domingo, 27 de marzo de 2022



Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 27 de marzo al 2 de abril 2022
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La alegría cristiana con la cruz
   El camino de nuestra santificación personal pasa, cotidianamente,
por la Cruz: no es desgraciado ese camino, porque Cristo mismo
nos ayuda y con El no cabe la tristeza. In laetitia, nulla dies sine cruce!
me gusta repetir; con el alma traspasad de alegría, ningún día sin Cruz.

                                                       (Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, nº 176)
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                   Ciclo C, año Par
Día 27. DOMINGO IV DE CUARESMA, “Laetare”
San Ruperto, obispo de Salzburgo y abad, siglo VII-VIII
Jesús, el Señor, nº 446-451

Día 28. lunes de la IV semana de Cuaresma.
San Doroteo de Gaza, asceta, siglo VI-VII
“Era necesario que Cristo padeciera”, nº 571-573

Día 29. martes de la IV semana de Cuaresma.
San Marcos de Aretusa, obispo, siglo IV
Jesús e Israel, nº 574-576

Día 30. miércoles de la IV semana de Cuaresma.
San Leonardo Murialdo, presbítero y fundador
Pía Sociedad de San José, 1828-1900
Jesús y la Ley (I), nº 577-579

Día 31. jueves de la IV semana de Cuaresma.
Beata Juana de Toulouse, siglo XIII
Jesús y la Ley (II), nº 580-582

Día 1. viernes de la IV semana de Cuaresma.
San Celso, arzobispo de Armagh, siglo XII
Jesús y el Templo (I), nº 583-584

Día 2. sábado de la IV semana de Cuaresma.
San Francisco de Paula, eremita y fundador
Orden de los Mínimos, siglo XV
Jesús y el Templo (II), nº 585-586
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sábado, 26 de marzo de 2022


REFERENCIAS Y CITAS QUE PUEDEN ORIENTAR (7)

Dictadura del relativismo
     Por eso es preciso tener la osadía de decir: sí, el hombre debe buscar la verdad, es capaz de la verdad. Es evidente que la verdad necesita criterios para ser verificada y falsada. También ha de ir acompañada de la tolerancia. Pero la verdad nos muestra entonces aquellos valores constantes que han hecho grande a la humanidad. Por eso hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de reconocer la verdad y de permitirle constituirse en parámetro.   
                                                                         (Benedicto XVI, La luz del mundo, p. 64)
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La intimidad y la solidaridad

    Lo mismo que distancia y cercanía ya no son distinciones válidas en el hogar de Dios, de la misma manera la intimidad y la solidaridad ya han dejado de ser realidades contrapuestas. Es de gran importancia ver la conexión interior entre intimidad y solidaridad. Si fallamos a la hora de reconocer su conexión, nuestra espiritualidad será o marcadamente privada o limitadamente activista, y ya no reflejará en su totalidad la belleza de vivir en el hogar de Dios.
                                                                          (H. J. M. Nouwen, Signos de vida, 41)
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Ven, Señor, no tardes
    Al prepararnos para la inminente conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén, estas semanas nos mueven a percibir cómo Dios se avecina en cada instante en nosotros, nos espera en los sacramentos -especialmente en los de la Penitencia y la Eucaristía- e igualmente en la oración, en las obras de misericordia. “Despierta. Recuerda que Dios viene. No ayer, no mañana, sino ahora. El único verdadero Dios…” Benedicto XVI. Homilía-  
                                                                 (Mons. Javier Echevarría, Carta diciembre 2016)
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La figura de san José
        Mientras que el ángel “entra” donde se encuentra María (Lc 1, 28). a José sólo se la aparece en sueños, pero en sueños que son realidad y revelan realidades. Se nos muestra una vez más un rasgo esencial de la figura de san José: su finura para percibir lo divino y su capacidad de discernimiento. Sólo una persona íntimamente atenta a lo divino, dotaba de una peculiar sensibilidad por Dios y sus senderos, le puede llegar el mensaje de Dios de esta manera. Y la capacidad de discernimiento era necesaria para reconocer si se trataba sólo de un sueño o si verdaderamente había venido el mensajero de Dios y le había hablado.   
                                                     (Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, La Infancia de Jesús, p. 47)
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La Familia de Nazaret como modelo
      La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz.
La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión, Dios tiene su morada. Esa entrega asocia “a la vez lo humano y divino”, porque está llena del amor de Dios.  
                                         (Del Santo Padre Francisco, El amor en la familia, nº 315)

viernes, 25 de marzo de 2022

 

LOS LIBROS HISTÓRICOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Primera parte

     “Dios, creando y conservando el universo por su Palabra (cfr s. Juan 1,3), ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo (cfr Rm 1,19-20); queriendo además abrir el camino de la salvación que viene de lo alto, se reveló desde el principio a nuestros primeros padres” (cfr Conc. Vaticano II, Dei Verbum, n. 3). Cuando llegó el momento oportuno, eligió un pueblo al que fue preparando, guiando e instruyendo “para que lo reconociera a Él como Dios único y verdadero, como Padre providente y justo juez, y para que esperase al Salvador prometido” (cfr Dei Verbum, n. 2). La dispensación de la salvación se fue realizando paso a paso, siguiendo unas etapas en la historia de este pueblo hasta que llegó la plenitud de los tiempos cuando el Salvador vino al mundo (cfr Ga 4,4). Dios que intervenía delicadamente y se hacía presente en el acontecer de la historia humana, fue abriendo de ese modo los caminos de la salvación que quedarían definitivamente despejados en el misterio pascual de Cristo Jesús.

     Esta “economía de la salvación, anunciada, contada y explicada por los autores sagrados, se encuentra, hecha palabra de Dios, en los libros del Antiguo Testamento” (cfr Dei Verbum, n 14).
     Los llamados “libros históricos” del Antiguo Testamento relatan los avatares del pueblo elegido desde el comienzo de la conquista de Canaán hasta las luchas que en el siglo II a.C. los israelitas tuvieron que entablar para defender su identidad ante los peligros del helenismo. En sus páginas, por tanto, se pueden encontrar elementos de gran interés para la historia antigua, sobre todo del pueblo de Israel que fue el primer beneficiario de la elección divina. Sin embargo, esos textos hablan fundamentalmente de la salvación preparada y realizada por Dios a lo largo de la historia de Israel, y de la que se beneficiarían todos los hombres (Dei Verbum, n 11).
     Cuando se lee la Sagrada Escritura en su conjunto a la luz de la fe cristiana, se puede apreciar lo que aporta cada uno de sus libros en el progreso hacia la plenitud de la Revelación. En consecuencia, lo narrado en los libros históricos del Antiguo Testamento sólo se entiende en toda su profundidad cuando se contempla debidamente encuadrado dentro de la gran manifestación de Dios que culmina en Jesucristo. De este modo “los libros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento y a su vez lo iluminan y explican” (cfr Dei Verbum, n 6).
     La luz nueva que proyecta la fe cristiana sobre estos libros venerables del pueblo de Israel no les priva de su sentido original, sino que ayuda a verlos con más profundidad y los sitúa en el momento que les corresponde dentro del camino hacia la plenitud de la Revelación. Por eso, para entender bien, es necesario prestar atención tanto al sentido propio de cada texto como a su significación dentro del conjunto de la manifestación del designio salvífico de Dios que ofrece la totalidad de la Sagrada Escritura” Continúa

           (Facultad de Teología Universidad de Navarra. Sagrada Biblia, Comentario, p.199)

jueves, 24 de marzo de 2022

                                                LA CRÍTICA, segunda parte

     “Esta crítica, profundamente humana, porque conoce nuestros límites, es profundamente cristiana, porque respeta lo que pertenece al Señor, y así concilia y conserva la amistad, incluso la de quienes nos son contrarios, porque se manifiesta llena de respeto y de comprensión hacia la personalidad ajena.

     El hombre honrado, y con mayor razón el cristiano, no juzga ni critica lo que no conoce. Expresar un juicio, formular una crítica, supone un perfecto conocimiento, en todos sus aspectos, de lo que es objeto de consideración. La seriedad, la rectitud y la justicia caerían por su base si no se procediese de este modo.
     Al llegar a este punto, seguramente que tú y yo nos acordamos de muchos juicios y de muchas críticas improvisadas, formulados sin conocimiento de causa: el juicio del hombre superficial, que habla de lo que no conoce; de la crítica del que se apropia de lo que ha oído decir por otros, sin tomarse la molestia de verificarlo; de la conducta del inconsciente, que juzga hasta aquello de lo que ni siquiera ha oído hablar. Y nos damos cuenta también con cuánta facilidad transformamos en juicio -disfrazándola de juicio crítico- una simple impresión. La crítica del ignorante es siempre injusta y funesta.
     La crítica, la crítica cristiana, tiene siempre requisitos de tiempo, de lugar y de modo, sin los cuales se transforma fácilmente en detractación o en difamación. No estaría mal, a este propósito, que tú que te consideras un hombre maduro, capaz de juicio y de seguro criterio, te preguntes si hay en tu vida este mínimo de prudencia cristiana que te pone a cubierto de las insidias de tu lengua y de tu pluma. Pues hablar sin pensar y escribir sin reflexionar puede ser peligroso para tu alma, aunque estés en posesión de la verdad.
     Debo añadir aún, amigo mío, que la crítica se colorea de animus que detrás de ella se esconde, de la disposición interior de la cual procede. Hay un animus bueno y un animus malo; lo cual debemos tener presente, puesto que constituye un criterio seguro para juzgar moralmente del uso que hagamos de nuestra capacidad de valoración y de crítica.
     El fracasado, el envidioso, el irónico, el orgulloso y avasallador, el fanático, el amargado y el ambicioso, tienen un animus malo, no recto, que se manifiesta inmediatamente en su crítica.
     En cambio, el hombre honesto, el amigo, el cristiano llevan dentro de sí un animus bueno, que trasluce igualmente de sus juicios. Este animus bueno es la caridad, el deseo del bien de los demás, que asegura a su crítica todas aquellas cualidades de que la buena crítica ha de estar adornada. Pues para que la crítica sea justa y constructiva, eficaz y santificante, hace falta amar a los demás, amar al prójimo. En tal caso el ejercicio de la crítica es siempre un acto de virtud en el que hace uso de ella y un auxilio para el que la recibe: Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma, hermano defendido por su hermano, es como ciudad amurallada”.  Continúa

                  (Salvador Canals, Ascética meditada, p. 117-119, Colección Patmos nº 110)

martes, 22 de marzo de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 20 al 26 de marzo 2022
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    Manejar frecuentemente el Catecismo, como Manual de consulta,
sin duda, enriquece nuestra vida interior y nos dispone para el 
mejor acompañamiento apostólico, y a sugerir su lectura para 
el buen conocimiento y práctica de la vida cristiana.
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                 Ciclo C, año Par
Día 20. DOMINGO III DE CUARESMA.
San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, 1250-1393
Los signos del Reino de Dios, nº 547-550

Día 21. lunes de la III semana de Cuaresma.
San Nicolás de Flüe, ermitaño, siglo XV
La justificación (I) nº 1987-1991

Día 22. martes de la III semana de Cuaresma.
San Bienvenido Scotivoli, obispo, 1188-1282
La justificación (II) nº 1992-1995

Día 23. miércoles de la III semana de Cuaresma.
Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, 1538-1606
La gracia (I) nº 1996-2001

Día 24. jueves de la III semana de Cuaresma.
Beata María Karlowska, fundadora Congregación del Divino
Pastor de la Divina Providencia, 1865-1935
La gracia (II) nº 2002-2005

Día 25. viernes. ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR, solemnidad.
“Hágase en mí según tu palabra, nº 494-495

Día 26. sábado de la III semana de Cuaresma.
San Braulio de Zaragoza, obispo, siglo VII
La santidad cristiana, nº 2012.2014
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viernes, 18 de marzo de 2022

 

LA CRISIS DE OCCIDENTE. Orígenes, actualidad y futuro

Ensayo. Santiago Cantera, Editorial Sekotia, tercera edición
                                Selección sobre algunos capítulos de la referida publicación 

     “Este libro quiere ofrecer una comprensión de Europa y de su actual crisis de identidad. Pero ¿hablar de crisis de identidad europea cuando precisamente se está construyendo Europa?

     Hemos hecho alusión a dos conceptos fundamentales, de los que hoy carece la sociedad europea: raíces y luces. La sociedad europea, que en nuestro tiempo está tratando de configurarse a sí misma de un modo absolutamente nuevo, ha renunciado a las verdaderas raíces que le podían dar consistencia. Reniega de su pasado más auténtico, de aquél que dio vida a Europa, y quiere edificar una nueva “casa común europea” en el vacío. De este modo, es obvio que el desplome se producirá más tarde o más temprano.
     Ésta es la Europa que Juan Pablo II, en su exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa del año 2003, definió como inmersa en un proceso de “apostasía silenciosa”. Según el santo Papa, y de acuerdo con lo que recordaron los Padres reunidos en el Sínodo, esta situación se ve caracterizada en buena medida por “la pérdida de la memoria y de la herencia cristiana, unidas a una especie de agnosticismo práctico y de la indiferencia religiosa, por lo cual muchos europeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia. Por eso no han de sorprender demasiado los intentos de dar a Europa una identidad que excluya su herencia religiosa y, en particular, su arraigada alma cristiana, fundando los derechos de los pueblos que la conforman sin injertarlos en el tronco vivificado por la savia del cristianismo”
     Los dirigentes de la Europa actual en el proyecto fracasado de Constitución que pretendieron que Europa se diese a sí misma en función de una abstracta y falsa “voluntad general”, intentan pasar del templo pagano griego y romano al templo neopagano racionalista de la diosa Razón que erigió la Revolución Francesa y, desde él, al templo también neopagano de la diosa Europa laicista y capitalista. Pero, ¿Qué ocurre con las basílicas cristianas antiguas, con las iglesias bizantinas y prerrománicas, con las catedrales románicas, góticas, renacentistas y barrocas? ¿No existen estos edificios, como no existen estos siglos del cristianismo? ¿Por qué el proyecto de Constitución europea ignoraba este tiempo?
     Como la fe es más fuerte que el totalitarismo revestido de democracia, no hemos de dudar que Dios dará su apoyo a quienes confían en Él. Y por eso no debemos dudar tampoco que es posible reconstruir la verdadera Europa. La esperanza siempre ha de ser más fuerte que la dureza de la situación que se afronta, porque el Dios cristiano es el Dios de la esperanza.
     Cimientos. Ser e identidad de Europa. Una de las mayores pérdidas que la civilización cristiana occidental ha sufrido en los últimos años, aproximadamente a partir de los 60 del siglo XX, ha sido la originada por una especie de derrumbe de la Escolástica y del tomismo, tras un largo período de nuevo apogeo experimentado desde finales de la centuria del 1800. Este desplome ha sido patente de un modo muy particular en la Iglesia Católica, que era donde se encontraba en pleno auge” Continúa

               (Envío nº 1. Se trata de una selección de las p. 13-27 de la citada publicación)

martes, 15 de marzo de 2022

                                                      LA CRÍTICA, primera parte

     “Las personas, las cosas, los acontecimientos que se ofrecen a nuestra consideración requieren nuestro juicio. La parte más noble de cuanto Nuestro Señor nos ha dado, con profusión y generosidad, asume una actitud determinada frente a nosotros mismos y frente a lo que no rodea.

    Tu inteligencia y tu sensibilidad -como las mías-miden y valoran cualquier persona, cosa o hecho con los que se pongan en contacto. Esta capacidad de valoración y de juicio aumenta en proporción a la profundidad de la persona y a la seriedad con que afronta los acontecimientos y vive su propia vida.
     A una mayor riqueza interior, a una más profunda consideración de las cosas y a un empeño de vida más serio, necesariamente corresponde una mayor capacidad de valoración y de juicio. Los necios y los frívolos, los que se pierden en los detalles o viven fuera de la realidad, los que no hacen nada o hacen demasiadas cosas: todos éstos han perdido o están perdiendo, para su gran desgracia, el sentido del valor y del juicio.
     Dios nuestro Señor quiere, amigo mío, que seas un alma de criterio, que sepas encuadrar personas, situaciones, circunstancias y acontecimientos con espíritu sobrenatural y sentido práctico de la vida. Es necesario que esta capacidad de valoración y juicio, llena de espíritu sobrenatural, aumente y se purifique cada día más. Pues con esta capacidad de juicio cristiano, sereno y objetivo, nos defendemos de nosotros mismos y de nuestros enemigos -primero de todo, de los de nuestra alma- y perfeccionamos nuestras acciones y nuestro trabajo para ayudar a nuestros amigos en su vida y en su actividad.
     Pero esta capacidad de valoración y de juicio, que es tan necesaria para tu vida y sin la cual difícilmente podrás imprimir a tu conducta seriedad y vigor cristiano, tiene sus límites. Mantenerla y ejercitarla dentro de estos límites es acercarse a Dios; permitir que los sobrepase y ejercitarla sin esa mesura cristiana, es alejarse de Dios.
     ¡Cuántas críticas haces sin mesura cristiana que te separan de Dios y de los demás! ¡Que te enemistan con todos y logran que todos te eviten! De sobra conoces los tipos del decapitador despiadado y del cruel demoledor.
     Voy a presentarte toda una galería d espíritus críticos y a preguntarte: ¿en cuál de estas categorías podríamos estar incluidos tú y yo? La crítica del fracasado -que por su fracaso, se ha revelado enemigo de Dios- es universal, porque querría arrastrar a todos a su propio fracaso; la crítica del irónico es mordaz, ligera, superficial, y está dispuesta siempre a sacrificar la burla de las cosas más serias y más sagradas; la crítica del envidioso, nacida entre ansiedades y despechos, es ridícula y vanidosa; la crítica del idiota es bufa; la crítica del orgulloso y del avasallador es despiadada y, normalmente, está forjada con los peores ingredientes; la crítica del ambicioso es desleal, porque  tiende a iluminar su persona con menoscabo de los demás; la crítica del sectario es apriorística, parcial e injusta, es la crítica de quien se sirve conscientemente y con fría pasión de la mentira; la crítica del ofendido es amarga y punzante, destila hiel por todas partes; la crítica del hombre honrado es constructiva; la  crítica del amigo es amable y oportuna; la crítica del cristiano es santificante.
     Para que tu crítica sea siempre la crítica del hombre honesto, del amigo, del cristiano, es decir, para que sea constructiva, amable, oportuna y santificante, ha de poner atención en salvar siempre la persona y sus intenciones. Ha de ser objetiva, jamás subjetiva. Ha de detenerse siempre, con respeto, ante el santuario de la personalidad y de su mundo interior. ¿Qué sabes tú de las intenciones, de los motivos y de toda esa serie de circunstancias subjetivas, que tan sólo conoce perfectamente Dios nuestro Señor, que lee en los corazones? Te sale aquí al paso, amigo mío, aquella frase de Cristo: Nolite judicare et non judicabimini. No juzguéis y no seréis juzgados”. Continúa

                     (Salvador Canals, Ascética meditada, p.114-117, Colección Patmos nº 110)

domingo, 13 de marzo de 2022

   Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana,
siguiendo el Año litúrgico. Del 13 al 19 de marzo 2022
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 Solemnidad de San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María,

varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre para

con el Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José,

y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial

honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

                                                              (Elogio del Martirologio Romano)

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                         Ciclo C, año Par

Día 13. DOMINGO II DE CUARESMA.

San Rodrigo de Córdoba, presbítero y mártir, siglo IX

La Transfiguración, nº 554-556

 

Día 14. lunes de la II semana de Cuaresma.

Santa Matilde, reina, esposa del rey Enrique I, 895-968

La diversidad de pecados, nº 1852-1853

 

Día 15. martes de la II semana de Cuaresma.

Santa Luisa de Marillac, fundadora Hijas de la Caridad, 1591-1660

La gravedad del pecado, nº 1854-1864

 

Día 16. miércoles de la I semana de Cuaresma.

San Heriberto de Colonia, obispo, 970-1021

La proliferación del pecado, nº 1865-1869

 

Día 17. jueves de la II semana de Cuaresma.

San Patricio, obispo de Irlanda, 385-461

“El Reino de Dios está cerca”, nº 541-542

 

Día 18. viernes de la II semana de Cuaresma.

San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia, siglo IV

El anuncio del Reino de Dios, nº 543-546

 

Día 19. sábado. San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María.

Solemnidad

La virginidad de Maria, nº 496-501

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jueves, 10 de marzo de 2022

 

                     SAGRADA BIBLIA: DEUTERONOMIO, segunda y última parte

     4, Enseñanza.  La enseñanza teológica básica del Deuteronomio se podría resumir en las siguientes características: un Dios, un pueblo, un templo, una tierra, una ley.

   La unicidad de Dios es proclamada solemnemente en Dt 6,4: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es uno”. Ese “uno” no sólo se opone a la existencia de varios dioses, sino que proclama la íntima unidad de Dios: Dios no está dividido. Por eso el amor a Él ha de ser también indiviso, no compartido con otros dioses ni con otros amores en el corazón que no conduzcan a Él. “Amarás, pues, al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
     Puesto que sólo hay un Dios, el culto también ha de estar unificado en un solo santuario: el Templo de Jerusalén.
     Ese único Dios ha elegido y hecho su Alianza con un pueblo, que ha de ser uno, sin divisiones por razón de cultos, ni de clases sociales, ni de ningún tipo de discriminaciones. A diferencia de la tradición “sacerdotal”, el Deuteronomio no distingue en el pueblo tribus y familias. El ideal consiste en que todo el pueblo, desde el primero hasta el último, sean hermanos. No es un pueblo cualquiera, sino el Pueblo de Dios.
     La tierra de Israel es un don de Dios a su pueblo, un espléndido obsequio, pero que encierra dentro de sí un indudable peligro: la tendencia a disfrutar de sus bienes como si fueran propios, olvidando que son un don del que Dios ha encomendado a los hombres su correcta administración.
     La ley, finalmente, es la expresión de la voluntad de Dios que muestra a su pueblo los caminos por lo que le conviene marchar.
   Cuando se compone el Deuteronomio la situación de la sociedad israelita no es, ciertamente, ésa. Pero éste es el ideal que Dios propone: hay que esforzarse por cambiar la situación presente para que se adapte a ese modelo, que ilumina las condiciones del momento histórico concreto y a la vez marca unas pautas de valor permanente.

     5, Composición del Deuteronomio desde el Nuevo Testamento. El gran tema del Deuteronomio, que es la unidad, encuentra su plenitud en Cristo, el Hijo Único de Dios que llama a todos los hombres a participar de la naturaleza divina por la gracia: “Que todos sean uno, como tú Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros”
     El modelo de comportamiento que Jesús propone a sus discípulos se puede reducir a una sola ley: la del amor, que engloba en sí misma los dos preceptos fundamentales: “El primero es: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
     En la nueva Alianza hay un solo acto supremo de culto: el sacrificio redentor de Jesús en la Cruz, que tiene un valor universal y que se actualiza constantemente en la Iglesia de modo sacramental. Este sacrificio ha rato la enemistad y ha hecho de todos los hombres un solo pueblo, el pueblo de Dios. Cada uno de los miembros de ese pueblo ha de peregrinar por esta tierra, en el mundo que ha recibido como un de Dios, desprendido de los bienes terrenos, en camino hacia la tierra definitiva”.

        (Facultad de Teología Universidad de Navarra, Sagrada Biblia, Comentario (selección) p. 164-198)

domingo, 6 de marzo de 2022

Repasar y difundir el Catecismo de la Doctrina Cristiana, 
 siguiendo el Año litúrgico. Del 6 al 12 de marzo 2022 
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 La presente Cuaresma 
  La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, 
para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto 
en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en acumular cuanto 
en sembrar el bien y compartir. (Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2022) 
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                      Ciclo C, año Par 
Día 6. DOMINGO I DE CUARESMA. 
San Olegario, obispo, siglo XI-XII 
Las Tentaciones de Jesús, nº 538-540

Día 7. lunes de la I semana de Cuaresma. 
Santas Perpetua y Felicidad, mártires del siglo II 
La realidad del pecado, nº 386-387 

Día 8. martes de la I semana de Cuaresma. 
San Juan de Dios, religioso, Orden Hospitalaria, 1495-1550 
El pecado original: una verdad esencial de la fe, nº 388-390 

Día 9. miércoles de la I semana de Cuaresma. 
Santa Francisca Romana, religiosa, 1384-1440 
Un duro combate…, nº 407-409 

Día 10. jueves de la I semana de Cuaresma. 
Maria Eugenia de Jesús Milleret Brou, fundadora, siglo XIX
“No lo abandonó al poder de la muerte”, nº 410-412
 
Día 11. viernes de la I semana de Cuaresma. 
San Constantino de Escocia, rey y mártir, siglo VI 
La misericordia y el pecado, nº 1846-1848 

Día 12. Sábado de la I semana de Cuaresma. 
Santa Fita de San Geminiano, siglo XIII 
 Definición de pecado, nº 1849-1851 
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sábado, 5 de marzo de 2022

                                       LA SERENIDAD, tercera y última parte

     “Serenidad cristiana; vives escondida bajo el oscuro velo de la fe; serenidad cristiana, desciendes sobre el alma con la visión sobrenatural, como el rocío desciende sobre las flores con la primera luz de la mañana; serenidad cristiana, te ocultas en las palabras de Jesús: Non turbetur cor vestrum neque formidet, no se turbe ni tema vuestro corazón; nolite sollicite ese…, no estéis preocupados; quid prodest homini si mundum universorum lucretur, animae vero suas detrimentum patiatur?, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si su alma ha de perjudicarse? ; serenidad cristiana, te fundes con el alma en la oración como la lluvia con la tierra en primavera; serenidad cristiana, ahondas tus raíces en el alma que aprende a abrazar y a superar el dolor con espíritu de fe, serenidad cristiana, te asientas en el alma cuando se alimenta del cuerpo y de la sangre de Cristo; serenidad cristiana, llenas el alma que se abre, sincera y confiada, al propio director espiritual; serenidad cristiana, eres el regalo más delicado que Jesús hace a las almas sencillas y carentes de complicaciones.
     Amigo mío, nuestro Padre Dios nos quiere serenos en medio de las pruebas y de las dificultades de la vida: oratione instantes, tribulatione patientes, spe gaudentes, insistentes en la oración, pacientes en la tribulación, gozosos en la esperanza.
     Amigo mío, Jesús nos quiere serenos ante la muerte y ante la vida: sive vivimos, sive moritur, Domini sumus, que vivamos o que muramos, de Dios somos.
     Amigo mío, el Señor nos quiere serenos en nuestro trabajo de cada día, sobre todo cuando se nos hace duro y gravoso.
     Amigo mío, Dios nuestro Señor nos quiere serenos cuando por nuestro estado y condición de dar a los demás auxilio y consejo.
     Amigo mío, Jesucristo nos quiere serenos cuando nos hallamos ante nuestra mesa y frente a los problemas y las decisiones de nuestro trabajo.
     Y también nos quiere serenos en nuestra vida de perfección y en nuestros sinceros esfuerzos para ser mejores: in patientia vestra possidebitis animas vestras, en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas. Te falta esta serenidad cuando te irritas contigo mismo y cuando pierdes la paz, al ver que tus progresos en los caminos del Señor son lentos. No te olvides que la luz de la serenidad es la que te hace comprender que nemo repente fit sanctus, que nadie se vuelve santo de repente.
     Y tampoco te olvides de que jamás encontrarás al Señor en el tumulto y en el barullo interior, pues el Señor viene en el sosiego, Dominus in tranquillitate venit.
     Por eso, si tu oración es serena en sus consideraciones, en sus afectos y en sus propósitos, sus afectos serán más profundos y más duraderos sus frutos.
     Tienes, pues, que llenar de serenidad tu apostolado: es un gran don de Dios el saber infundir seguridad y serenidad en las almas en su camino hacia Dios.
     Y reina de serenidad -lo decimos con alegría- es nuestra Madre Celestial”.

                    (Salvador Canals, Ascética meditada, p. 111-113, Colección Patmos, nº 110)