domingo, 5 de julio de 2020


CULTURA, FORMACIÓN, EDUCACIÓN: RETOS POR ALCANZAR

La falta de cultura, de formación, de educación, va incidiendo a gran parte de personas de ambos sexos, de nuestra sociedad, sobre todo, en los más vulnerables, desorientados e incluso, de familias desestructuradas, por caminos, nada acertados para hacerles personas felices, responsables e integrados en la vida familiar y laboral. Éstos, atraídos e influenciados por los nuevos movimientos, progresistas, nuevas generaciones, con  marcados símbolos cuasi revolucionarios, totalmente  ideologizados, que desentonan en la tradicional sociedad, y no parecen facilitar su integración en la familia, en el mundo laboral y elevando el punto de mira, se prestan a compadecerles y por otro lado, parece como imposible su acercamiento para ayudarles.

Uno de los actuales movimientos: LGBT, cuyas siglas desean, quieren representar a: Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero. Es evidente pueden mover a la compasión, por diversos motivos, también  enfermedades en distintos grados psicológicos, etc. se advierte “un mundo” en cada una de las personas y nunca al desprecio o insulto.

En temas de matrimonio, aborto, y movimientos afines, hay bastante desorientación, pues sus postulados no son de izquierdas ni derechas, son temas cívicos, morales, de las sociedades tradicionales y de siempre, que se deberían debatir, ilustrar, con objetividad; bien es verdad, se aprovechan y pretenden sacar partido, instituciones y fundaciones internacionales con fines muy ideologizados; también en algunos gobiernos.

En un reciente libro, titulado Se hace tarde y noche, en el página 198, le formulan una pregunta a su autor, Cardenal de Guinea, Robert Sarah,  relativo al tema que nos ocupa y responde:

“Me gustaría comenzar subrayando que no podemos reducir a una persona a su orientación sexual. Yo prefiero no hablar de los LGBT, sino de personas con conductas o tendencias homosexuales. Son personas tan amadas de Dios como cualquier hombre y cualquier mujer. Durante su Pasión, el Señor derramó su sangre por cada uno de ellos. Tenemos que mostrarles toda nuestra compasión. Como verdaderos pastores, debemos dirigirnos también hacia quienes reivindican con agresividad la legitimidad de su conducta. Son la oveja perdida que hay que ir a buscar lejos, sin calcular riesgos, para devolverla al redil cargándola sobre nuestros hombros. La primera caridad que les debemos es la verdad. Que nadie espere de la Iglesia palabras de aquiescencia. La unión de dos personas del mismo sexo jamás será un matrimonio. Esta afirmación no contiene ningún juicio acerca de estas personas, que siempre serán capaces de dar pruebas de cariño y generosidad, pero nunca podrán pretender vivir lo propio de la conyugalidad: el don de los cuerpos en un amor fecundo”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario