domingo, 28 de noviembre de 2021

 Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 28 noviembre al 4 diciembre 2021
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La vida espiritual, coherencia en el vivir
     La vida espiritual no es una vida anterior, posterior o exterior a nuestra existencia cotidiana. No, la vida espiritual sólo es real cuando se vive en medio de nuestras penas y alegrías de aquí y ahora. Por tanto, tenemos que comenzar con una mirada atenta a cómo pensamos, hablamos, sentimos y actuamos en cada momento, de hora en hora de día a día, para hacernos plenamente conscientes de nuestra necesidad del Espíritu.
                                     (Henri J. M. Nouwen, Cambiar desde el corazón, escuchar al Espíritu, p. 23)
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Día 28. DOMINGO I DE ADVIENTO.  ciclo C, año Par
Santa Catalina Labouré, religiosa Hijas de la caridad. siglo XIX
La espera de los cielos nuevos y de la tierra nueva (I) nº 1042-1047
 
Día 29. lunes de la I semana de Adviento.
San Saturnino de Tolosa, obispo y mártir. siglo III
La espera de los cielos nuevos y de la tierra nueva (II) nº 1048-1050
 
Día 30. martes. San Andrés, apóstol, fiesta. siglo I
La tradición apostólica, nº 75-79
El hombre, imagen de Dios, nº 1701-1709
 
Día 1. miércoles de la I semana de Adviento
San Eloy, obispo y orfebre. 558-660
Las Bienaventuranzas, nº 1716-1717
 
Día 2. jueves de la I semana de Adviento.
Santa Bibiana, mártir. siglo III
El deseo de felicidad, nº 1718-1719
 
Día 3. viernes. San Francisco Javier, sacerdote misionero jesuita. siglo XVI
La bienaventuranza cristiana, nº 1720-1724
 
Día 4. sábado de la I semana de Adviento.
San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia. 675-749
Las virtudes, nº 1803-1804
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viernes, 26 de noviembre de 2021

 

 LA RUTA DEL ORGULLO, 2ª y última parte 

“El alma que sigue esta ruta, por el elevado concepto que se ha forjado de sí misma, nunca pide consejo a nadie y de nadie acepta nunca consejos. Se basta a sí misma. Vive aferrada al propio juicio y a la propia voluntad hasta la tozudez, e ignora voluntariamente, hasta el desprecio, cualquier opinión o convicción que no sea la suya.

El desprecio por el prójimo es, por tanto, una actitud frecuente, y a menudo habitual, en las personas que siguen esta ruta. Se han convertido íntimamente en fariseos y consideran a los demás como publicanos, reproduciendo continuamente en sus vidas la escena y las actitudes de la parábola evangélica: Gratias ago Tibi, quia non sum sicut ceteri hominum, gratias te doy porque no soy como los demás hombres. Los demás existen sólo como término de parangón, para que el orgulloso puede exaltarse mientras los desprecia.

Las personas que van por este camino no soportan que hay nadie superior a ellas. Esta es una posibilidad que no puede verificarse, ni siquiera en el mundo de las hipótesis. Los demás no pueden tener más función que la de exaltar a estas personas: deben estar por debajo de ellas. Los defectos de los demás deben servir para poner en evidencia y para subrayar sus propias virtudes. Los errores de los demás deben servir para poner de relieve su sabiduría y destreza; y la escasa inteligencia ajena, para hacer resplandecer su gran valía. Y aquí está la raíz de las envidias, de los celos y ansiedades que acompañan la vida de todos aquellos que siguen la ruta del orgullo.

Pero este desgraciado camino no acaba aquí. De la envidia se pasa a la enemistad. ¡Y cuántas no son las enemistades que tienen su origen - ¡extraño origen! - en la envidia! Personas hay que se ven despreciadas, odiadas y combatidas sólo porque son mejores o más inteligentes que sus perseguidores. Se han hecho culpables del gran delito de ser buenas e inteligentes, o de haber trabajado mucho. Y este delito se combate y se castiga -en la ruta del orgullo- con la frialdad, la enemistad, el silencio y la calumnia.

No perder el puesto, no ceder las armas: quien se encamina por esta dirección suele recurrir a la ficción y a la hipocresía. Simula lo que no es, exagera lo que posee. Todo es lícito, todo es bueno, en este maldito camino, a condición de que uno sea el primero y el mejor ante uno mismo y en la estimación de los demás.

Para mantenernos siempre lejanos de este camino, y para salir fuera de él si por el nos hubiéramos adentrado, pidamos a la Virgen -Maestra de humildad- que nos haga comprender que initium omnis peccati est superbia, el principio de todo pecado es el orgullo”.                

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(Salvador Canals, Ascética meditada, p.87-89, Colección Patmos, nº 110, Ediciones Rialp)

 

 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

                                                        Perdón, perdón y gracias

“Con el fin de adaptarme anímicamente a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, necesito pedir perdón. Y lo hago, en hinojos y humillado desde una petición de misericordia iluminada por la gratitud histórica. Quiero agradecer desde aquí a socialistas y comunistas su entereza y coraje por fusilar sin dudas a cinco mil peligrosos elementos de la Reacción conservadora en Paracuellos del Jarama, entre ellos, a 267 menores de edad. Obviamente, esos asesinatos, ya perdonados por la Ley de Amnistía, no pueden calificarse como tales. Cuando la izquierda fusila, ejecuta a fascistas. Cuando lo hace la derecha, asesina. Perdón por haberme confundido.

Como nieto de un ejecutado en Paracuellos, el escritor y comediógrafo Pedro Muñoz-Seca, quiero pedir perdón a socialistas y comunistas por haberlos responsabilizado de su muerte. El culpable fue él, escribiendo lo que no gustaba a socialistas ni comunistas. Y les agradezco, con muchos años transcurridos después de su valiente gesta, de haberse mofado de Muñoz-Seca, cuando herido de muerte sobre la tierra de Paracuellos, tuvo que esperar más de cuatro minutos de agonía mientras los milicianos, con gran sentido del humor, se reían de sus últimos estertores, para recibir el tiro de gracia. Y deseo agradecerles la eficacia de su tiro de pistola en la sien, tardío pero definitivo, prueba de la caridad y humanidad de quienes se vieron obligados, por culpa de sus comedias, a terminar con su vida.

Pido perdón en nombre de la familia Ceñal. Ocho hermanos asturianos. Ramón y Rafael y el mayor de todos no se hallaban aquella noche en su casa. Los primeros estaban en el Seminario, y el tercero se había incorporado al Ejército Nacional, el que ganó la guerra y hoy, afortunadamente, la ha perdido con más de 80 años de retraso. Pido perdón en nombre de su madre, que vio cómo, con justicia revolucionaria, se llevaron a sus cinco hijos para fusilarlos por el terrible delito de creer en Dios, y entre los cinco, al más pequeño, que había cumplido diez años de edad. Pido perdón a los que se vieron inducidos a fusilar a esos cinco jóvenes y peligrosos cristianos, y lo hago también en nombre de su madre, que no supo interpretar la situación, perdió la cabeza, y se fue apagando poco a poco en un hospital con un rosario entre las manos hasta que su merecido sufrimiento terminó con su vida.

Pido perdón y agradezco a socialistas y comunistas el fusilamiento de los cinco hermanos De la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarúa. De los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas, monjas y hermanas de la Caridad que murieron torturados y fusilados, ellas previamente violadas, por su empecinamiento antidemocrático de creer en Dios y no dar su brazo a torcer, prueba inequívoca de su soberbia, renegando de su fe. Pido perdón a socialistas y comunistas y al presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, por las muchas decenas de miles de militares y paisanos ejecutados, por no tener cabida, lugar ni sitio en la España roja y separada, paraíso de la igualdad, de Largo Caballero, Negrín, Prieto y Stalin. Y como la nueva Ley de Memoria Democrática alcanza hasta 1982, ruego encarecidamente a la ETA, hoy gobernante con sus votos, que me perdone por no saber aceptar las ejecuciones –jamás asesinatos–, de los vascos y demás españoles que no perdieron ni un segundo en intentar ser comprensivos con la valentía de sus comandos. Especialmente, los comandos que asesinaron niños, futuros fascistas.

Pido perdón y agradezco que, al fin, gracias a la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, Bolaños, Marlaska, Podemos, ERC y la ETA, haya alcanzado la luz de la verdad, y aprendido la diferencia que se establece entre el asesinato derechista y la ejecución obligada por motivos de progreso, sostenibilidad, empoderamiento y futuro.
Perdón, perdón, y gracias mil, Sánchez, Bolaños, Marlaska, ERC, Podemos y la ETA”.
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         (Publicado, periódico El Debate, COSAS QUE PASAN ALFONSO USSÍA, 20,11,2021)
 
Mucho se viene hablando y escribiendo sobre nuestro pasado sobre la nuestra última guerra civil, en ocasiones, con falta de objetividad y rigor histórico. En ella, en Paracuellos, muchos asesinatos, hoy muchos santos canonizados, todos mártires. Hoy nos debemos al perdón y a no pretender sacar rédito desfigurando los hechos.

domingo, 21 de noviembre de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 21 al 27 de noviembre 2021
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Cristo Rey
    El reino de Cristo no es un modo de decir, ni una imagen retórica.
Cristo vive, también como hombre, con aquel mismo cuerpo que asumió  en la 
Encarnación, que resucitó después de la Cruz y subsiste glorificado en la
Persona del Verbo juntamente con su alma humana. Cristo, Dios y Hombre
verdadero, vive y reina y es el Señor del mundo. Sólo por Él se mantiene en
vida todo lo que vive.        (Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, p. 376)
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Día 21. DOMINGO. NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,
REY DEL UNIVERSO, solemnidad.
Cristo reina ya mediante la Iglesia, nº 668-670

Día 22. lunes. Santa Cecilia, virgen y mártir. siglo III
esperando que todo le sea sometido, nº 671-672

Día 23. martes de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario.
San Clemente I, papa y mártir. siglo I
El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel, nº 673-674

Día 24. miércoles. Santos Andrés Dung-Lac presbítero y
compañeros mártires. siglos XVIII y XIX
La última prueba de la Iglesia, nº 675-677

Día 25. jueves de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario.
Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir. siglo IV
Para juzgar a vivos y muertos, nº 678-679

Día 26. viernes de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario.
San Leonardo de Porto Maurizio, predicador. 1676-1751
La Iglesia, consumada en la gloria, nº 769

Día 27. sábado de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario.
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
"Amen” nº 1061-1065
                    Termina el Tiempo Ordinario
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viernes, 19 de noviembre de 2021

 

VI (y última) NUEVA EVANGELIZACIÓN

Ya parecía que no había más sugerencias para la Nueva Evangelización querida por los últimos Papas. Uno se limitó a subrayar que, en definitiva, la Evangelización siempre será la misma, la eterna; la que ha nacido con los primeros cristianos, y que terminará con los últimos cristianos al final del tiempo.

            Cristo dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Los cristianos -siguió- hemos anunciado a Cristo en todos los continentes, en todas las civilizaciones, a hombres y mujeres de todas las culturas. No hemos acomodado el Camino, la Verdad y la Vida, a las diversas culturas. Hemos transmitido la misma Verdad de Jesús, Dios y Hombre verdadero, y hemos enriquecido y convertido las culturas con la Luz de Dios. Como hizo san Pablo en Atenas les anuncio al Dios desconocido, que se ha revelado personalmente en Cristo Jesús, su Hijo, y que nos envía el Espíritu Santo para que no dejemos de asombrarnos ante el Misterio, la Grandeza, la Misericordia de Dios, que ha querido vivir, morir y Resucitar por nosotros, redimirnos del pecado y darnos la esperanza de, arrepentidos y pidiéndole perdón, podamos resucitar con Él”.                    Hizo una pausa y continuó:

            “Si tenemos esto claro, nos haremos cargo del gran servicio que la Iglesia Católica, en la que subsiste la Iglesia fundado por Cristo, tenemos que hacer a todo el mundo.

            Todos los hombres están obligados y anhelan, buscar y conocer la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y una vez conocida, a abrazarla y practicarla, pero ¿Cómo la van a conocer, y abrazarla y practicarla, si los cristianos no anunciamos la Verdad de la Fe, y de la Moral?

            Eso es lo que esperan de nosotros. Y de nada servirá hablar mucho de “felicidad”, de cambio climático, de la igualdad de todas las religiones, del cuidado de la casa común, de fraternidad general, de emigraciones, etc.: los hombres seguirán con sus “dioses” fabricados por ellos mismos, como hicieron los atenienses; o bien tratarán de imponerse los unos a los otros, y querrán unos ser adorados por los otros, como hicieron los romanos, y antes los babilónicos, de imponer a los súbditos, la adoración de sus jefes.

 Y ya a punto de concluir el coloquio, una profesora de Filosofía en el bachillerato, alzó el brazo y dijo:

            “Me parece que se nos ha quedado en el tintero un detalle que pienso vale la pena recordar. Juan Pablo II comentó en alguna ocasión que la fe regresaría a los habitantes de Europa se reconstruían las ermitas a la Virgen que nuestros antepasados han levantado en tantos cruces de camino, en montes y en laderas, etc.

            Por eso me gustaría que se nos anime a venerar y amar de todo corazón a la Virgen Santísima Madre de Dios y Madre nuestra. Ella nos enseñará a amar a Dios Padre; a recibir con amor de Dios Hijo, y abrirá nuestro corazón para dar morada a Dios Espíritu Santo.

            El Papa nos ha pedido rezar el Rosario por el buen resultado del próximo sínodo. Yo lo voy a rezar, también para que salga una nueva reafirmación de la Fe y de la Moral que se han vivido en la Iglesia desde los primeros pasos en Jerusalén, Judea, Samaría, etc. y nos olvidemos para siempre de las propuestas del reciente “sínodo” de Alemania. Y pongo “sínodo” entre comillas, porque yo sabía que Pablo VI habló del Sínodo de Obispos, como se había vivido en la Iglesia a lo largo de los siglos. ¿Qué es eso del “sínodo del pueblo de Dios?

Un rato de silencio, una Salve a la Virgen María, y oraciones por la Nueva Evangelización dieron fin a la reunión”. 

               (publicado en el boletín diario Religión Confidencial, el 25 octubre 2021, 
                siendo su autor; Ernesto Juliá Diaz)

 

 

EL TRANSHUMANISMO “es un sueño infantil”
Rémi Brague: nuestra época solo usa la razón para el cálculo,
“todo lo demás se deja a la emoción”
 
Recientemente, Rémi Brague (París 1947), uno de los más importantes intelectuales católicos europeos, dio una serie de conferencias en Italia. Con este motivo, Rodolfo Casadei le entrevistó para Tempi sobre las consecuencias que implica para la sociedad y la cultura su profunda descristianización.
                      Ante las preguntas, algunas de las respuestas (selección):
“El perdón no es una noción filosófica. Lo que existe en la filosofía antigua es la noción de sungnomé, algo que tiene que ver con la noción de falibilidad humana, con el hecho de que los dioses pueden engañarnos adoptando la forma de otros seres; al hacerlo, nos inducen a error. El perdón es algo que entra en el horizonte cultural del mundo con la Biblia y las religiones bíblicas. Primero con el judaísmo de Israel y, más tarde, con las
 dos religiones que surgieron de él: el judaísmo rabínico y el cristianismo.
 
“Esta idea del perdón presupone un pecado contra una persona. Cuando se rompe una regla, no puede haber perdón. Si me salto un semáforo rojo, me multan: no hay perdón posible. Lo único que se parece al perdón es la amnistía: con ella se olvida el pasado y ya no se te pide que pagues la multa… El cristianismo dice que Dios nos ha perdonado en Cristo y que debemos aceptar este perdón. Podemos rechazarlo: somos plenamente libres es nuestra relación con Dios, Él nos quiere así.
 
“Si falta esta figura de un Dios personal, entonces nos queda nuestro sentimiento de culpa: no es el cristianismo el que inventó la culpa, en contra de lo que piensan algunos imbéciles. Entonces la gente empezará a decir que el delincuente actúa de determinada manera debido a una enfermedad física o mental, o a una disfunción del mecanismo social. Buscarán a los responsables de todo lo que va mal, pero que nunca es culpa nuestra, sino de las estructuras sociales, las condiciones históricas, el complejo de Edipo y otros traumas psicológicos de la infancia. En ninguna de estas hipótesis es necesario pedir perdón. Así que estoy de acuerdo con usted: sin el cristianismo, la noción de perdón desaparece.
 
“Pero también hay otro peligro, que es el humanitarismo. René Girard decía que el humanitarismo es un humanismo árido, que ya no se nutre de su fuente. La religión del bienestar y el humanitarismo tienen en común la idea de que no debemos intentar mejorarnos a nosotros mismos. El supuesto básico del humanitarismo es que no hay pecado original que no hay en nosotros una tendencia al mal contra la que Dios debe ayudarnos a resistir: las personas son buenas, basta con un poco de diálogo y todo se resuelve. Lo que más me perturba es que muchos cristianos también razonan de esta manera, o, mejor dicho, sienten de esta manera, porque esto no es razonar. Esto es un aplanamiento del ser humano.
 
“El cristianismo debería ofrecer una conciencia de los abismos del mal que hay en nuestro interior, como hay también alturas inconcebibles de santidad que se pueden experimentar. El cristianismo tiene una visión del hombre en relieve, mientras que la visión del bienestar, la visión terapéutica, el hombre psicológico, humanitarista, es una visión aplanadora. Nos describe como carentes de profundidad y altura; es una visión que no hace justicia a todas las dimensiones del hombre, como hace el cristianismo. Y por eso algunos le acusan de pesimista: pero no es pesimista, ¡es realista! Por el contrario, decir y pensar que todo en el hombre es bello y amable es signo de ceguera” ….
 
                          (Publicado por ReligiónenLibertad, el 20 de octubre 2021)

domingo, 14 de noviembre de 2021

 

LA RUTA DEL ORGULLO, 1ª parte

“Existe un camino que no es, ciertamente, el de la salvación, ni de la felicidad, y por el cual -ello, no obstante- solemos adentrarnos los hombres con gran facilidad. Es la ruta del orgullo. Déjame pues, amigo mío, que a propósito de ella, te confíe algún pensamiento y alguna reflexión, de modo que aprendamos juntos a reconocerla desde el prime instante y a evitarla siempre.

La ruta del orgullo tiene un principio bastante triste, porque comienza con la negación de Dios en nuestras almas y en nuestras vidas. Alguien ha hecho notar, a este respecto, con gran agudeza, que el ateo y el orgullo tienen muchos puntos en común. El ateo, en efecto, se niega a admitir la existencia de Dios al través de la prueba de la creación y de las criaturas; no ve a Dios nuestro Señor en el creado. Y el orgulloso se niega a reconocer a Dios en su alma y en su vida: no vislumbra a Dios nuestro Señor en los dones de la naturaleza y de gracia que enriquecen su personalidad y fructifican en su vida.

El orgullo, en realidad, no es más que una estimación desordenada de las cualidades propias y de los propios talentos. No es más que la idea desmesurada y desordenada que nos hemos formado de nosotros mismos. Cultivamos voluntariamente y con una especie de interior circunspección este alto concepto de nuestro propio ser, y no admitimos ninguna sombra, por pequeña que sea, ni referencia alguna a otras personas y no soportamos ningún reproche o corrección. Atribuimos a nosotros mismos -olvidándonos por completo de Dios nuestro Señor- todo lo que somos y todo lo que valemos. Y al obrar así, excluimos a Dios y a los demás de nuestra vida: tan sólo yo importo, dice obstinadamente el orgulloso, contemplándose complacido y meciéndose con presunción a sí mismo.

En las almas que siguen la ruta del orgullo, no encuentran eco alguno aquellas palabras de San Pablo: Quid habes, ¿quod non accepisti?, ¿qué tienes de tuyo que no hayas recibido? Y ni siquiera se rinden estas almas antes aquellas otras palabras, que completan el razonamiento del Apóstol: ¿Quid gloriaris quasi non acceperis?, ¿por qué te jactas, como si no hubieses recibido todo lo que posees?

Si existe un camino que haga complicadas a las almas, éste es la ruta del orgullo. La ruta del orgullo es un laberinto en el que las almas se desorientan y se pierden. El orgullo destruye la simplicidad de las almas, aquel ser y aparecer sin pliegues -sine plicis- que es una encantadora característica de las personas humildes.

¡Cuántos pliegues se forman, por el contrario, en el alma contaminada por el orgullo! Este pecado capital, en efecto, induce -cada vez avasalladoramente- a replegarse de continuo sobre sí mismo: a volver infinitas veces a demorarse con el pensamiento sobre los propios talentos, sobre las propias virtudes, ocasión o circunstancia en la que se triunfó. Y esto es el mundo, vacío y mezquino de la vana complacencia.

Del mundo interior se pasa al mundo exterior: la ruta del orgullo continúa su progresión implacable. Todo aquello que estas personas han construido dentro de sí, desean ahora edificarlo a su alrededor. Y aunque el Señor dijo: Gloria mea alteri non dabo, no daré mi gloria a otros, el alma orgullosa responde a ese mandato divino apropiándose, posesionándose, de dicha gloria.

Esta desgraciada ruta jamás puede pasar por el Señor. Nada ni nadie podrá hacer decir a las almas que han tomado este camino: Gratia Dei sum id quod sum, sólo por la gracia divina soy lo que soy. Su mirada y su pensamiento jamás se levantarán, por encima de sus propias cualidades y de sus propios éxitos, hasta Dios nuestro Señor, para darle gracias por su bondad. La mirada y el pensamiento de estas alma s se demora siempre a ras de tierra. La ruta del orgullo empieza con la exclusión de Dios y con el repliegue sobre uno mismo.

El horizonte del orgulloso es terriblemente limitado: se agota en él mismo. El orgulloso no lograr mirar más allá de su persona, de sus cualidades, de sus virtudes, de su talento. El suyo es un horizonte sin Dios. Y en este panorama tan mezquino ni siquiera aparecen los demás: no hay sitio para ellos”.

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(Salvador Canals, Ascética meditada, p.84-87, Colección Patmos, nº 110, Ediciones Rialp)

 

Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 14 al 20 de noviembre 2021
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Exhortación a adquirir la sabiduría
   Amad la justicia, vosotros, los que juzgáis la tierra.
Sentid bien del Señor, y buscarle con sencillez de corazón

                                (Sagrada Biblia, Libro de la Sabiduría, 1,1)
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Día 14. DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. ciclo B, año Impar
Resucitados con Cristo, nº 1002-1004

Día 15. lunes de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario.
San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia, 1193-1280
Morir en Cristo Jesús, nº 1005-1009

Día 16. martes de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario.
Santa Margarita de Escocia, reina, siglo 11
“Creo en la vida eterna” El juicio particular, nº 1020-1022

Día 17. miércoles. Santa Isabel de Hungría, reina, siglo XIII
El Cielo, nº 1023-1029

Día 18. jueves de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario.
Dedicación de las Basílicas de los Santos Pedro y Pablo, apóstoles
La purificación final o purgatorio, nº 1030-1032

Día 19. viernes de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario.
San Abdías, profeta del A. Testamento, siglo V a.C.
El infierno, nº 1033-1037

Día 20. sábado de la semana XXXIII del Tiempo Ordinario.
San Edmundo, mártir, siglo IX
El juicio final, nº 1038-1041
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1ª parte del capítulo de Ascética meditada, LA RUTA DEL ORGULLOSO
V NUEVA EVANGELIZACIÓN, de Ernesto Juliá, publicado por Religión Digital
    Mi Buena Pista https://ramonbertrand.blogspot.com/

 

martes, 9 de noviembre de 2021

 

                                          V NUEVA EVANGELIZACIÓN
 
Después de un breve silencio, un periodista padre de cuatro hijos se levantó y habló:
 
“Me quedo con el último párrafo que se acaba de leer, y que recuerdo a continuación.
"Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado" (Mt., 28, 19-20). Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla”.
Si ese es el mandato del Señor; y esa es la obligación de la que habla el Concilio es señal de que están, de alguna manera, inscritas en nuestra realidad de ser criaturas y de ser cristianos. Jesucristo no mandó a los apóstoles a que se sentaran a discutir y a dialogar con quienes encontrasen para ver si entre todos descubrían Su Verdad, le descubrían a Él. No. Les dijo muy claramente que predicaran, que anunciaran, que enseñaran, lo que habían visto y oído.
A mí me gustaría que en la Iglesia de hoy se nos recordara la necesidad de hablar más de Cristo, Dios y hombre verdadero, y que para que lo podamos hacer con claridad, conscientes de que estamos anunciando a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, se nos hablara más del Catecismo de la Iglesia Católica publicado después del Concilio Vaticano II, de todas sus explicaciones acerca del Dogma y de la Moral.
Y, perdonad que me alargue, pediría también que se nos recordara el verdadero sentido de la Liturgia.  Les rogaría a los sacerdotes que vivieran las ceremonias litúrgicas de forma que todos pudiéramos darnos cuenta de que el Celebrante de los Sacramentos es Cristo para que en todas las ceremonias sacramentales podamos vivir la presencia de Cristo. En otras palabras, que el sacerdote que celebra la Santa Misa, lo haga en la Persona de Cristo, y que celebre la Santa Misa como está indicado, sea el rito que sea, y ninguno se invente una Misa “a su manera”. En la Misa queremos vivir la presencia real y sacramental de Cristo entre nosotros. En Él somos “pueblo y familia de Dios”; sin Él, somos una muchedumbre sin norte ni guía”. 
Otra vez se hizo un silencio de reflexión.
“Apoyo de lleno tus palabras”, comentó un joven abogado. “Si los sacerdotes celebran con esa unción la Santa Misa, todos los fieles seremos más conscientes de que al Comulgar recibimos el Cuerpo y la Sangre del Señor, y que hemos de acercarnos a recibir al Señor libres de todo pecado mortal, y con un corazón dispuesto a amar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y a todos los seres humanos con quienes vivamos y nos encontremos”.
Una universitaria que estaba preparando el examen para el Mir, añadió:
“Aprovecho para animaros a todos, y pedir a los obispos que nos animen a todos, a volver cuanto a antes a participar de la Santa Misa presencialmente. Que vayamos a la Iglesia, al templo, ya que no rige ninguna regla que limite el aforo. Unos irán con mascarilla, otros iremos sin ella. Pero estaremos allí, acompañando a Cristo en cuerpo y alma, viviremos la Misa “con Cristo, por Cristo, en Cristo”, que se ofrece a Dios Padre en redención por nuestros pecados. Y nos acompañará el Espíritu Santo”.
Se paró y terminó diciendo: “Si seguimos viéndola por televisión, en el ordenador, etc., todos tenemos el peligro de confundirla con un espectáculo más. En la iglesia, de alguna manera, “tocamos” la presencia real de Cristo. Presencia real y sacramental que la televisión, el ordenador, no nos pueden transmitir con la realidad que necesitamos”.    (continuará).                                        (Publicado por Religión Digital, autor, Ernesto Juliá, octubre 2021)
                                                           ++++++++++++++++++++++++
 

Final del formulario

domingo, 7 de noviembre de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 7 al 13 de noviembre 2021
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En algún tratado o texto leí:
    Hacer nuestros, siempre en presente, en nuestra cabeza y corazón,
los Tiempos de Jesucristo, repasando y viviendo los Evangelios,
que nos conducen a imitar y comportarnos, como vivió y enseñó
Cristo. Estas enseñanzas nos llevarán a sentimientos de gran
asombro y gratitud; doctrina que enriquece nuestra vida cristiana.
¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, ¿y no hacéis lo que digo?
Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica…

                                                                 (San Lucas, Evangelio 6, 47-47)
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Día 7. DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO. ciclo B, año Impar
La vida consagrada, nº 914-933

Día 8. lunes de la semana XXXII del Tiempo Ordinario
Los cuatro santos coronados, mártires del siglo III-IV
La comunión de los santos, nº 946-948

Día 9. martes. DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN, fiesta
¿Dónde celebrar? Nº 1179-1186

Día 10. miércoles. San León Magno, papa y doctor de la Iglesia, siglo V
La comunión de los bienes espirituales, nº 949-953

Día 11. jueves. San Martín de Tours, obispo, siglo IV
“Creo en la resurrección de la carne”, nº 988-991

Día 12. viernes. San Josafat, obispo y mártir, 1581-1623
Revelación progresiva de la Resurrección, nº 992-996

Día 13. sábado de la semana XXXII del Tiempo Ordinario
San Leandro, obispo de Sevilla, siglo VI
Cómo resucitan los muertos, nº 997-1001
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miércoles, 3 de noviembre de 2021

 

                                   SAGRADA BIBLIA. ÉXODO

“Éxodo es el título que los traductores griegos dieron al segundo libro del Pentateuco, y que adoptarán más tarde la versión latina y las traducciones a lenguas modernas. Los judíos, que suelen enunciar los libros de la Biblia por las palabras con que comienzan, lo denominan We´ellech shemot (“Éstos son los nombres”). Éxodo significa salida y, por tanto, alude sobre todo al contenido de los quince primeros capítulos que narran cómo los israelitas consiguieron abandonar Egipto; sin embargo, esta palabra también refleja perfectamente el contenido de todo el libro, que enseña cómo los hijos de Israel salieron de la esclavitud y alcanzaron la libertad al dejar de estar sometidos a Egipto y al asumir la Alianza establecida en el Sinaí.

1. Estructura y síntesis del contenido. El libro del Éxodo está formado por un conjunto de relatos y de normas íntimamente entrelazados que transmiten una parte de la historia religiosa de ellos hijos de Israel: desde el asentamiento de las tribus que habían bajado a Egipto, empalmando así con el final del Génesis, hasta su prolongada estancia al pie del monte Sinaí, enlazando de este modo con la narración que continúa en Números. Los relatos reúnen los acontecimientos más importantes de la vida de Israel: su esclavitud en Egipto, el nacimiento del líder Moisés, los prodigios que Dios obró para sacarlos de la opresión, la institución de la Pascua, el establecimiento de la Alianza, la apostasía primera, y el establecimiento del culto.

2. Marco histórico. La historia narrada en el Éxodo no debe tomarse como una crónica detallada y exacta. Es más bien una historia de salvación que narra cómo el Señor hizo de los “hijos de Jacob” el pueblo de Dios, es decir, un pueblo que ha entrado a formar parte del misterio salvífico. Él lo ha elegido como primicia de salvación, ha establecido con él una Alianza de amor y lo ha cuidado con especial providencia. Estas realidades sobrenaturales son expuestas por el autor sagrado revistiendo los hechos con un lenguaje épico, cultural y teológico. Por eso no siempre es fácil reconocer cómo se desarrollaron los acontecimientos.  Lo que no admite duda, incluso para el historiador profano, es que en este libro se relatan hitos fundamentales de la historia del pueblo de Israel.

3. La fecha del Éxodo. Lo más probable es que la salida de los israelitas del país de Egipto tuviera lugar en el siglo XIII a.C., cuando en el país del Nilo se estaban llevando a cabo las construcciones más importantes de su historia. Según los conocimientos que han aportado los historiadores y arqueólogos en los últimos años, la historia de Egipto antiguo consta de treinta y una dinastías de faraones. Admitiendo que el Éxodo se iniciara a principios del siglo XIII, la conquista de Palestina se situaría unos cuarenta años más tarde, es decir, en la segunda mitad del mismo siglo XIII, fecha en la que los arqueólogos datan la destrucción de numerosas ciudades de Canaán, tales como Laquis, Jasor y otras.

4. La figura de Moisés. Como caudillo y guía, como profeta y maestro y como prototipo de Israel, pues protagoniza en su vida las mismas vicisitudes que el pueblo ha de atravesar. Como caudillo y guía, Moisés, siempre a instancias del Señor y bajo su protección, consigue vencer, en primer lugar, la oposición de los propios israelitas, más tarde, la tozudez del faraón, y finalmente, los elementos de la naturaleza. Profeta y maestro por las generaciones futuras porque por medio de él recibieron la doctrina y la moral, es decir, la Ley. Los autores sagrados ponen en Moisés todas las prescripciones y normas que regulaban la vida moral, religiosa y social del pueblo.

5. Composición. Los hechos básicos narrados en el libro del Éxodo se han conservado en la memoria del pueblo que los ha celebrado en las grandes festividades, los ha cantado con himnos y los ha transmitido como elemento esencial de su fe.

Rememorando así la historia de sus orígenes, los que se habían ya asentado en Israel (hacia el siglo XIII a C.) fueron dando sentido religioso a las instituciones, a las normas y a las costumbres que vivían, ligándolas paulatinamente a los acontecimientos originales del éxodo y del desierto. Este proceso, se llevó a cabo con una especial providencia divina

6. La Alianza. La elección de Israel de entre las naciones equivalía a constituirlo en pueblo de Dios mediante la Alianza, un acontecimiento que regula la vida religiosa, moral y social de los miembros del pueblo, pero que afecta sobre todo a lo más íntimo de la persona y a la constitución misma del pueblo de Dios, que el Señor mantiene con su pueblo.


7. El culto. La organización religiosa y el culto tuvieron enorme importancia en el pueblo de Dios. En el libro del Éxodo está recogido el cuerpo más importante de las prescripciones rituales. Como el resto de las leyes, también éstas remiten a Moisés, aunque muchas reflejan más bien el esplendor del culto en el tiempo de Jerusalén durante la época monárquica. Se pueden tener en cuenta tres grandes bloques: la Pascua, las Fiestas, y el Santuario y sus instituciones.

8. El Éxodo en el Antiguo Testamento. Los acontecimientos salvíficos narrados en el libro del Éxodo fundamentan la historia y la religiosidad israelita, y permanecerán vivos en la memoria del pueblo. La fórmula “Dios sacó a Israel de Egipto” y la más amplia “Dios sacó a Israel de Egipto con mano poderosa y brazo extendido”, aparecen en el Antiguo Testamento más de setenta y cinco veces”
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  (Facultad Teología Universidad de Navarra, Sagrada Biblia, Comentario (selección) p.72-118)