martes, 19 de mayo de 2020


LA ECONOMÍA EN EL PENSAMIENTO SOCIAL CATÓLICO
Se agradece y siempre es aleccionador y gratificante, ver en entrevistas, ruedas de prensa y otros,  personas abiertas, expresivas y sobre todo, comprensivas y dialogantes. Por el contrario, en otras,  podemos constatar cierta intransigencia, tratando de imponer criterio único –el suyo-, incluso imponiendo su verdad. Atropellan y  faltan a la realidad y al sentido común, pues la mayoría de los temas  (políticos, laborales, de educación, etc.), por no decir casi todos, son de libre interpretación y por tanto, se suscitan  múltiples soluciones en el pensamientos y modos de actuar. Es evidente que éstos crean un clima de crispación y alejamiento y por tanto, no favorecen el respeto, a la libertad, en definitiva,  al  deseado buen clima de convivencia (aún más peligrosos si se dan en el ámbito familiar), pues contamos con un precioso don,  que nos ha otorgado el Creador (Dios): la libertad. Necesidad de educar con verdadera libertad.
 De darse estas imposiciones que antes se comentan,  se suelen dar en personajes de diversos estilos, pensamiento y creencias, ya  desde antiguo, pues se empeñan en deslegitimar  a las instituciones, medios  y personas que piensen, escriban  y actúen con un pensamiento social católico,  precisamente, siempre orientando sus postulados en pro y servicio de la sociedad, del individuo.
La consideración de lo anterior, me recordaba al Papa Juan Pablo II, que precisamente siempre hablaba y escribía, recomendando  nunca la imposición, sino el sugerir, proponer; esto sí que es un modo abierto, libre y responsable,  facilitando la vida de relación  en todos los ámbitos.   
Como después se verá, la justificación y ventajas que se derivan de la esa preocupación, orientación  y sentir, de ese pensamiento social católico, encaminado a servir socialmente a todos y primordialmente a los más necesitados.  No es suplantar un pensamiento único, sino enriquecer, ilustrar, mejorar.
Esta introducción me parecía podría ayudar, para lo que transcribo a continuación, de la obra de Martín Schalag, cuyo título: Contra la idolatría del dinero, que aparece en las  páginas 17 y 18, precisamente con el título que encabeza el presente escrito:
“¿Por qué la Teología Católica se preocupa tanto de la economía y el mercado? ¡No debería limitarse a su ámbito de competencia (como hacen las demás ciencias) y ocupase únicamente de cuestiones religiosas y espirituales? Para responder a estas preguntas hay que empezar recordando que Dios es el Creador y la causa final de todo lo que existe. En todo lo que hacemos incluidas nuestras relaciones económicas, debemos aspirar a amarle y vivir de acuerdo con su voluntad.   Pensar en dimensión moral y de la economía supone pensar en Dios como finalidad de todas nuestras actividades. La tradición católica reflexiona sobre la economía desde el punto de vista de la fe porque, como señaló Juan Pablo II, la fe cristiana tiene una dimensión pública o cultural: “Una fe que no se hace cultura es una fe “no plenamente acogida, no enteramente pensada, no fielmente vivida” (Exhortación  Apostólica Christifideles laici  (30.XII.1988)”. Generalmente, las reflexiones católicas sobre la economía y la sociedad han tenido lugar a tres niveles. La jerarquía de la Iglesia católica ha publicado documentos sobre temas sociales que conforman el corpus de la doctrina social católica. Estos documentos se han preparado y se siguen preparando siguiendo el debate teológico, y suscitan más debate después de su publicación.  Las reflexiones teológicas que tienen lugar tanto antes  como después de la publicación de un documento se denominan pensamiento social católico. No obstante, el pensamiento social católico no solo comprende las reflexiones sobre los documentos del Magisterio, sino también las teorías independientes en torno a la fe católica, así como las reflexiones sobre el servicio efectivo de la Iglesia a los pobres y necesitados. Tanto la doctrina social católica como el pensamiento social católico conforman la tradición social católica, la cual ha ido evolucionando a lo largo de los siglos. La doctrina, el pensamiento y la tradición social católica se relacionan entre ellos de forma parecida a los círculos concéntricos”.

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