viernes, 30 de abril de 2021

 

EN  PRESENCIA  DEL  PADRE

LA  PRESENCIA  DE  DIOS, PERMANENTE  EN  NOSOTROS

Es deseable poner empeño, además de contar con la gracia, en  sentir y vivir la cercanía de Dios, acompañada de la certeza de soy, de que somos hijos de Dios. De ello y en gran medida, se enriquecería  nuestra eficacia y comportamiento; sin duda será más humano, servicial, una vida llena de convicciones cristianas profundas y firmes.

Si la filiación divina es la raíz de la nueva plenitud de vida, también es fundamento de la libertad;  la presencia de Dios nos orienta dichosamente a mirar nuestro interior, a guardar los sentidos y a  ser responsables en nuestro actuar, alejando el mal humor, la rutina, la chapuza.

San Mateo finaliza su Evangelio (28, 20) Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de mundo, impresionante  testimonio de Jesucristo, cuya promesa nos llena de esperanza y alegría, también de  seguridad y paz en el corazón.

 Un Dios siempre cercano,  nos lo recuerda Josemaría Escrivá, en el 267 de Camino:

 Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros. Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillas las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado.

Y como un Padre amoroso –a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo y perdonando.

Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.

 Para enriquecer lo antes expuesto, podemos  recurrir a prestigiosos autores que nos transmiten unas breves enseñanzas:

Todo lo ve, incluso los pensamientos y los secretos de la voluntad. De aquí que también a los hombres de manera especial les alcanza la necesidad de obrar bien, porque todo lo que piensan y hacen está presente a la mirada de Dios. (Santo Tomás, Sobre el Credo, 1,1)

 Considerar, pues, que hay sin duda dentro del alma de cada  uno un pozo de agua viva. Dios está cerca de nosotros; mejor está dentro de nosotros, y quita la tierra del alma de cada uno para hacer saltar en ella el agua viva. (Orígenes, Homilía sobre el Génesis, 13)

 Reflexionad bien qué es en lo que estáis pensando a todas horas. Unos piensan en los honores, otros en el dinero, otros en la extensión de sus pasiones. Todas estas cosas están en lo bajo, y cuando el alma se ocupa de tales cosas queda doblada de la rectitud de su estado; y como no se eleva a los deseos celestiales, no puede mirar hacia arriba, como la mujer encorvada.     (San Gregorio Magno, Homilía 31 sobre los Evangelios)

 Si nuestro corazón lo preside Dios y nuestra cabeza –inteligencia- tiene por su cierta su presencia, qué seguridad para nuestro caminar por la vida, qué eficacia en el obrar y cómo alegraremos la vida de los que nos rodean.

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