domingo, 28 de febrero de 2021


                     VIDAS EJEMPLARES (6) SAN ISIDORO DE SEVILLA

San Isidoro de Sevilla
. (Cartagena 556 – Sevilla, 4 de abril 636) Obispo de Sevilla (599-636), considerado el último de los Padres cristianos de la antigüedad. Proclamado Doctor de la Iglesia
el 25 de abril, 1722 por el Papa Inocencio III. Hijo de Severiano, de una familia hispano romana,
de elevado rango social, su madre de origen visigodo, emparentada con la realeza. Hermano de
Leandro, al que sucede en el arzobispado de Sevilla, otro hermano Fulgencio, obispo de
Cartagena y su hermana Florentina, que dice la tradición que fue abadesa de cuarenta 
conventos. Los cuatro hermanos fueron canonizados y se les conoce como los cuatro santos de Cartagena.

Se formó en las lecturas de Agustín de Hipona y Gregorio Magno, aprendió latín, griego y
hebreo, gran maestría en las dos últimas lenguas. Presidió el IV Concilio de Toledo (633)
que requirió que todos los obispos estableciesen seminarios y escuelas catedralicias.
También impulsó la liturgia de la España visigoda y la formación cultural del clero

Muy conocida y vigente en la actualidad Las Etimologías, en la que define el concepto de
historia, la narración de los hechos acontecidos y que etimológicamente significa: ver o conocer.
En Las Etimologías, Isidoro de Sevilla explica que los antiguos dividieron la Filosofía en tres
partes, que según el formato de la Tabla de Tríadas se puede presentar así: Física, Lógica y Ética.

Cada una de ellas se puede subdividir a su vez:
- División de la Física: Geometría / Aritmética / Música
- División de la Lógica: Gramática / Dialéctica / Retórica
- División de la Ética: Justicia / Prudencia / Fortaleza / Templanza.

Luego, Isidoro habla de la utilidad de la Historia, que es para la enseñanza del momento
presente. Este autor y esta obra serán muy influyentes durante toda la Edad Media. En la
escalinata de acceso a la Biblioteca Nacional de Madrid, se muestra una representativa
estatua suya de José Alcoverro.

“El Salvador, Jesús, nos dio ejemplo de la vida activa cuando, durante el día, se dedicaba a
hacer signos y milagros en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se retirada
a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración” (Differentiarum Liber II, 34.134)

Obras teológicas, Ortodoxia de San Isidoro. Inquietud ante la muerte

“El libro Del orden de las criaturas nos da una visión del conjunto del mundo natural y sobrenatural. Como en las demás obras isidorianas, el plan es admirable: primero Dios, uno y trino; después las naturalezas espirituales, a las cuales sigue el mundo material; y porque en la atmósfera tempestuosa 
de este mundo viven desterrados los demonios, se habla de ellos a continuación, como en el océano 
se junta el conocimiento de los peces que lo habitan, y con la Tierra el del hombre. La obra termina 
con la doctrina del lugar de las penas, del purgatorio, del paraíso y de la esencia de la vida bienaventurada. Es éste uno de los libros isidorianos más interesantes. En él las verdades
del dogma se juntas a las de la razón de una manera audaz, aunque sin esa íntima trabazón que
observamos en la Suma de Santo Tomás.

Todos los tratados escolásticos, que llevan el mismo título, tienen por patrón estas primeras
sentencias de San Isidoro, a quien, si hemos de ser justos, debemos dar el título de Maestro de
Las Sentencias. Su mérito no está en la originalidad, sino en la idea y en el método. El plan es
claro. Se ha propuesto exponer por medios dispuestos por Dios para salvar al hombre del
pecado y de sus consecuencias. Dios, el mundo y el hombre son las tres ideas madres en torno
a las cuales se desarrolla toda la exposición. El primero es un libro dogmático; el segundo y
el tercero se refieren a la ética individual y social. La fuente principal del primero son las obras
de San Agustín; la del segundo y tercero está en las de San Gregorio Magno, y de una manera
especial en Las morales.

La Biblia ocupaba un puesto de honor en la biblioteca de San Isidoro, y su estudio fue una de
las grandes preocupaciones de su vida. Una gran parte de las obras que escribió se refieren a 
las Sagradas Escrituras. Algunas de esas obras son de carácter histórico, como el libro 
De ortu et obitu patrum, donde se encuentra una breve noticia de los principales personajes 
del Antiguo y Nuevo Testamento. A esta misma categoría corresponden los Proemios, que 
compuso para cada uno de los libros bíblicos. Más voluminosas son sus obras exegéticas: 
en el Libro de los números desentrañó el sentido místico de los que se mencionan con más 
frecuencia en los libros santos; en las Alegorías explica el sentido moral de las parábolas 
evangélicas y el simbolismo de las más conocidas figuras de la Antigua Ley.

El texto que usa San Isidoro es el de la Vulgata, como el de los fragmentos contemporáneos del Palimpsesto de León, pero con numerosas mezclas de textos anteriores que dan una originalidad exclusiva a las Biblias española”. (Justo Pérez de Urbel, Letras en la época visigoda)

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