lunes, 8 de marzo de 2021



                                 CONSECUENTES CON UNA VIDA CRISTIANA

Con mi amigo Javier, suelo pasear por El Retiro o por el viejo Madrid, y nos atrevemos a filosofar y arreglar el mundo con nuestras propuestas. Javier es culto y sabe de todo, carece sin embargo, de formación cristiana, la que se sustenta en los Santos Evangelios y el Catecismo de la Iglesia Católica, pero en esta materia, no pasó él de las enseñanzas de la Primera comunión.

Quizá esa carencia se advierte en gran parte de la gente, pues no se le da la importancia que merece a un tema primordial como es la formación religiosa, sin duda, uno de los principales aspectos fundamentales de la formación, que lleva consigo el conocimiento de la doctrina, formación de la conciencia y un modo determinado de pensar, de comportarse. Un bagaje de la persona y que por ignorancia, por falta de oportunidades, familiares y ambientales, no se ha adquirido, al menos, con el mismo nivel y exigencia que las matemáticas, la química, el derecho, etc.

El anterior comentario me lo ha motivado, el recuerdo de una conversación con mi amigo, que me hablaba de un conocido suyo, persona seria, árabe, buen observante del Islam. Por cierto, poco conozco de esta religión de Mahoma, lo que me lleva a investigar en mi biblioteca cuando tenga ocasión de repasarla y si lo considero, trataré de escribir o recopilar algo sobre el tema.

Cuando se habla de religión cristiana es primordial de conocer y vivir las enseñanzas y el modo de comportarse Jesucristo, asimilando y viviendo entre otras, aquella pregunta que le formuló un doctor de la Ley y que nos ha transmitido el evangelista san Mateo, capítulo 22:

-Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

“La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por Él y a causa de Él”.         (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2093)

Saber leer y entender “con todo tu corazón, tu alma, tu mente”, (sin duda, comporta una exigencia, pero lleva de verdad a un novedoso, sereno y alegre modo de pensar, de trabajar, de relacionarse) y abierto a facilitar este mismo proyecto a la vida familiar, a nuestros amigos, pues unos y otros, requieren también nuestra aportación personal de amistad y confidencia, perdiendo el miedo o la vergüenza de mostrarnos como cristianos en todos los ambientes.

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