VIDA
INTERIOR, 1ª parte
Tened en
vuestros corazones los mismos sentimientos de Jesucristo (San Pablo)
“Santo
Tomas vio ya, en su mente excelsa, que todos los bienes de la naturaleza se esfuman
si se comparan al menor de los bienes sobrenaturales y expresó tal concepto, en
forma de metafísica, cuando dijo que: Bonum
unius gratiae maius est quan bonum naturae totius universi. Que un solo
bien de la gracia es mayor que todo el bien de toda la naturaleza. Un escritor
contemporáneo, imbuido asimismo de la grande de este sentimiento, ha expresado
el mismo concepto en forma psicológica: Dios nuestro Señor se ocupa más de un
corazón en el que puede reinar, que del régimen natural de todo el Universo
físico y del gobierno de todos los imperios del mundo.
Pues
hoy quiere hablarte de ese Reino de Dios, donde el Señor encuentra sus
delicias; de ese Reino de Dios que está dentro de nosotros, de ese Reino de
Dios que es tan admirable como desconocido.
El
corazón de los hombres es como una cuna en la que Jesús vuelve a nacer; y por
eso en todos los corazones que han querido recibirlo, el mismo Jesús, aunque de
modos distintos, crece en edad, en sabiduría y en gracia. Jesús no es igual en
todos, sino que, según son las capacidades del que lo recibe, Él se manifiesta
diversamente en la vida de los hombres, bien como un niño o como un adolescente
en pleno desarrollo, o como un hombre maduro.
Reinar,
nacer y crecer en el corazón y en la vida del cristiano es el deseo de Cristo,
que quiere, de ese modo, hacer de cada cristiano –de ti, de mí- alter Christus, otro Cristo. Y a esa
llamada de la gracia, a esa invitación de Jesús, todos deberemos responder
repitiendo las palabras del Precursor: Oportet
Illum crescere, me auten minui: conviene que El crezca y que yo disminuya.
Esta
transformación en Jesucristo, esta unión con Dios, que es fruto de la vida
interior, abraza toda la vida entera y nos hace sentir y gustar la consoladora
y tranquilizadora realidad de la parábola de la vida y los sarmientos. Ego sum vitis vos palmites: qui manet in Me,
et Ego in eo, hic fert fructum multum: quia sine Me nihil potestis facere.
Yo soy la vida y vosotros los sarmientos: Si alguien permanece en Mí y Yo en
él, da mucho fruto; porque sin Mí no podéis hacer nada.
Sé
sarmiento unido a la vid. Alma de profunda vida interior. No tardarás en darte
cuenta de que tus pensamientos irán transformándose bajo el influjo de la
sabiduría propia de la vida sobrenatural, que te llevará a pensar con las ideas
de Dios y a ver el mundo y la vida con los ojos de Dios. Con esa unión de
pensamiento con Jesucristo, ya no tendrán una inteligencia pagana. Te
convertirás en alma de visión sobrenatural y no merecerás el reproche de
Cristo: Nonne et ethnici hoc faciunt?
¿Pues acaso no hacen esto también los paganos? Tu visión del mundo,
profundamente sobrenatural, dará luz y calor a tu palabra.
Comprenderás
las palabras de San Pablo: Hoc enim
sentite in vobis quod et in Christo Jesu, tener en vuestros corazones los
mismos sentimientos de Jesucristo.
Pues
tus pensamientos, tus deseos, tus afectos son la parte más delicada y más
íntima de tu vida y son también la parte más generosa y preciosa de tu
holocausto.
Si sólo das al Señor tus obras externas, pero le niegas o mides la parte más íntima de tu vida –tus deseos, tus afectos, tus pensamientos-, jamás será alma interior”.
Del libro Ascética meditada, Salvador Canals,
Colección Patmos, p. 32-35)
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