SAGRADA BIBLIA.
ÉXODO
“Éxodo
es el título que los traductores griegos dieron al segundo libro del Pentateuco,
y que adoptarán más tarde la versión latina y las traducciones a lenguas
modernas. Los judíos, que suelen enunciar los libros de la Biblia por las
palabras con que comienzan, lo denominan We´ellech shemot (“Éstos son
los nombres”). Éxodo significa salida y, por tanto, alude sobre todo al
contenido de los quince primeros capítulos que narran cómo los israelitas
consiguieron abandonar Egipto; sin embargo, esta palabra también refleja
perfectamente el contenido de todo el libro, que enseña cómo los hijos de Israel
salieron de la esclavitud y alcanzaron la libertad al dejar de estar sometidos
a Egipto y al asumir la Alianza establecida en el Sinaí.
1.
Estructura y síntesis del contenido. El libro del Éxodo está formado por un
conjunto de relatos y de normas íntimamente entrelazados que transmiten una
parte de la historia religiosa de ellos hijos de Israel: desde el asentamiento
de las tribus que habían bajado a Egipto, empalmando así con el final del Génesis,
hasta su prolongada estancia al pie del monte Sinaí, enlazando de este modo con
la narración que continúa en Números. Los relatos reúnen los
acontecimientos más importantes de la vida de Israel: su esclavitud en Egipto,
el nacimiento del líder Moisés, los prodigios que Dios obró para sacarlos de la
opresión, la institución de la Pascua, el establecimiento de la Alianza,
la apostasía primera, y el establecimiento del culto.
2. Marco histórico. La historia narrada en el Éxodo no debe tomarse como una crónica detallada y exacta. Es más bien una historia de salvación que narra cómo el Señor hizo de los “hijos de Jacob” el pueblo de Dios, es decir, un pueblo que ha entrado a formar parte del misterio salvífico. Él lo ha elegido como primicia de salvación, ha establecido con él una Alianza de amor y lo ha cuidado con especial providencia. Estas realidades sobrenaturales son expuestas por el autor sagrado revistiendo los hechos con un lenguaje épico, cultural y teológico. Por eso no siempre es fácil reconocer cómo se desarrollaron los acontecimientos. Lo que no admite duda, incluso para el historiador profano, es que en este libro se relatan hitos fundamentales de la historia del pueblo de Israel.
3.
La fecha del Éxodo.
Lo más probable es que la salida de los israelitas del país de Egipto tuviera
lugar en el siglo XIII a.C., cuando en el país del Nilo se estaban llevando a
cabo las construcciones más importantes de su historia. Según los conocimientos
que han aportado los historiadores y arqueólogos en los últimos años, la
historia de Egipto antiguo consta de treinta y una dinastías de faraones.
Admitiendo que el Éxodo se iniciara a principios del siglo XIII, la
conquista de Palestina se situaría unos cuarenta años más tarde, es decir, en
la segunda mitad del mismo siglo XIII, fecha en la que los arqueólogos datan la
destrucción de numerosas ciudades de Canaán, tales como Laquis, Jasor y otras.
4.
La figura de Moisés.
Como caudillo y guía, como profeta y maestro y como prototipo de Israel, pues
protagoniza en su vida las mismas vicisitudes que el pueblo ha de atravesar.
Como caudillo y guía, Moisés, siempre a instancias del Señor y bajo su
protección, consigue vencer, en primer lugar, la oposición de los propios
israelitas, más tarde, la tozudez del faraón, y finalmente, los elementos de la
naturaleza. Profeta y maestro por las generaciones futuras porque por medio de
él recibieron la doctrina y la moral, es decir, la Ley. Los autores sagrados
ponen en Moisés todas las prescripciones y normas que regulaban la vida moral,
religiosa y social del pueblo.
5.
Composición.
Los hechos básicos narrados en el libro del Éxodo se han conservado en la
memoria del pueblo que los ha celebrado en las grandes festividades, los ha
cantado con himnos y los ha transmitido como elemento esencial de su fe.
6.
La Alianza.
La elección de Israel de entre las naciones equivalía a constituirlo en pueblo
de Dios mediante la Alianza, un acontecimiento que regula la vida
religiosa, moral y social de los miembros del pueblo, pero que afecta sobre
todo a lo más íntimo de la persona y a la constitución misma del pueblo de
Dios, que el Señor mantiene con su pueblo.
(Facultad Teología Universidad de
Navarra, Sagrada Biblia, Comentario (selección) p.72-118)
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