domingo, 24 de mayo de 2020


NECESIDAD DE UNA FORMACIÓN  DOCTRINAL RELIGIOSA

Si la educación es necesaria a la persona, la formación  doctrinal  religiosa, es necesaria e importante,  complemento para su caminar a lo largo de su vida y desarrollar los “talentos”, objetivos propuestos y marcados por Dios.  Los hombres de todos los tiempos, siempre han estado acompañados  de unas  creencias, ritos, formas de  tradición, que han sido referentes en sus vidas  y por tanto, no han faltado en su modo de comportarse y convivir. Ahí está la historia que lo testifica.

La formación doctrinal  religiosa es un bagaje tan necesario como racional, que no solamente útil como persona, también enriquece y fortalece el carácter. Antes se alude, doctrina y empeño  para darse cuenta  lo que lleva a Dios o por el contrario, le separa de Él. También el modo oportuno y correcto de comportarse, enriqueciendo  el  lenguaje. Lo importante y después lo secundario. Lo sobrenatural prima sobre lo humano. Cuando mejora y es más sincera nuestra amistad con Dios, igualmente se beneficia la amistad familiar, con amigos y colegas.

De no cursar la asignatura, no es fácil, o al menos comprender y desarrollar los verdaderos derechos y deberes como persona, de ese componente cuerpo-alma; humano y sobrenatural. Con esa formación doctrinal religiosa, se es capaz de entender y vivir la santidad, qué es vida sobrenatural. ¿Qué es la gracia?.

Es frecuente  citar en la tv, radio incluso prensa, el hacer referencia a hechos o personajes de la Biblia, de las virtudes, e incluso de los Mandamientos, con citas  poco oportunas que suenan a frívolas, no por mala fe, sino que,  por falta de su vivencia, tampoco conocen el verdadero  significado  y alcance de  lo que se argumenta. Por ejemplo: Los misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la Redención, de la Iglesia se convierten en realidades  extraordinariamente vividas y actuales que orientan toda la vida del cristiano, influyendo decisivamente en el trabajo, en la familia, en los amigos (F. Fernández-Carvajal, Hablar con Dios, p. 1124).  

Lo antes citado, tiene calado y entiende un cristiano bien formado. Si no se sabe de química, qué difícil es expresarse o entender en la materia.

Carlos de Habsburgo, el emperador de Austria Hungría, no tomaba nunca una decisión importante sin antes “haberla rezado”, como solía decir; indicando así que trataba el asunto con Dios. Stolypin, Schuman, Lejeune  y Reagan, todos fueron hombres de su oración  
                                  (Alexandre Havard, Liderazgo virtuoso, p. 192, Ediciones Palabra)


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