LA MISERICORDIA
DIVINA
Dios es misericordioso, y ese divino
atributo es como la brújula y guía y necesaria para la historia de cada hombre.
En la medida que mejor la conozcamos, valoremos, vivamos y agradezcamos, nos enriquecerá
y podremos dar más gloria a Dios.
Dice
Santo Tomás (Suma
Teológica, 2,2),
La misericordia es lo propio de Dios, y
en ella se manifiesta de forma máxima su omnipotencia
Dios
misericordioso y clemente Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para
adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesión de
Moisés y acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf.
Ex 33, 12-17)
Excelente
desarrollo acomete al Papa Juan Pablo II, en la Encíclica Dives in Misericordia, sobre la Parábola del hijo pródigo
(30 noviembre 1980):
“Ya en los umbrales
del N. T. resuena en el Evangelio de san Lucas una correspondencia singular entre
dos términos referentes a la misericordia divina, en los que se refleja
intensamente toda la tradición vétero-testamentaria. Aquel hijo, que recibe del
padre la parte del patrimonio que le corresponde y abandona la casa para
malgastarla en un país lejano, viviendo
disolutamente, es en cierto sentido el hombre de todos los tiempos,
comenzando por aquél que primeramente perdió la herencia de la gracia y de la
justicia original…La parábola toca indirectamente toda clase de rupturas de la
alianza de amor, toda pérdida de la gracia, todo pecado… La analogía se
desplaza claramente hacia el interior del hombre…”
La
aludida Parábola del hijo pródigo, se
puede repasar, leyendo el Evangelio de san Lucas, 14, 11-32, y puede
completarse, con el siguiente texto:
“La
ley judía preveía que el hijo más joven recibiría un tercio de la fortuna de su
padre (Deuteronomio
21, 15-17). Y
aunque la división de las propiedades del padre podía hacerse en vida, los
hijos no accedían a la herencia hasta después de su muerte (Eclo
33, 20-24).
Conociendo estos datos, la forma de actuar del padre de la parábola, que
representa a Dios mismo, está ya insinuada desde el comienzo del relato. Esta
parábola, en efecto, nos muestra la bondad del padre que olvida todo lo que
hizo contra él el hijo. Una bondad que no es comprendida por el hijo mayor que
representa a los escribas y fariseos….
Esta
parábola, central en el mensaje cristiano sobre Dios, quiere ser una invitación
a descubrir en el amor del padre de la
parábola la bondad y el perdón de Dios; una invitación a dejarse arrastrar por
su dinámica de amor y a participar de su alegría. Es algo que no puede ser
comprendido desde la “justicia” estricta de los hombres, tal como la expresa el
hermano mayor”.
(Varios
autores, Comentario al Nuevo Testamento,
p.234, La Casa de la Biblia)
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