sábado, 2 de enero de 2021


San Agustin. Nace el 13 de noviembre del 354 en Tagaste, inicia los estudios en Madura y continúa en Cartago, su padre quiere que se incline y sea abogado. A él le atrae la retórica, posee destreza didáctica y polemista. A los 19 años es maestro de retórica primero en su ciudad , después en Cartago. Durante 15 años permaneció fiel a su compañera sentimental de entonces. A los dieciocho años, como el mismo asegura, le da un hijo, Adeodato. Su madre Mónica, desde niño le enseña a rezar y le trasmite su sentido cristiano. Agustín deja de tomar en serio la fe de su infancia y las quejas y reproches de su madre.

Dentro del plan de estudios, le llevan a la lectura de Hortensio, en el que Cicerón invita a dejar la retórica política y encaminarse a la filosofía que da valor a la vida de aceptar con dulzura la muerte y de introducirse el alma en la inmortalidad. Esta obra produce en Agustin una impresión imborrable.

Mis vanas expectativas me parecieron de golpe despreciable y con inconcebible ardor del corazón deseé la sabiduría inmortal… hice un primer intento de levantarme y retornar a Ti. (Confesiones, III 4.7).

Queda sin embargo decepcionado al no encontrar en lo considerado ninguna referencia a Cristo. Convulsionado o confuso se acerca a la secta de los maniqueos. El mismo considera que su historia y su capacidad íntima no derivan de su constitución personal ni de sus propias acciones, sino que la entiende como efecto de la gracia divina. Agustín posiblemente como el más genial de los Padres de la Iglesia y figura clave de la historia de la teología cristiana.

La historia de su vida queda expuesta en el libro de las Confesiones, una joya de la literatura universal. Otra obra maestra de la apologética cristiana es La ciudad de Dios, en el que recoge y considera los turbadores acontecimientos de su época, con una clara exposición y respuesta, el sentido providencial y los misteriosos designios de Dios:

Dos amores hicieron dos ciudades. El amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios hizo la ciudad terrestre: el amor a Dios hasta el desprecio de sí mismo hizo la ciudad celeste (De civitate Dei XIV.28). y la tradicional afirmación: Nos hicisteis, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti (Confesiones I,1,1)

En Sermones.81, 8 No rechaces rejuvenecer con Cristo, incluso en un mundo envejecido;

y en Epistolario.1,1 A mí me parece que hay que conducir de nuevo a los hombres… a la esperanza de encontrar la verdad.

Su conversión al cristianismo, el 15 de agosto del 386. A los 32 años fue bautizado por san Ambrosio el 24 de abril de 387, durante la Vigilia pascual, en la catedral de Milán, fue ordenado presbítero el 391, en Hipona, cuatro años después, el año 395 fue consagrado obispo. En sus 35 años de obispo, influyó notablemente en la Iglesia Católica de África romana y en el cristianismo de su tiempo. Falleció el 28 de agosto del 430, a los 75 años.

En la producción literaria de san Agustín –por tanto, más de mil publicaciones subdivididas en escritos filosóficos, apologéticos, doctrinales, morales, monásticos, exegéticos y contra los herejes, además de las cartas y homilías- destacan algunas obras excepcionales, de gran importancia teológica y filosófica.

Ante todo, hay que recordar las Confesiones, antes mencionadas, escritas en trece libros entre los años 397 y 400… las Retractationes, redactadas en dos libros en torno al 427, en las que san Agustín, ya anciano, realiza una labor de “revisión” de toda su obra escrita, dejando así un documento literario singular y sumamente precioso, pero también una enseñanza de sinceridad y de humildad intelectual.

De civita Dei, obra importante y decisiva para el desarrollo del pensamiento político occidental y para la teología cristiana de la historia, fue escrita entre los años 413 y 426 en veintidós libros… Este libro sigue una fuente para definir bien la auténtica laicidad y la competencia de la Iglesia, la grande y verdadera esperanza que nos da la fe.

Igualmente importante es el De Trinitate, obra de quince libros sobre el núcleo principal de la fe cristiana, la fe en el Dios trino, escrita en dos tiempos: entre los años 399 y 412.

El libro De doctrina christiana es, en cambio, una auténtica introducción cultural a la interpretación de la Biblia y, en definitiva, al cristianismo mismo, y tuvo una importancia decisiva en la formación de la cultura occidental”. (Benedicto XVI, Catequesis: Grandes maestros de la Iglesia de los primeros siglos, p. 261 s.)

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