CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, edición octubre 1992
EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, es reconocida como la mejor y más e importante publicación a lo largo del pasado siglo, contenido y escrito en orden a la aplicación del Concilio Vaticano II, por encargo del Papa Juan Pablo II y que la llevaron a cabo: seis años de duro trabajo, bajo una comisión de doce cardenales y obispos, presidida por el cardenal Ratzinger, un comité de redacción de siete obispos expertos en teología y catequesis, cuyo proyecto fue objeto de una amplia consulta a todos los obispos católicos, a sus Conferencias episcopales o Sínodos, a institutos de teología y catequesis. Cuantiosas personas cualificadas, garantizan rigurosidad y seguridad.
Su contenido es válido para todos, creyentes o no, pues las materias que aborda, en su mayoría se pueden considerar de la ley natural y por tanto, es el mejor aporte a la persona humana, a la que facilita su total vinculación y dependencia con su Creador, también, retos y notas de conducta, que le indican caminos y normas de vivir y comportarse favoreciendo la convivencia , sin perder nunca de vista: toda persona está compuesta de cuerpo y alma, lo humano mejora y se complementa con lo divino, que se funde lo humano-sobrenatural.
En sus 2865 números, entre otros, aborda la profesión de fe, cómo Dios sale al encuentro del hombre y la deseada respuesta de éste; la Verdad y la permanente enseñanza de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; conocer y vivir los Sacramentos; profundizar en la persona de Jesucristo, Dios y hombre verdadero; la Raza Humana: Persona y Sociedad, participación en la vida social, suscribiendo el enseñar, descubrir, apreciar y valorar la dimensión y proyección de las virtudes: prudencia, justicia, fortaleza, templanza,; la ley moral: Los Diez Mandamientos: ¿qué he de hacer?; la vida de oración, sencilla y magistral explicación del Padre Nuestro, oración enseñada por el mismo Cristo, también patente en los Evangelios.
De conocerse el Catecismo, muchos, pensarían y actuarían de modo diferente, más esperanzados y alegres. Sin duda, también, ayudaría a situarlos en un mundo más real y humano, habitable. Muchas cosas se arreglarían si se conociese y se escuchase a Dios, la Verdad que debe presidir y orientar nuestra vida, facilitando la convivencia sin adulterar la libertad y la responsabilidad, los derechos y deberes que a todos nos afectan.
Es preciso se reconozca en cada hombre un alma única y permanente unida a un cuerpo humano, conocimiento que se adquiere mediante la formación “Quiero un laicado inteligente y bien instruido. No niego que lo seáis ya: pero quiero ser exigente o incluso, como dirían algunos, excesivo en mi petición. Deseo que desarrolléis vuestro conocimiento, para cultivar la razón, para arrojar luz sobre la relación entre una verdad y otra, para aprender a ver las cosas como son, cómo la fe y la razón se sostienen una a otra, cuales son los fundamentos y principios del catolicismo. (Cardenal Newman, Conferencias sobre la posición actual de los católicos)
Es posible se encuentre en nuestra biblioteca este Catecismo, sin embargo, vale la pena repasarlo poco a poco, consultarlo y seguro, se enriquecerá nuestra vida como persona y podremos sugerir, recomendar a otros; también éstos podrían leerlo y beneficiarse de su contenido.
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