viernes, 30 de abril de 2021

 

EN  PRESENCIA  DEL  PADRE

LA  PRESENCIA  DE  DIOS, PERMANENTE  EN  NOSOTROS

Es deseable poner empeño, además de contar con la gracia, en  sentir y vivir la cercanía de Dios, acompañada de la certeza de soy, de que somos hijos de Dios. De ello y en gran medida, se enriquecería  nuestra eficacia y comportamiento; sin duda será más humano, servicial, una vida llena de convicciones cristianas profundas y firmes.

Si la filiación divina es la raíz de la nueva plenitud de vida, también es fundamento de la libertad;  la presencia de Dios nos orienta dichosamente a mirar nuestro interior, a guardar los sentidos y a  ser responsables en nuestro actuar, alejando el mal humor, la rutina, la chapuza.

San Mateo finaliza su Evangelio (28, 20) Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de mundo, impresionante  testimonio de Jesucristo, cuya promesa nos llena de esperanza y alegría, también de  seguridad y paz en el corazón.

 Un Dios siempre cercano,  nos lo recuerda Josemaría Escrivá, en el 267 de Camino:

 Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros. Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillas las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado.

Y como un Padre amoroso –a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo y perdonando.

Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.

 Para enriquecer lo antes expuesto, podemos  recurrir a prestigiosos autores que nos transmiten unas breves enseñanzas:

Todo lo ve, incluso los pensamientos y los secretos de la voluntad. De aquí que también a los hombres de manera especial les alcanza la necesidad de obrar bien, porque todo lo que piensan y hacen está presente a la mirada de Dios. (Santo Tomás, Sobre el Credo, 1,1)

 Considerar, pues, que hay sin duda dentro del alma de cada  uno un pozo de agua viva. Dios está cerca de nosotros; mejor está dentro de nosotros, y quita la tierra del alma de cada uno para hacer saltar en ella el agua viva. (Orígenes, Homilía sobre el Génesis, 13)

 Reflexionad bien qué es en lo que estáis pensando a todas horas. Unos piensan en los honores, otros en el dinero, otros en la extensión de sus pasiones. Todas estas cosas están en lo bajo, y cuando el alma se ocupa de tales cosas queda doblada de la rectitud de su estado; y como no se eleva a los deseos celestiales, no puede mirar hacia arriba, como la mujer encorvada.     (San Gregorio Magno, Homilía 31 sobre los Evangelios)

 Si nuestro corazón lo preside Dios y nuestra cabeza –inteligencia- tiene por su cierta su presencia, qué seguridad para nuestro caminar por la vida, qué eficacia en el obrar y cómo alegraremos la vida de los que nos rodean.

lunes, 26 de abril de 2021


COMPRENDER LAS ESCRITURAS

Curso completo para el estudio de la Biblia. Autor: Scott Hahn, Ph. D.

La Didaché. “La Didaché fue escrita en el siglo I y es la primera catequesis cristiana que se 
conoce. Sin contar las Sagradas Escrituras, es el escrito cristiano más antiguo que ha llegado 
hasta nosotros. El nombre “Didaché” resulta muy apropiado por su contenido porque proviene 
de la palabra griega “enseñanza”. Indica que dicho escrito contiene la enseñanza de los Apóstoles.

La Didaché es un compendio catequético de los sacramentos, de las costumbres y de la moral cristiana. Aunque fue escrita en el siglo primero, su enseñanza es para todos los tiempos. Es probable que los discípulos de los doce apóstoles fueran los autores de la Didaché, pues ésta contiene la fe apostólica tal y como fue enseñada por aquellos más cercanos a Jesucristo. La serie toma el nombre de esta antigua catequesis porque quiere compartir la misión de la Iglesia de transmitir la totalidad de esa misma fe a las nuevas generaciones.

La Didaché es la enseñanza de los Apóstoles y, como tal, es la enseñanza de la Iglesia. Por consiguiente, esta serie de libros hace uso extensivo de la catequesis más reciente que nos ha 
sido dada: el Catecismo de la Iglesia Católica. La serie Didaché también se fundamenta en la 
Sagrada Escritura, la vida de los santos, los padres de la Iglesia, y la doctrina del Concilio 
Vaticano II, atestiguada por el Papa Juan Pablo II”.

           En el prefacio de la obra, el Arzobispo de Denver, Charles J. Chaput, O.F.M. Cap.
Entre otras argumenta: “La Biblia no estructura su enseñanza en un fácil formato de preguntas y respuestas, sino que resulta complicada. Por ello, cuando procedemos a su lectura, necesitamos ayuda, que sea capaz de guiarnos: Scott Hahn ha comprendido esta necesidad y, por ello, ha elaborado una extraordinaria y valiosa guía en Comprender las Escrituras. Curso completo para el estudio de la Biblia.

Jamás en los últimos veinte siglos ha existido ningún otro libro tan estudiado, meditado o rezado 
como la Santa Biblia. Scott Hahn, además de haber realizado esa tarea personalmente, ha estudiado el trabajo de llevarlo a cabo por las muchas generaciones de cristianos y judíos que le han precedido, para después reunir lo mejor de su análisis y poder ayudar al lector de este libro en su propia lectura de la Biblia”.

Rica exposición de épocas arqueológicas y acontecimientos bíblicos; Explicación y fechas de El canon de La Escritura; Lectura suplementaria y vocabulario en todos los capítulos, como así también, Para el estudio; propuesta de ejercicios y Repaso del Catecismo de la Iglesia; Breve esquema ilustrado de la historia del Antiguo y Nuevo Testamento; Tabla de las nociones según el Génesis; El árbol genealógico de Herodes y otros personajes bíblicos; Mapas de situación; Los viajes de Jesús a Jerusalén, etc.

Índices:del libro: Arte y fotografía sobre las 532 reproducciones; Alfabético de Palabras y voces de personajes, lugares, libros. Espléndidas y ricas reproducciones fotográficas, a todo color, papel couché, las dimensiones del libro: 21,50 x 28 cm. (gran formato), papel de gran calidad, tapa dura. Editado en España  por Edibesa,  ISBN 978-84-8407-979-8  -  Editorial MTF, Midwest 
Theological Forum.  Woodridge, Illinois

domingo, 25 de abril de 2021



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 25 de abril al 1 de mayo 2021
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La Resurrección de Cristo
     No es grande cosa creer que Cristo muriese; porque esto también lo creen los
paganos y judíos y todos los inicuos: todos creen que murió. La fe de los cristianos
es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer
que resucitó
                   (San Agustín, Comentarios sobre el Salmo 120)
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Día 25. DOMINGO IV DE PASCUA. Ciclo B, año Impar
San Marcos Evangelista
Dios inspiró a los autores sagrados, nº 105-108

Día 26. Lunes. San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia, fiesta.
El depósito de la fe, nº 84-87

Día 27. Martes de la IV semana de Pascua.
Nuestra Señora de Montserrat
El único sacerdocio de Cristo, nº 1544-1547

Día 28. Miércoles de la IV semana de Pascua.
San Luis María Grignion de Montfort, presbítero
In persona Christi Capitis… nº 1548-1553

Día 29. Jueves. Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia.
Patrona de Europa, fiesta
El matrimonio en el plan de Dios, nº 1601-1605

Día 30. Viernes de la IV semana de Pascua.
San Pío V, Papa
El matrimonio en el Señor, nº 1612-1617

Día 1. Sábado de la IV semana de Pascua.
San José Obrero
La celebración del matrimonio, nº 1621-1624
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jueves, 22 de abril de 2021


NUESTRA  VOCACIÓN CRISTIANA

2º capítulo, 2ª parte y última de “Ascética meditada” Salvador Canals,
p. 20 s. en la Colección Patmos de Ediciones Rialp
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¿Cuándo perderás, amigo mío, ese miedo por la santidad? ¿Cuándo te convencerás de que el Señor te quiere santo? Sea cualquiera tu condición, tu profesión o empleo, tu salud, tu edad, tus fuerzas o tu posición social, si eres cristiano, el Señor te quiere santo.

Estote perfecti sicut et Pater vester coelestialis perfectus est: sed perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial. Estas palabras Jesús las dirigió a todos, y a todos propuso la misma meta. Los caminos son diversos, porque diversas y numerosas son las mansiones en la casa del Padre (in domo Patris mei mansiones multae sunt), pero el fin, la meta, es idéntico y común a todos los cristianos: la santidad.

Y así hoy, al cabo de dos mil años de Cristianismo, nosotros los cristianos debemos formar en esta aspiración a la santidad y en esta convicción profunda un solo corazón y un alma sola como en los albores de la cristiandad: Multitudo credentium erat cor unum et anima una, la multitud de los creyentes eran un corazón y un alma solo. Esa misma convicción, sólida y luminosa, se ve sostenida por las palabras que San Pablo dirigía a todos los fieles: Haec est voluntad Dei: sanctificatio vestra, ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.

¡Por cuántos títulos se requiere y se exige de ti esta santidad! Por el Bautismo, que nos hizo hijos de Dios y herederos de su gloria; por la Confirmación, que nos hizo soldados de Cristo; por la Santísima Eucaristía, en la que el mismo Señor se nos entrega; por el sacramento de la Penitencia y por el del Matrimonio, si lo recibiste. San llamadas, amigo mío, llamadas a la santidad. Escúchalas.

Y una vez que cayeron los prejuicios y se nos iluminó la mente con una nueva luz, resulta fácil ahora formular nuestro propósito: hacer del problema de la santidad un problema muy personal, muy concreto y muy “nuestro”. Dios nuestro Señor -de ello estamos íntima y profundamente convencidos- nos quiere santos porque somos cristianos.

Levantemos a Dios la mirada, el corazón, la voluntad, Quae sursum sunt sapite, quae sursum sunt quaerite, saboread las cosas de lo alto, buscad las cosas de lo alto: la dignidad cristiana nos abre ante los ojos ilimitados y serenos horizontes. Respiremos profundamente el aire que viene de estas abiertas lejanías, y que es un aire que renueva nuestra juventud, como se renueva -lo dice la Escritura- la juventud del águila: Renovabitur ut aquilas inventus tua.

Por fin comprendemos ahora la vacuidad de nuestras mezquinas ideas, y las detestamos. Y deploramos nuestro tiempo perdido y nuestros vanos temores. Ya no tenemos miedo alguno de la santidad y reconocemos, al fin, que nuestros corazones -como escribe el Salmista-, se empavorecieron demasiadas veces cuando no había motivo alguno de temor, ibi trepidaverunt timore ubi non erat timor.

Confiemos a la protección de la Virgen María, que es Regina sanctorum omnium, Reina de todos los santos, y Sedes Sapientiae, Sede de la Sabiduría, para que la idea de la santidad sea en nuestra vida cada día más clara, más fuerte y más concreta.

domingo, 18 de abril de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 18 al 24 de abril 2021
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Nuestra vida, un continuo recomenzar
     Nuestro amor a Cristo se manifiesta en la decisión y el esfuerzo por arrancar
lo antes posible el defecto dominante o por alcanzar aquella virtud que se presenta
difícil de conseguir. Pero también se manifiesta en la paciencia que hemos de tener
en la lucha interior: es posible que nos pida el Señor un período largo de lucha,
quizá treinta y ocho años (San Juan, 5,1-6), para crecer en determinada virtud o
para superar aquel aspecto negativo de nuestra vida anterior.

                      (Francisco Fernández-Carvajal, Hablar con Dios, tomo I, p. 646)
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Día 18. DOMINGO III DE PASCUA. Ciclo B, año Impar
Fe y Bautismo, nº 1253-1255

Día 19. Lunes de la III semana de Pascua.
La necesidad del Bautismo, nº 1257-1261

Día 20. Martes de la III semana de Pascua.
La gracia del Bautismo (I) nº 1262-1266

Día 21. Miércoles de la III semana de Pascua.
La gracia del Bautismo (II) nº 1267-1271

Día 22. Jueves de la III semana de Pascua.
La gracia del Bautismo (III) nº 1272-1274

Día 23. Viernes de la III semana de Pascua.
Un solo Bautismo para el perdón de los pecados, nº 977-980

Día 24. Sábado de la III semana de Pascua.
La virginidad por el Reino de Dios, nº 1618-1620
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lunes, 12 de abril de 2021

                      “Yo creo” ¿creo y vivo como hijo de Dios?


El mundo cambiaría a mucho mejor, si gran parte de todos nosotros estuviéramos persuadidos y viviésemos como hijos de Dios: que lo somos

Toda la vida del cristiano, lo humano y lo virtuoso está enraizado en ser hijo de Dios, de haber 
recibido el Bautismo (El Bautismo es la fuente de vida nueva en Cristo, de la cual brota 
toda la vida cristiana. (Catecismo de la Iglesia n. 1253). Qué importante conocer esta verdad, la que 
sin duda lleva a un conocimiento certero, serio, humano, que enriquece y mejora el modo de vivir. Puede ser que por falta de formación, de la ausencia de sacramentos, etc., no se alcance esta realidad.

Los bautizados “por su nuevo nacimiento como hijos de Dios están obligados a confesar 
delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia 
                                                                                                 (Catecismo de la Iglesia n. 1270). 
Cuando se dice modo de vivir, se trata de una racionalidad, apoyada por una vida de fe que 
trasluce y se manifiesta en su entorno. Lo contrario, simplificando queda en una vida pobre, 
de total carencia de trascendencia.

Dios quiere que le tratemos y respondamos como buenos hijos, con amor, abandono y 
confianza. De modo claro lo expresa la primera enseñanza de Jesucristo en el Padrenuestro:
Él les respondió: Cuando oréis, decir: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino
                                                                                                  (Evangelio san Lucas 11,2)

En el plano religioso, este ser hijos, se conoce como la filiación divina, raíz y plenitud que 
eleva al hombre a un plano y un sentido sobrenatural, fundamento de la verdadera libertad, 
también la seguridad y la alegría, que es el mejor modo de vivir como hijos de Dios.

Esto comporta y debe seguir una actitud filial, el de ser buenos hijos y saber agradecer, comportarse y corresponder, no para vivir en momentos aislados, sino en todos los momentos de nuestra existencia. No es algo que pesa, por el contrario, libera y da seguridad el responder por nuestra parte amorosamente, pues se trata de un gran regalo recibido por el Espíritu Santo, el don de piedad.

No lo olvidéis: el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, 
y carece en su actuación del dominio y del señorío propio de los que aman al Señor 
por encima de todas las cosas               (Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, n. 26)

Si la Sagrada Escritura es Palabra de Dios, que nos da certeza y seguridad de su contenido, a continuación se citan algunas referencias que sin duda, ilustran todo lo antes expuesto:

Pero a cuantos le recibieron les dio la potestad de ser hijos de Dios, a los que creen en 
su nombre                                                                    (Evangelio san Juan 1, 12)

Porque no recibisteis un espíritu de esclavitud para estar de nuevo bajo el temor, 
sino que recibisteis un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “¡Abbá, Padre!” 
                                                                                       (Carta de san Pablo, Romanos 8,15)

Jesús le dijo: Suéltame, que aún no he subido a mi Padre, pero vete donde están mis 
hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios 
                                                                                            (Evangelio san Juan 20,17)

Si en el Padrenuestro, Jesucristo nos enseña a rezar, tratar y hablar con Dios Nuestro Padre, 
el Credo (Símbolo de los Apóstoles, Nicea-Constantinopla) es una buena enseñanza para 
vivir en cristiano; rezarlo con pausa y atención, puede ser como un hacer un máster. 
                                                          (Ref. Catecismo de la Iglesia Católica, p. 185 y siguientes)

domingo, 11 de abril de 2021


Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 11 al 17 de abril 2021
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Proyecto para vivir
    Los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo
de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de
un solo y único día festivo, más aún, como “un gran domingo”
   (San Atanasio)
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Día 11. DOMINGO II DE PASCUA o DE LA DIVINA MISERICORDIA.
Ciclo B, año Impar
El año litúrgico , nº 1168-1171

     Termina la Octava de Pascua
Día 12. Lunes de la II Semana de Pascua.
El Sacramento del Bautismo, nº 1213-1216

Día 13. Martes de la II Semana de Pascua.
Las prefiguraciones del Bautismo en la Antigua Alianza, nº 1217-1222

Día 14. Miércoles de la II Semana de Pascua.
La iniciación cristiana, nº 1229-1233

Día 15. Jueves de la II Semana de Pascua.
La mistagogia de la celebración, nº 1234-1245

Día 16. Viernes de la II Semana de Pascua.
El Bautismo de adultos, nº 1246-1249

Día 17. Sábado de la II Semana de Pascua
El Bautismo de niños, nº 1250-1252 
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                                             ORÍGENES, Teólogo siglo III

    “Es el mayor de los hijos de una familia cristiana. Martirizado su padre durante la persecución de Severo (202), se hace cargo de sus hermanos. Hombre de esmerada formación en ciencias profanas, se dedica entonces a la enseñanza. El obispo de Alejandría le pone al frente de la escuela catequética de la ciudad, arrastrando con su ejemplo y su vida limpia a numerosos alumnos. Una bienintencionada pero errónea interpretación de las palabras de Jesús en Mateo 12,12 le lleva a castrarse a sí mismo, lo cual acarrea irregularidades canónicas llegada la hora de su ordenación sacerdotal.

    Su formación filosófica es neoplatónica. La recibe en Alejandría de manos de Ammonio Saccas. Viaja a Roma y a Palestina, donde predica a varios obispos, pese a su condición de seglar. Su obispo, Demetrio, le reprende y Orígenes se somete a él. En un viaje posterior, el obispo de Jerusalén le ordena sacerdote, en un intento de facilitarle la predicación. Demetrio le excomulga y Orígenes se establece en Cesarea, cuyo obispo no parece ver inconvenientes en ponerle al frente de una escuela teológica. Habiendo devuelto a la fe en Arabia al obispo monarquiano Berilo de Bostra,, muere a causa de una persecución de Decio. Se conservan referencias de 800 de sus libros, que contienen graves errores doctrinales, los cuales no son imputables a una falta de fidelidad, sino a la carencia de un aparato filosófico apropiado para expresar sus ideas.  Nace en Alejandría 185, muere en Tiro”

    “Orígenes de Alejandría es, en realidad, una de las personalidades determinantes para todo el desarrollo del pensamiento cristiano. Hacer teología era para él esencialmente explicar, comprender la Escritura; su teología es una perfecta simbiosis entre teología y exégesis.

    Orígenes nos recuerda que en la lectura orante de la Escritura la Iglesia siempre se renueva. Para comprender las Escrituras no sólo hace falta estudio, sino también intimidad con Cristo y oración. El camino privilegiado para conocer a Dios es el amor y no se puede de verdad a Cristo sin enarmonarse de él”

    “La doctrina de la Ley y de los Profetas, en la escuela de Cristo, es así: la letra, que es como la corteza, es amarga; luego, está la cáscara, que es la doctrina moral; en tercer lugar se encuentra el sentido de los misterios, del que se alimentas las alma de los santos en la vida presente y en la futura”   (Orígenes, Homilía sobre el libro de los Números, IX, 7)



Referencias:
Biografías, quinta edición, p. 38 de Ediciones Rialp
Catequesis de Benedicto XVI, marzo 2009, Editorial Edice

 

 

domingo, 4 de abril de 2021

 



Repasar y difundir el Catecismo de la Iglesia Católica,
siguiendo el Año litúrgico. Del 4 al 11 de abril 2021
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En sintonía con la Liturgia
     Por tanto, a todos aquellos que no creen o dudan sobre la resurrección, les incumbe
formarse su propia opinión al respecto; ésta no debe ser adoptada desde una perspectiva
ligera, ni fundamentada sobre aquello que es aceptable para los hombres libertinos,
sino que deben o bien atribuir que el origen del hombre a causa alguna (algo que es muy
fácil de rebatir), o atribuir a Dios la causa de todas las cosas, preservando así el principio
implicado en este artículo de fe. 
        (Atenágoras de Atenas, Sobre la Resurrección de los Muertos)
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         Comienza la Octava de Pascua / Tiempo Pascual

Día 4. DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR. Ciclo B, año Impar
Jesucristo fue sepultado, nº 624-628

Día 5. Lunes de la Octava de Pascua.
Al tercer día resucitó entre los muertos, nº 638-639

Día 6. Martes de la Octava de Pascua.
El sepulcro vació, nº 640

Día 7. Miércoles de la Octava de Pascua.
Las apariciones del Resucitado, nº 641-644

Día 8. Jueves de la Octava de Pascua.
El estado de la humanidad resucitada de Cristo, nº 645-647

Día 9. Viernes de la Octava de Pascua.
La Resurrección, obra de la Santísima Trinidad, nº 648-650

Día 10. Sábado de la Octava de Pascua.
Sentido y alcance salvífico de la Resurrección, nº 651-655
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jueves, 1 de abril de 2021

 

NUESTRA  VOCACIÓN  CRISTIANA 
Capítulo 2, 1ª parte del libro Ascética meditada, Salvador Canals, p. 20 s. 
en la Colección Patmos de Ediciones Rialp
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"Hablaba un día con un joven, precisamente como lo estoy haciendo ahora contigo, amigo mío.
Trataba de convencerlo de la necesidad de que viviera cristianamente su vida, frecuentase los sacramentos, fuese alma de oración, y diese a todas sus acciones y a toda su vida una orientación sobrenatural.

Jesús –le decía- tiene necesidad de almas que, con gran naturalidad y con gran entrega de sí
mismas, vivan en el mundo una vida íntegramente cristiana.

Pero en sus ojos se trasparentaba la resistencia de su alma; y sus palabras aducían
justificaciones contra cuanto su voluntad se negaba a aceptar. Pocos minutos después resumió
con sinceridad lo que, hasta entonces, quizá no se hubiera dicho ni aun a sí mismo: -No puedo
vivir como usted dice, porque soy muy ambicioso. Y recuerdo lo que le respondí: Mira: tienes
enfrente a un hombre mucho más ambicioso que tú, a un hombre que quiere ser santo. Pues mi ambición es tanta, que no se contenta con ninguna cosa terrena: ambiciono a Jesucristo, que es
Dios, y al Paraíso, que en su gloria y su felicidad, y la vida eterna.

Déjame que prosiga ahora contigo, amigo mío, aquella conversación. ¿No te parece que todos
nosotros los cristianos deberíamos ser santamente ambiciosos sobre este punto? La vocación
cristiana es vocación de santidad. Todos los cristianos, por el mero hecho de serlo -cualquiera
que sea el puesto que ocupen, hagan lo que hagan, vivan donde vivan-, tienen la obligación de
ser santos. Todos estamos igualmente obligados a amar a Dios sobre todas las cosas: Diliges
Dominum tuum ex tota mente tua, ex toto corde tuo, ex tota anima tua et ex totis viribus 
tuis,  amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma y con 
todas tus fuerzas.

Pero esta idea tan sencilla y clara, primer mandamiento y compendio de toda ley de Dios, ha perdido fuerza y, en nuestros días, ya no informa prácticamente la vida de muchos discípulos de Cristo.

¡Cómo se ha empobrecido, Señor, el ideal cristiano en la mente de los tuyos! Han pensado y piensan, Jesús, que el ideal de la santidad es demasiado elevado para ellos, y que tal aspiración no puede hallar sitio en todos los corazones cristianos. Quede esta aspiración –he oído decir en todos los tonos- para los sacerdotes y para las almas a las que una especial vocación ha llevado a la vida del claustro. Nosotros, hombres del mundo, contentémonos con una vida cristiana sin excesivas pretensiones y renunciemos humildemente a los vuelos del alma, aun a riesgo, quizá, de sentir, en ciertos momentos, una estéril y pesimista nostalgia. La santidad –han incluido muchos y muchas, vencidos por los prejuicios y por las falsas ideas- no es para nosotros: sería presunción, jactancia, falta de equilibrio, desorden, fanatismo. Y se han declarado así vencidos antes de empezar la batalla.

Querría poder gritar al oído de muchos cristianos: Agnosce, christiane, dignitatem tuam, ten conciencia, ¡oh cristiano!, de tu dignidad. Escúchame, amigo mío: libérate de prejuicios y deja
que tu inteligencia se abra serenamente. La vocación cristiana es vocación de santidad. Los
cristianos –todos, sin distinción- son, según la frase de San Pedro: Gerns sancta, genus 
electum, regale sacerdotium, populus acquisitionis, gente santa, estirpe elegida, sacerdocio real, pueblo de conquista. Los primeros cristianos, conscientes de su dignidad, se daban 
entre sí el nombre de santos”.