VI
(y
última)
NUEVA EVANGELIZACIÓN
“Ya parecía que no había más
sugerencias para la Nueva Evangelización querida por los últimos Papas.
Uno se limitó a subrayar que, en definitiva, la Evangelización siempre será la
misma, la eterna; la que ha nacido con los primeros cristianos, y que terminará
con los últimos cristianos al final del tiempo.
Cristo dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino,
la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Los cristianos -siguió-
hemos anunciado a Cristo en todos los continentes, en todas las civilizaciones,
a hombres y mujeres de todas las culturas. No hemos acomodado el Camino, la Verdad
y la Vida, a las diversas culturas. Hemos transmitido la misma Verdad de Jesús,
Dios y Hombre verdadero, y hemos enriquecido y convertido las culturas con la
Luz de Dios. Como hizo san Pablo en Atenas les anuncio al Dios desconocido, que
se ha revelado personalmente en Cristo Jesús, su Hijo, y que nos envía el
Espíritu Santo para que no dejemos de asombrarnos ante el Misterio, la
Grandeza, la Misericordia de Dios, que ha querido vivir, morir y Resucitar por
nosotros, redimirnos del pecado y darnos la esperanza de, arrepentidos y pidiéndole
perdón, podamos resucitar con Él”. Hizo una pausa y continuó:
“Si tenemos esto claro, nos haremos
cargo del gran servicio que la Iglesia Católica, en la que subsiste la Iglesia
fundado por Cristo, tenemos que hacer a todo el mundo.
Todos los hombres están obligados y
anhelan, buscar y conocer la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a
su Iglesia, y una vez conocida, a abrazarla y practicarla, pero ¿Cómo la van a
conocer, y abrazarla y practicarla, si los cristianos no anunciamos la Verdad
de la Fe, y de la Moral?
Eso es lo que esperan de nosotros. Y
de nada servirá hablar mucho de “felicidad”, de cambio climático, de la
igualdad de todas las religiones, del cuidado de la casa común, de fraternidad
general, de emigraciones, etc.: los hombres seguirán con sus “dioses”
fabricados por ellos mismos, como hicieron los atenienses; o bien tratarán de
imponerse los unos a los otros, y querrán unos ser adorados por los otros, como
hicieron los romanos, y antes los babilónicos, de imponer a los súbditos, la
adoración de sus jefes.
“Me parece que se nos ha quedado en
el tintero un detalle que pienso vale la pena recordar. Juan Pablo II comentó en
alguna ocasión que la fe regresaría a los habitantes de Europa se reconstruían
las ermitas a la Virgen que nuestros antepasados han levantado en tantos cruces
de camino, en montes y en laderas, etc.
Por eso me gustaría que se nos anime
a venerar y amar de todo corazón a la Virgen Santísima Madre de Dios y Madre
nuestra. Ella nos enseñará a amar a Dios Padre; a recibir con amor de Dios
Hijo, y abrirá nuestro corazón para dar morada a Dios Espíritu Santo.
El Papa nos ha pedido rezar el
Rosario por el buen resultado del próximo sínodo. Yo lo voy a rezar, también
para que salga una nueva reafirmación de la Fe y de la Moral que se han vivido
en la Iglesia desde los primeros pasos en Jerusalén, Judea, Samaría, etc. y nos
olvidemos para siempre de las propuestas del reciente “sínodo” de Alemania. Y
pongo “sínodo” entre comillas, porque yo sabía que Pablo VI habló del Sínodo de
Obispos, como se había vivido en la Iglesia a lo largo de los siglos. ¿Qué es
eso del “sínodo del pueblo de Dios?
Un rato de
silencio, una Salve a la Virgen María, y oraciones por la Nueva Evangelización
dieron fin a la reunión”.
siendo su autor; Ernesto Juliá Diaz)
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