viernes, 19 de noviembre de 2021

 

VI (y última) NUEVA EVANGELIZACIÓN

Ya parecía que no había más sugerencias para la Nueva Evangelización querida por los últimos Papas. Uno se limitó a subrayar que, en definitiva, la Evangelización siempre será la misma, la eterna; la que ha nacido con los primeros cristianos, y que terminará con los últimos cristianos al final del tiempo.

            Cristo dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Los cristianos -siguió- hemos anunciado a Cristo en todos los continentes, en todas las civilizaciones, a hombres y mujeres de todas las culturas. No hemos acomodado el Camino, la Verdad y la Vida, a las diversas culturas. Hemos transmitido la misma Verdad de Jesús, Dios y Hombre verdadero, y hemos enriquecido y convertido las culturas con la Luz de Dios. Como hizo san Pablo en Atenas les anuncio al Dios desconocido, que se ha revelado personalmente en Cristo Jesús, su Hijo, y que nos envía el Espíritu Santo para que no dejemos de asombrarnos ante el Misterio, la Grandeza, la Misericordia de Dios, que ha querido vivir, morir y Resucitar por nosotros, redimirnos del pecado y darnos la esperanza de, arrepentidos y pidiéndole perdón, podamos resucitar con Él”.                    Hizo una pausa y continuó:

            “Si tenemos esto claro, nos haremos cargo del gran servicio que la Iglesia Católica, en la que subsiste la Iglesia fundado por Cristo, tenemos que hacer a todo el mundo.

            Todos los hombres están obligados y anhelan, buscar y conocer la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y una vez conocida, a abrazarla y practicarla, pero ¿Cómo la van a conocer, y abrazarla y practicarla, si los cristianos no anunciamos la Verdad de la Fe, y de la Moral?

            Eso es lo que esperan de nosotros. Y de nada servirá hablar mucho de “felicidad”, de cambio climático, de la igualdad de todas las religiones, del cuidado de la casa común, de fraternidad general, de emigraciones, etc.: los hombres seguirán con sus “dioses” fabricados por ellos mismos, como hicieron los atenienses; o bien tratarán de imponerse los unos a los otros, y querrán unos ser adorados por los otros, como hicieron los romanos, y antes los babilónicos, de imponer a los súbditos, la adoración de sus jefes.

 Y ya a punto de concluir el coloquio, una profesora de Filosofía en el bachillerato, alzó el brazo y dijo:

            “Me parece que se nos ha quedado en el tintero un detalle que pienso vale la pena recordar. Juan Pablo II comentó en alguna ocasión que la fe regresaría a los habitantes de Europa se reconstruían las ermitas a la Virgen que nuestros antepasados han levantado en tantos cruces de camino, en montes y en laderas, etc.

            Por eso me gustaría que se nos anime a venerar y amar de todo corazón a la Virgen Santísima Madre de Dios y Madre nuestra. Ella nos enseñará a amar a Dios Padre; a recibir con amor de Dios Hijo, y abrirá nuestro corazón para dar morada a Dios Espíritu Santo.

            El Papa nos ha pedido rezar el Rosario por el buen resultado del próximo sínodo. Yo lo voy a rezar, también para que salga una nueva reafirmación de la Fe y de la Moral que se han vivido en la Iglesia desde los primeros pasos en Jerusalén, Judea, Samaría, etc. y nos olvidemos para siempre de las propuestas del reciente “sínodo” de Alemania. Y pongo “sínodo” entre comillas, porque yo sabía que Pablo VI habló del Sínodo de Obispos, como se había vivido en la Iglesia a lo largo de los siglos. ¿Qué es eso del “sínodo del pueblo de Dios?

Un rato de silencio, una Salve a la Virgen María, y oraciones por la Nueva Evangelización dieron fin a la reunión”. 

               (publicado en el boletín diario Religión Confidencial, el 25 octubre 2021, 
                siendo su autor; Ernesto Juliá Diaz)

 

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