LA ECONOMÍA EN EL PENSAMIENTO SOCIAL
CATÓLICO
Se
agradece y siempre es aleccionador y gratificante, ver en entrevistas, ruedas
de prensa y otros, personas abiertas,
expresivas y sobre todo, comprensivas y dialogantes. Por el contrario, en otras,
podemos constatar cierta intransigencia,
tratando de imponer criterio único –el suyo-, incluso imponiendo su verdad.
Atropellan y faltan a la realidad y al sentido
común, pues la mayoría de los temas (políticos,
laborales, de educación, etc.), por no decir casi todos, son de libre
interpretación y por tanto, se suscitan múltiples soluciones en el pensamientos y
modos de actuar. Es evidente que éstos crean un clima de crispación y
alejamiento y por tanto, no favorecen el respeto, a la libertad, en definitiva, al deseado
buen clima de convivencia (aún más peligrosos si se dan en el ámbito familiar),
pues contamos con un precioso don, que
nos ha otorgado el Creador (Dios): la libertad. Necesidad de educar con
verdadera libertad.
De darse estas imposiciones que antes se
comentan, se suelen dar en personajes de
diversos estilos, pensamiento y creencias, ya desde antiguo, pues se empeñan en deslegitimar
a las instituciones, medios y personas que piensen, escriban y actúen con un pensamiento social católico, precisamente, siempre orientando sus
postulados en pro y servicio de la sociedad, del individuo.
La
consideración de lo anterior, me recordaba al Papa Juan Pablo II, que
precisamente siempre hablaba y escribía, recomendando nunca la
imposición, sino el sugerir, proponer; esto sí que es un modo abierto,
libre y responsable, facilitando la vida
de relación en todos los ámbitos.
Como
después se verá, la justificación y ventajas que se derivan de la esa
preocupación, orientación y sentir, de
ese pensamiento social católico,
encaminado a servir socialmente a todos y primordialmente a los más
necesitados. No es suplantar un
pensamiento único, sino enriquecer, ilustrar, mejorar.
Esta
introducción me parecía podría ayudar, para lo que transcribo a continuación,
de la obra de Martín Schalag, cuyo título: Contra
la idolatría del dinero, que aparece en las páginas 17 y 18, precisamente con el título
que encabeza el presente escrito:
“¿Por
qué la Teología Católica se preocupa tanto de la economía y el mercado? ¡No
debería limitarse a su ámbito de competencia (como hacen las demás ciencias) y
ocupase únicamente de cuestiones religiosas y espirituales? Para responder a
estas preguntas hay que empezar recordando que Dios es el Creador y la causa
final de todo lo que existe. En todo lo que hacemos incluidas nuestras
relaciones económicas, debemos aspirar a amarle y vivir de acuerdo con su
voluntad. Pensar en dimensión moral y
de la economía supone pensar en Dios como finalidad de todas nuestras
actividades. La tradición católica reflexiona sobre la economía desde el punto
de vista de la fe porque, como señaló Juan Pablo II, la fe cristiana tiene una
dimensión pública o cultural: “Una fe que no se hace cultura es una fe “no
plenamente acogida, no enteramente pensada, no fielmente vivida” (Exhortación Apostólica Christifideles
laici (30.XII.1988)”. Generalmente,
las reflexiones católicas sobre la economía y la sociedad han tenido lugar a
tres niveles. La jerarquía de la Iglesia católica ha publicado documentos sobre
temas sociales que conforman el corpus de la doctrina social católica. Estos documentos se han preparado y se
siguen preparando siguiendo el debate teológico, y suscitan más debate después
de su publicación. Las reflexiones
teológicas que tienen lugar tanto antes
como después de la publicación de un documento se denominan pensamiento social católico. No obstante,
el pensamiento social católico no solo comprende las reflexiones sobre los documentos
del Magisterio, sino también las teorías independientes en torno a la fe
católica, así como las reflexiones sobre el servicio efectivo de la Iglesia a
los pobres y necesitados. Tanto la doctrina social católica como el pensamiento
social católico conforman la tradición
social católica, la cual ha ido evolucionando a lo largo de los siglos. La
doctrina, el pensamiento y la tradición social católica se relacionan entre
ellos de forma parecida a los círculos concéntricos”.
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