SAGRADA BIBLIA: LEVÍTICO
1, Estructura y síntesis del contenido. En el libro del Levítico se pueden distinguir cuatro grandes partes: 1ª Prescripciones sobre los sacrificios, (1, 1-7,38); 2ª Institución de los Sacerdotes, (8, 1-10,20); 3ª Ley de la pureza ritual, (11,1-16,34); 4ª (Lv 17,1-26,46) Ley de santidad. PRIMERA PARTE: PRESCRIPCIONES SOBRE LOS SACRIFICIOS.
2, La reglamentación jurídica en el pueblo elegido: esbozo histórico. El pueblo de Israel, como muchos de ellos pueblos del Medio Oriente, tuvo sus propias leyes relativas a la vida social y al culto… Tras la instauración de la monarquía y la división de los reinos (siglo X a.C.), el cuerpo legal siguió desarrollándose. Las costumbres y leyes de los antiguos se fueron transmitiendo a las generaciones sucesivas. SEGUNDA PARTE: INSTITUCIONES DE LOS SACERDOTES.
3, Composición. La redacción del Levítico, tal como la tenemos actualmente, debió de pasar por diversas etapas hasta alcanzar su forma definitiva como obra de la “tradición sacerdotal”. El libro, en el que se recogen leyes de distintas épocas, tiene una notable unidad y coherencia. Su punto culminante es la Ley de Santidad, el gran código legal sacerdotal. La Ley de Santidad es un código en el que hay elementos legales antiquísimos. TERCERA PARTE: LEY DE LA PUREZA RITUAL.
4, Enseñanza. Una lectura superficial del Levítico puede dar la impresión de que este libro resulta incomprensible, y sin utilidad alguna para nuestros días. Sin embargo, si se tiene en cuenta que fue escrito en una época muy distante de la nuestra, y con una mentalidad muy diferente, se puede descubrir que contiene un significado religioso de actualidad permanente. CUARTA PARTE: LEY DE SANTIDAD.
Apéndice. Este capítulo es un apéndice que completa el cuerpo legislativo descrito anteriormente, fijándose especialmente en los votos (vv. 1-29) y en la cuestión de los diezmos (vv. 30-34). Los votos podían tener por objeto la consagración a Dios de una persona sobre la que tiene autoridad el que hace el voto. Como por ejemplo tenemos el voto de Ana que consagra a su hijo Samuel a Dios (cfr. 1 S 1,24-28)”.
(Facultad Teología Universidad Navarra,
Sagrada Biblia, Comentario, (selección) p. 119-141)
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