viernes, 2 de julio de 2021

                

EL CAMINO REAL, 2ª parte y última

“Debes mirar a la cruz con fe y llevarla con amor. Sin sentirte jamás, ni siquiera por un solo instante, víctima. La cruz no hace víctimas…,¡hace santos! No provoca caras tristes, sino rostros alegres. Quien vive así, comprende que la víctima es una sola: Jesucristo, que padeció y murió por todos, que padeció y murió en el abandono.

Nosotros los cristianos -tú y yo-, cuando llevamos la cruz de Cristo somos felices, descubrimos la única y verdadera felicidad, que es participación de la felicidad de Dios. Pero si queremos llevar la cruz que nos hace discípulos “cada día” -quotidie-, debemos descubrirla. Y éste ha de ser nuestro primer propósito: abrir bien los ojos del alma, los ojos de la fe, para descubrir la cruz de Cristo en nuestra vida.

¿Cuál será, para ti, pues, la cruz de Cristo? Escucha, amigo mío: ¿qué es lo que te cuesta mayor esfuerzo en tus jornadas? Porque aquello es la cruz del Redentor para ti. Aquellas poderosas tentaciones que te asaltan, tu salud maltrecha, tu duro y extenuante trabajo, esos defectos de carácter que te humillan, los defectos de las personas que viven a tu lado, que te hacen sufrir…Ten visión sobrenatural! He ahí la cruz de Cristo para ti. Proponte firmemente reconocerla y abrazarla, cuando la vislumbres en tu camino de cada día. Pide al Señor que te descubra el misterio de la Cruz, y caminarás a pasos de gigante por la vía de la santidad.

Y ahora que conoces cuál es la cruz de Cristo, ahora que conoces su valor y su necesidad, 
¡qué fácil será llevarla! Llévala con alegría, con amor. Llévala generosamente, y aprende a 
esconderla a los ojos de los que te rodean, como se esconde un tesoro. Escóndela tras una sonrisa generosa y descubrirás el sentido  -dentro, en lo profundo de tu alma- de las palabras 
del Señor: Iugum meum suave est et onus meum leve, mi yugo es suave y mi carga, ligera. 
Porque El, el buen Cirineo de las almas, te ayudará a llevarla.

Y no te limites a llevar tu cruz: lleva generosamente también la cruz de tus hermanos. Pero, sobre todo, enséñales el valor de la cruz. Ruega al Señor por ellos, para que sepan descubrir y amar la cruz en todo aquello que les preocupa o les angustia, en aquello que le hace sufrir.

La cruz, sólo la santa Cruz, dará eficacia y fecundidad a tu vida de apóstol. Cum exaltatus fuero a terra, omnia traham ad Meipsum: si fuere levantando de la tierra, atraeré a todos a Mí: cuando yo sepa estar sobre la cruz con amor, como Jesucristo, entonces atraeré a Ti –al Señor- a todas las almas que me rodeen; entonces seré verdaderamente corredentor con Cristo.

Pero no olvides que María Santísima, la Reina de los mártires, es también Reina de la paz. Acércate a Ella, pues, con confianza. Para hacerle compañía, a los pies de la cruz”.
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Del libro Ascética meditada, Salvador Canals, Colección Patmos, p. 48-50)

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