LOS
LIBROS HISTÓRICOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Primera
parte
“Dios, creando y conservando el universo
por su Palabra (cfr
s. Juan 1,3),
ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo (cfr Rm 1,19-20); queriendo además abrir el
camino de la salvación que viene de lo alto, se reveló desde el principio a
nuestros primeros padres” (cfr
Conc. Vaticano II, Dei Verbum, n. 3). Cuando llegó el momento oportuno, eligió un pueblo
al que fue preparando, guiando e instruyendo “para que lo reconociera a Él como
Dios único y verdadero, como Padre providente y justo juez, y para que esperase
al Salvador prometido” (cfr
Dei Verbum, n. 2).
La dispensación de la salvación se fue realizando paso a paso, siguiendo unas
etapas en la historia de este pueblo hasta que llegó la plenitud de los tiempos
cuando el Salvador vino al mundo (cfr Ga 4,4). Dios que intervenía
delicadamente y se hacía presente en el acontecer de la historia humana, fue
abriendo de ese modo los caminos de la salvación que quedarían definitivamente
despejados en el misterio pascual de Cristo Jesús.
Esta “economía de la salvación, anunciada,
contada y explicada por los autores sagrados, se encuentra, hecha palabra de
Dios, en los libros del Antiguo Testamento” (cfr Dei Verbum, n 14).
Los llamados “libros históricos” del
Antiguo Testamento relatan los avatares del pueblo elegido desde el comienzo de
la conquista de Canaán hasta las luchas que en el siglo II a.C. los israelitas
tuvieron que entablar para defender su identidad ante los peligros del
helenismo. En sus páginas, por tanto, se pueden encontrar elementos de gran
interés para la historia antigua, sobre todo del pueblo de Israel que fue el
primer beneficiario de la elección divina. Sin embargo, esos textos hablan
fundamentalmente de la salvación preparada y realizada por Dios a lo largo de
la historia de Israel, y de la que se beneficiarían todos los hombres (Dei Verbum,
n 11).
Cuando se lee la Sagrada Escritura en su
conjunto a la luz de la fe cristiana, se puede apreciar lo que aporta cada uno
de sus libros en el progreso hacia la plenitud de la Revelación. En
consecuencia, lo narrado en los libros históricos del Antiguo Testamento sólo
se entiende en toda su profundidad cuando se contempla debidamente encuadrado
dentro de la gran manifestación de Dios que culmina en Jesucristo. De este modo
“los libros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica,
alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento y a su vez lo
iluminan y explican” (cfr
Dei Verbum, n 6).
La luz nueva que proyecta la fe cristiana
sobre estos libros venerables del pueblo de Israel no les priva de su sentido
original, sino que ayuda a verlos con más profundidad y los sitúa en el momento
que les corresponde dentro del camino hacia la plenitud de la Revelación. Por
eso, para entender bien, es necesario prestar atención tanto al sentido propio
de cada texto como a su significación dentro del conjunto de la manifestación
del designio salvífico de Dios que ofrece la totalidad de la Sagrada Escritura”
Continúa
(Facultad
de Teología Universidad de Navarra. Sagrada Biblia, Comentario, p.199)
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