Sobre la mentira y el equívoco
Casi todos los autores católicos y protestantes admiten
que, con justa causa,
hay
alguna que otra especie de engaño que no es pecado. En ciertos casos,
el
silencio mismo es virtualmente engaño, según el dicho “quien calla, otorga”.
Por
el contrario, en ciertas circunstancias, el silencio está absolutamente prohibido
a un católico, como pecado mortal, cuando hay deber de hacer una profesión de fe.
a un católico, como pecado mortal, cuando hay deber de hacer una profesión de fe.
Otro modo, y el más directo de engañar de palabra, es decir efectivamente
algo
que no es, y se defiende por el principio de tales palabras no son una
mentira
cuando hay “causa justa” para decirlas, como el matar no es asesinato
en
el caso del verdugo.
(John Henri
Newman, Apología pro Vita Sua, p. 335)
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