martes, 18 de mayo de 2021

 

VIDA  INTERIOR, 1ª parte

Tened en vuestros corazones los mismos sentimientos de Jesucristo (San Pablo)

“Santo Tomas vio ya, en su mente excelsa, que todos los bienes de la naturaleza se esfuman si se comparan al menor de los bienes sobrenaturales y expresó tal concepto, en forma de metafísica, cuando dijo que: Bonum unius gratiae maius est quan bonum naturae totius universi. Que un solo bien de la gracia es mayor que todo el bien de toda la naturaleza. Un escritor contemporáneo, imbuido asimismo de la grande de este sentimiento, ha expresado el mismo concepto en forma psicológica: Dios nuestro Señor se ocupa más de un corazón en el que puede reinar, que del régimen natural de todo el Universo físico y del gobierno de todos los imperios del mundo.

Pues hoy quiere hablarte de ese Reino de Dios, donde el Señor encuentra sus delicias; de ese Reino de Dios que está dentro de nosotros, de ese Reino de Dios que es tan admirable como desconocido.

El corazón de los hombres es como una cuna en la que Jesús vuelve a nacer; y por eso en todos los corazones que han querido recibirlo, el mismo Jesús, aunque de modos distintos, crece en edad, en sabiduría y en gracia. Jesús no es igual en todos, sino que, según son las capacidades del que lo recibe, Él se manifiesta diversamente en la vida de los hombres, bien como un niño o como un adolescente en pleno desarrollo, o como un hombre maduro.

Reinar, nacer y crecer en el corazón y en la vida del cristiano es el deseo de Cristo, que quiere, de ese modo, hacer de cada cristiano –de ti, de mí- alter Christus, otro Cristo. Y a esa llamada de la gracia, a esa invitación de Jesús, todos deberemos responder repitiendo las palabras del Precursor: Oportet Illum crescere, me auten minui: conviene que El crezca y que yo disminuya.

Esta transformación en Jesucristo, esta unión con Dios, que es fruto de la vida interior, abraza toda la vida entera y nos hace sentir y gustar la consoladora y tranquilizadora realidad de la parábola de la vida y los sarmientos. Ego sum vitis vos palmites: qui manet in Me, et Ego in eo, hic fert fructum multum: quia sine Me nihil potestis facere. Yo soy la vida y vosotros los sarmientos: Si alguien permanece en Mí y Yo en él, da mucho fruto; porque sin Mí no podéis hacer nada.

Sé sarmiento unido a la vid. Alma de profunda vida interior. No tardarás en darte cuenta de que tus pensamientos irán transformándose bajo el influjo de la sabiduría propia de la vida sobrenatural, que te llevará a pensar con las ideas de Dios y a ver el mundo y la vida con los ojos de Dios. Con esa unión de pensamiento con Jesucristo, ya no tendrán una inteligencia pagana. Te convertirás en alma de visión sobrenatural y no merecerás el reproche de Cristo: Nonne et ethnici hoc faciunt? ¿Pues acaso no hacen esto también los paganos? Tu visión del mundo, profundamente sobrenatural, dará luz y calor a tu palabra.

Comprenderás las palabras de San Pablo: Hoc enim sentite in vobis quod et in Christo Jesu, tener en vuestros corazones los mismos sentimientos de Jesucristo.

Pues tus pensamientos, tus deseos, tus afectos son la parte más delicada y más íntima de tu vida y son también la parte más generosa y preciosa de tu holocausto.

Si sólo das al Señor tus obras externas, pero le niegas o mides la parte más íntima de tu vida –tus deseos, tus afectos, tus pensamientos-, jamás será alma interior”. 

               Del libro Ascética meditada, Salvador Canals, Colección Patmos, p. 32-35)

 

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