PARA CONOCER Y AMAR AL ESPÍRITU SANTO
Así se titula el libro de una conocida colección de libros divulgativos de tema formación religiosa (o espiritual). Y como para amar es preciso conocer, a continuación se reseñan algunas enseñanzas, definiciones, etc. ¿Quién es el Espíritu Santo?. Forma parte del Misterio de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo dispensa unos dones: El Don de Entendimiento, Don de Ciencia, Don de Sabiduría, Don de Consejo, Don de Piedad, Don de Fortaleza, Don de Temor de Dios.
Los Dones del Espíritu Santo:
· ENTENDIMIENTO. Conocimiento más profundo de los misterios de la fe.
· CIENCIA. Nos hace comprender lo que son las cosas creadas, según en designio de Dios.
· SABIDURÍA. Conocimiento amoroso de Dios, y de las personas y las cosas.
· CONSEJO. Una gran ayuda para una conciencia recta. La virtud de la prudencia.
· PIEDAD. Tiene como efecto propio sentido de la filiación divina. Tratar a Dios con afecto.
· FORTALEZA. Proporciona al alma la fortaleza necesaria para vencer obstáculos. Virtudes.
· TEMOR DE DIOS. Temor de ofender a Dios. “amor y temor” decía santa Teresa.
Y unos frutos que se relacionan directamente con el bien del prójimo: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia y castidad.
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El Padre y el Hijo revelados por el Espíritu Santo. Antes de la Pascua, Jesús anuncia el envío de “otro Paráclito” (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf Gn 1,2) y “por los profetas” (Credo de Nicea-Constantinopla), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf Jn 14,17), para enseñarles (cf Jn 14,16), y conducirlos “hasta la verdad completa” (Jn 16,13). El Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre. (CIC n. 243)
El nombre propio del Espíritu Santo. “Espíritu Santo”, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el bautismo de sus nuevos hijos (cf Mt 28,19). (CIC n. 691)
Los apelativos del Espíritu Santo. Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el “Paráclito”… se traduce habitualmente por “Consolador”, siendo Jesús el primer consolador (cf 1 Jn 2,1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo “Espíritu de Verdad” (CIC n. 693)
“Pero del Espíritu Santo sólo debemos esperar la santidad, y esta santidad no nos será negada, si sabemos perseverar en el esfuerzo y esperar la hora señalada por la divina Providencia. El alma que ha puesto en Dios su confianza no puede quedar confundida”
(Alexis Riaud, La acción del Espíritu Santo en las almas, p. 11)
“Cuando he tratado, visto y hablado almas que aspiran a la santidad, y que desconocen el camino que a ella conduce con toda seguridad, se me apena el corazón, y es grande por esto mi pena. Para ayudarlas a conseguir lo que desean con tan grande deseo de su alma, voy a decirlas lo que a mí me ha sido dado y enseñado por un sapientísimo Maestro, que es fuente y manantial de Sabiduría y Ciencia…. No pongáis vuestros ojos en lo que cuesta; ponedles en lo que vale; siempre ha sido así: el costar mucho lo que mucho vale. ¿Y qué es el trabajo que ponemos en el propio conocimiento, para lo que por ellos se nos da?
(Francisca Javiera del Valle, Decenario al Espíritu santo, p. 188-89)
“El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento. Pero es Él el que interiormente perfecciona la obra” (Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 177.a)
“Dios nos ha dado, pues, un gran auxiliador y protector […] Permanezcamos vigilantes para abrirle las puertas de nuestro corazón. Él no se cansa de buscar a cuantos son dignos de Él, y derrama sobre ellos sus dones” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, n. 16)
“Cuando he tratado, visto y hablado almas que aspiran a la santidad, y que desconocen el camino que a ella conduce con toda seguridad, se me apena el corazón, y es grande por esto mi pena. Para ayudarlas a conseguir lo que desean con tan grande deseo de su alma, voy a decirlas lo que a mí me ha sido dado y enseñado por un sapientísimo Maestro, que es fuente y manantial de Sabiduría y Ciencia…. No pongáis vuestros ojos en lo que cuesta; ponedles en lo que vale; siempre ha sido así: el costar mucho lo que mucho vale. ¿Y qué es el trabajo que ponemos en el propio conocimiento, para lo que por ellos se nos da?
(Francisca Javiera del Valle, Decenario al Espíritu santo, p. 188-89)
“El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento. Pero es Él el que interiormente perfecciona la obra” (Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 177.a)
“Dios nos ha dado, pues, un gran auxiliador y protector […] Permanezcamos vigilantes para abrirle las puertas de nuestro corazón. Él no se cansa de buscar a cuantos son dignos de Él, y derrama sobre ellos sus dones” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, n. 16)
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