lunes, 1 de febrero de 2021


PRUDENCIA, COMO ALGO NECESARIO, IMPRESCINDIBLE

En ocasiones, el modo de pensar, actuar y gobernar, lo calificamos de improvisación, 
de carencia de sentido común. También se podría llegar a decir, poco reflexivo, carente 
absolutamente de la prudencia. Dice el Diccionario de la Lengua Castellana: 
   Una de las cuatro virtudes cardinales, que enseña al hombre a discernir lo bueno y 
lo malo, para adoptarlo ó rechazarlo. Prudencia, Cordura, juicio, templanza.

Muchas son las enseñanzas sobre la Prudencia en las Sagradas Escrituras. En el Libro de los 
Proverbios 16,23: Corazón del sabio hace prudente su boca, y sobre sus labios crece 
la persuasión.

En los Evangelios, nos enseña Jesucristo y refiere San Mateo: 7, 24; 24, 45; 25, 1-2:
1)   Por tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un 
hombre prudente que edificó su casa sobre roca..;

2)   ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien su señor puso al frente de 
la servidumbre…;

3) Entonces el Reino de los Cielos será como diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y 
salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes..

Si esto no fuera suficiente, en el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1806: La prudencia es la 
virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien 
y a elegir los medios rectos para realizarlos…

Esta virtud implica tres actos que enseña Santo Tomás de Aquino (2, 2) en la Suma Teológica: 
deliberar, juzgar, ordenar.

La prudencia necesaria para gobernar, dirigir, también para saber y querer obedecer. Relacionada 
con la inteligencia y la humildad, más, en la razón que orienta hacia una acción. Sabe escuchar 
antes de decidir o actuar. Nos sitúa ante la realidad, a la vez que controla los estados de ánimo, entusiasmos, temperamento, que nuestro obrar sea objetivo, oportuno, real, necesario, y que nos 
lleva a tomar determinaciones y admitir los consejos y verdades de fe, a decidir, a querer y obrar 
(no ser cerril, tampoco ofuscarse).

También existe y puede darse la falsa prudencia.
    Las dificultades te han encogido, y te has vuelto “prudente, moderado y objetivo”. 
Recuerda que siempre has despreciado esos términos, cuando son sinónimos de cobardía, 
apocamiento y comodidad    (San Josemaría, Surco nº 101)

El conocido libro de Alexandre Havard, “Liderazgo virtuoso”, p. 93
    Prudencia, cómo decidir bien: Quien desee dirigir y servir a otros debe desarrollar su 
capacidad de elegir bien: debe cultivar la prudencia, virtud que hace que decidamos bien y eficazmente.
   Mediante la prudencia los líderes captan la realidad en toda su complejidad (en su caso, 
en toda su simplicidad), y toman decisiones adecuadas a esa percepción.

Antonio Millán Puelles, prestigioso profesor, en su conocida obra Fundamentos de filosofía, 
p. 630 y 631 dice:

   Todos los preceptos de la ley natural fluyen de un primer precepto o principio, que es, en el 
orden de la razón práctica, lo que el principio de (no) contradicción en el plano de la razón especulativa.  La ley civil procede de la necesidad de organizar la sociedad, en la que el hombre 
tiene que vivir, puesto que a ello está destinado por virtud de la ley natural misma.

Prudencia al hablar y obrar responsablemente, máxime, si parte de una vida cristina, 
conciencia bien formada, hombre de bien.

Madrid, Santo Tomás de Aquino, 28 de enero 2021

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