatriz en Italia, siglo X.
El culto a la Santísima Virgen, n. 971-972
 
Día 17. sábado de la III semana de Adviento.
San Lázaro, hermano de Marta y María,
La predestinación de María, n. 487-489
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Enrique Rojas, En un mundo en que desoyen la fe
Creo en el Espíritu Santo, Artículo 8, segunda y última.
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 Acabo de enviar la nueva versión de
DOS MIL AÑOS DE CRISTIANISMO, siglo XI.
Éste y los anteriores se pueden ver:     
     En el blog, Buena Pista https://ramonbertrand.blogspot.com

miércoles, 7 de diciembre de 2022

CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
El Símbolo de los Apóstoles. Artículo 8

     “Dos errores quedan refutados con estas palabras: el de los maniqueos, que sostuvieronque al Antiguo Testamento no procedía de Dios, cosa que es falsa, pues por los Profetas hablóel Espíritu Santo; el de Priscila y Montano (Montano, cristiano convertido en Frigia, divulgó desde 170 la herejía eclesiológica llamada montanismo), que afirmaron que los Profetas hablaban poseídos no del Espíritu Santo, sino de frenesí. Muchos frutos producen en nosotros el Espíritu Santo.

 Primero: nos limpia de los pecados. La razón es, que el mismo que construye, repara. El alma es creada por medio del Espíritu Santo, puesto que por medio de Él hace Dios todas las cosas: en efecto, Dios por el amor de su propia bondad las produce: “Amas todo lo que existe, y nada aborreces de cuanto has hecho” (Sap 11, 25). Dionisio (Aeropagita, autor de varios escritos cristianos entre 425 y 532), en el capítulo 4 De divinis Nominibus: “El amor divino no soportó quedar sin fruto”. Por consiguiente, es natural que los corazones de los hombres, destruidos por el pecado, sean restaurados por el Espíritu Santo. “Envía tu Espíritu y serán creados, y renovarás la faz de la tierra” (Ps 103, 30). No es extraño que el Espíritu limpie, puesto que todos los pecados son perdonados a causa del amor: “Le han sido perdonados muchos pecados porque amó mucho” (Lc 7, 47). “El amor cubre todas las faltas” (Prv 10, 12). “El amor cubre los pecados en bloque” (1 Pet 4, 8).

 Segundo: ilumina el entendimiento. Pues todo lo que sabemos, del Espíritu Santo nos viene: El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os enseñe todo, y os recuerde de todo lo que os hay dicho” (Jn 14, 26). “La Unción os instruirá acerca de todas las cosas”. (1 Jn 2, 27).

 Tercero: ayuda y, en cierto modo, coacciona a guardar los mandamientos. Nadie es capaz de guardar los mandamientos de Dios si no ama a Dios: “Quien me ame, guardará mis palabras” (Jn 14, 23). Pero el Espíritu Santo hace amar a Dios y de esta manera ayuda. “Os daré un corazón nuevo, pondré un espíritu nuevo en medio de vosotros: arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, os daré corazón de carne; pondré en medio de vosotros mi espíritu, y haré que caminéis en mis preceptos, y que guardaréis y practiquéis mis normas” (Ez 36, 26).

 Cuarto: corrobora la esperanza de la vida eterna, porque es como una prenda de que la heredaremos: “Habéis sido marcado con el Espíritu Santo de la promesa, el cual es prenda de nuestra herencia” (Eph 1, 13-14). Es como las arras de la vida eterna. La razón es la siguiente: la vida eterna se debe al hombre en cuanto que éste se constituye en hijo de Dios, lo cual tiene lugar por una asimilación a Cristo; ahora bien, se asemeja a Cristo uno en la media en que tiene el Espíritu de Cristo, que es el Espíritu Santo. “No habéis recibido un espíritu de esclavitud, para caer de nuevo en el temor, sino un Espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: Abba (Padre). Este mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Rom 8, 15-16). “Como sois hijos de Dios, envió Dios a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abba (Padre)”. (Gal 4, 6).

 Quinto: aconseja en las dudas, y nos da a conocer la voluntad de Dios. “El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Apc 2, 7). “Lo escucharé como a un maestro” (Is 1, 4).

(Santo Tomás de Aquino, Escritos de Catequesis, El símbolo de los Apóstoles, Artículo 8, segunda y última, p. 90-93)

domingo, 4 de diciembre de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,

siguiendo el Año litúrgico, del 4 al 10 diciembre 2022
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 “Ven, Señor, y no tardes”

      Es tiempo de hacer con especial finura el examen de conciencia
y de mejorar en nuestra pureza interior para recibir a Dios. Es el
momento de discernir qué cosas nos separan del Señor, y tirarlas
lejos de nosotros. Para ello, este examen debe ir a las raíces mismas
de nuestros actos, a los motivos que inspiran nuestras acciones.
                                (Francisco Fernández-Carvajal, Hablar con Dios, tomo I, p. 17)
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                     Ciclo A, año Impar

Día 04. DOMINGO II DE ADVIENTO.

San Juan Damasceno, doctor de la Iglesia, 675-749
La Eucaristía, prenda de la gloria futura, 1402-1405

 Día 05. lunes de la II semana de Adviento.

Santo Sabas, abad, 439-532.
Distinción de las virtudes cardinales, n. 1805-1809

 Día 06. martes de la II

San Nicolás de Bari, obispo, siglo IV.
Las virtudes y la gracia, 1810-1811

 Día 07. miércoles, San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia, siglo IV

Las virtudes teologales: la fe, n. 1814-1816

 Día 08. jueves, INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA

BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA, patrona de España.
La Inmaculada Concepción, n. 490-493

 Día 09. viernes de la II semana de Adviento.

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, 1474-1548
La esperanza (I) n. 1817-1819

 Día 10. sábado de la II semana de Adviento.

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LORETO.
La esperanza (II) n. 1820-1821
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Jueces. Libros del Antiguo Testamento / Comentarios.  
cuarta parte. Continúa

Preparación de la Santa Misa / Las actitudes: El recogimiento.

Capítulo 3
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viernes, 2 de diciembre de 2022

 Enrique Rojas: “En un mundo en el que desaparece la fe, volvemos a los dioses: el dinero, el sexo, el poder y el triunfo”


El médico psiquiatra afirma que “los cuatro caballos del Apocalipsis son el hedonismo, la permisividad, el relativismo y el individualismo”

Enrique Rojas, director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas ha participado en las Medicine Talks de la Universidad Católica de Valencia.

En este encuentro ha incidido en que existen "dos tipos de felicidad. Por un lado, la puntual: los felices sueños, el feliz fin de semana, las felices navidades… y, por otro, la estructural, que es suma y compendio de la vida personal. Y esa explora la biografía. Es decir, la felicidad completa y total se da en el otro barrio, aquí no existe porque la vida siempre es incompleta, provisional, interminable, siempre hay huecos y fallos".

Desde su experiencia, también la felicidad consiste en ilusión, moderando las ambiciones. "Además, 
es necesario tener siempre una visión positiva tanto personal como del entorno, a pesar de los pesares", ha expresado.

La felicidad por la suma y por la resta

El médico psiquiatra también ha incidido en que existen dos concepciones sobre la felicidad en la historia de la humanidad. La primera sería la felicidad “por la suma”, que se traduce en la acumulación de cosas: dinero, triunfo, salud… La segunda es la felicidad “por la resta”, inspirada en la tradición cristiana y que personifican fundamentalmente tres grandes personajes: santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz y fray Luis de León. Consiste en quitarle lo material a la vida y primar la visión espiritual.

Para él, la grandeza supone tener dos cosas: una personalidad equilibrada –no perfecta, sino una personalidad en la que uno se siente bien- con las menores aristas posibles y un proyecto de vida coherente y realista, cuyos componentes son el amor, el trabajo, la cultura y la amistad. Por eso, hay 
que cultivar la vida profesional, la vida afectiva, la vida cultural y las amistades. Estos son los cuatro grandes arbotantes de la felicidad".

Heridas del alma

Sobre las heridas del alma y su sanación, insiste: "La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. La capacidad para olvidar las cosas negativas del pasado es salud mental y ello supone reconciliarse con los propios traumas e impactos negativos. Ahí entran el terapeuta y Dios. Para las personas religiosas, Dios es el primer argumento; está recogido en el Evangelio: “Yo soy el camino, la verdad y la vidaEl que cree en mí no anda en tinieblas”.

En este sentido, para reconstruir una autoestima dañada Rojas señala: "La autoestima es un concepto moderno en la psicología. Es la capacidad para valorarte a ti mismo, saber que vales, que sirves, que funcionas; y, al mismo tiempo, saber perdonarte los errores en cuestiones esenciales. Una buena autoestima consiste en reconocer lo positivo, darte cuenta de tus fallos y pasar página. Y también en tener objetivos concretos, que sean medibles".

Religión e ideologías

Respecto a la religión y las ideologías, Enrique Rojas considera que la religión bien entendida es la rebeldía del hombre que no quiere vivir como un animal. "En un mundo en el que desaparece la fe, volvemos a los dioses: el dinero, el sexo, el poder, el triunfo… o, intelectualmente, a los cuatro jinetes del Apocalipsis: hedonismo, permisividad, relativismo, e individualismo, que el hilvana a los tres anteriores. Son los nuevos dioses, que no tienen fundamento".

Por último, también se ha referido a la educación integral que es la capacidad para mezclar, con arte y oficio, lo físico, lo psicológico, lo social, lo cultural y lo espiritual. "Cuando la educación es solamente física y psicológica, nos quedamos cojos. En los últimos años han faltado dos aspectos de la educación en la Unión Europea: la cultural y la espiritual.

                       Publicada en RELIGIONConfidencial el 1 de diciembre 2022

jueves, 1 de diciembre de 2022


PREPARACIÓN PARA LA CELEBLACIÓN 
DE LA SANTA MISA 
Romano Guardiani, capítulo 3, Las actitudes: El recogimiento

     “En la vida espiritual, cuando se habla del silencio la mayoría de las veces se lo asocia inmediatamente con el recogimiento. En verdad, el silencio supera al bullicio y al palabrerío, en tanto que el recogimiento es la victoria sobre la disipación y la intranquilidad. El silencio constituye en el hombre la serenidad que lo habilita a hablar, el recogimiento representa la unidad viviente de una existencia, a la que se le habla de las cosas del mundo que lo rodean y que es atraída por la diversidad de acontecimientos, unidad llena de fuerzas, que incita a la acción y a la creación. El recogimiento es tan importante como el silencio. Cuando los consideramos atentamente, nos damos cuenta de que uno no puede existir sin el otro.

      ¿Qué significa entonces el recogimiento? Habitualmente, la atención del hombre se mantiene en las cosas y en los hombres lo que rodean, atraída en las más diversas direcciones por una infinita variedad de fenómenos. Su ánimo está inquieto, su afectividad se somete a objetos que cambian rápidamente. Su deseo pasa de una cosa a otra. Su voluntad tiene permanentemente intenciones -por lo general, muy diferentes al mismo tiempo- que la estimulan, por eso está acosada, desgarrada y en contradicción consigo misma. El recogimiento se opone a todo eso, ya que busca que la atención se aparte de la diversidad de cosas que la atraen y unifica al espíritu en sí mismo, rescata al afecto de las múltiples cosas que lo tientan y lo orienta, a través de un simple cambio, hacia lo importante; al alma que se distrae en sus pensamientos, que se dispersa con uno y otro deseo, y que, además, todo el tiempo que tiene propósitos y planes, la atrae sobre sí misma y le da profundidad.
      Lo verdaderamente funesto es el desorden y afectación artificial de la vida moderna, en los que el hombre es atacado permanentemente por impresiones violentas y extravagantes. Como éstas son intensas, pero a la vez superficiales, se diluyen rápidamente y son desplazadas en seguida por otras. Es propio de ellas carecer de mesura y de verdadera coherencia. Por todas partes existe la publicidad, que pretende incitarlo a cosas que, en el fondo, él no quiere, a cosas que realmente no necesita.
      Continuamente el corazón del hombre se aparta de lo importante y profundo para orientarse hacia lo interesante, hacia lo que lo estimula y excita. Pero este estado de cosas no sólo impera alrededor del hombre, sino que también reina en su interior. El hombre no tiene ninguna profundidad ni ningún centro interno, sino que vive en lo externo y en lo contingente.
      Este tipo de situación se presenta también en el plano religioso, en el culto y en la Santa Misa. Salta a la vista cuando existe un desasosiego. La gente pasea la mirada en torno a todo lo que hay a su alrededor; sin una razón que lo justifique, se arrodilla, se sienta, se levanta; tose, carraspea, acomoda su ropa y muchas cosas más. Los que allí asisten no están verdaderamente presentes, no están en el tema, no se identifican ni con el lugar ni con el momento. En síntesis, no adoptan una actitud de recogimiento.
      El recogimiento es la inhalación del hombre espiritual, mediante la cual se aparta de todo lo que lo distrae y va en busca de la interioridad, de la profundidad y del centro interior. Sólo el hombre que sabe recogerse es realmente alguien. Sólo a él se le puede dirigir la palabra y sólo él puede responder, únicamente él obtiene realmente lo que la vida ofrece. El tiempo es inquietud y disipación, la eternidad es sosiego y unidad, pero no en el sentido de inactividad o tedio.
      La eternidad es la plenitud de la vida, pero en el modo de la serenidad. Hay algo de lo eterno en nuestra interioridad más profunda. Quizá podemos designarlo con el bello nombre que se encuentra en los maestros de vida espiritual: “suelo del alma” o “cumbre del espíritu”. Cuando Dios me llama, yo puedo ser efectivamente alguien que está en condiciones de decir: “aquí estoy, Señor”
                         (Romano Guardini, Preparación para la celebración de la Santa Misa (selección), p. 21-25)