JOSUÉ. Los libros históricos del Antiguo Testamento
“El libro de Josué es la culminación
natural del Pentateuco. En él se narra la toma de posesión de la tierra
prometida por parte de Israel bajo la guía de Josué. Dios cumple así las
promesas hechas a los Patriarcas. El pueblo elegido, aunque constituido por
tribus, es un solo pueblo que con el auxilio del Señor adquiere unido la
propiedad de esa tierra. En efecto, las tribus israelitas no conquistaron
Canaán gracias a su poderío miliar, sino que Dios puso esa tierra en sus manos,
y Él mismo la repartió entre ellos para que cada uno pudiera gozar de paz y
prosperidad en el territorio asignado a su familia. Como correspondencia a la
fidelidad de Dios que ha cumplido sus promesas, se reclama la fidelidad de todo
el pueblo a la Alianza establecida con Él.
1, Estructura y
síntesis del contenido
La exposición tiene una estructura sencilla. En ella se pueden distinguir dos partes extensas, precedidas por un prólogo y culminadas por un epílogo donde se condensa el contenido teológico del libro:
La exposición tiene una estructura sencilla. En ella se pueden distinguir dos partes extensas, precedidas por un prólogo y culminadas por un epílogo donde se condensa el contenido teológico del libro:
Prólogo (1, 1-18). Sirve de unión con el Pentateuco y enuncia los principales temas del libro. De una parte, la continuidad que existe entre la misión de Josué y la de Moisés en cuanto mediadores entre Dios y el pueblo. De otra, la unidad del pueblo cuyas tribus realizan juntas la conquista de todo el país.
I, Toma de posesión de la tierra prometida (2, 1-12,24). La narración comienza con el envío de unos exploradores para inspeccionar Jericó, la primera ciudad conquistada por los israelitas. Sigue un conjunto de episodios relacionados con Guilgal, el primer campamento establecido en la tierra prometida: el paso del Jordán, la circuncisión de los varones israelitas, la celebración de la Primera Pascua en Canaán y la manifestación de Dios frente a Jericó. A continuación, se narra con detalle la conquista de las dos primeras ciudades: Jericó y Ay, insertando entre ambas el recuerdo de un intento de conquistar Ay que resultó fallido por la prevaricación de Acán, que no respetó las reglas del exterminio. Una vez que se han relatado con detenimiento las primeras conquistas de Israel en la tierra que Dios les entrega, se habla del acto de culto realizado mediante la ofrenda de sacrificios y la lectura de la Ley que se celebró junto a Siquem. Seguidamente se trata, con menor detenimiento que en los episodios anteriores, de la conquista de los reinos de la zona central y meridional y de la zona septentrional. Una vez concluida la ocupación de la tierra, se ofrece una relación de los territorios conquistados y otra de los monarcas vencidos.
II, Distribución de la tierra prometida (13,1-21,45). El reparto se realiza en tres etapas. La primera ya había tenido lugar en las campiñas de Moab, y en ella Moisés había adjudicado las tierras de Transjordania a las tribus de Rubén, Gad y media tribu de Manasés. La segunda fase se sitúa en Guilgal, y en ella se adjudican los territorios de las tribus más importantes: Judá, Efraím y la otra de Manasés. En un tercer momento los israelitas se reúnen en Siló para distribuir el resto del territorio entre las demás tribus. Como colofón del reparto se enumeran las ciudades de refugio, así como las adjudicadas a los levitas.
Epílogo (22,
1-24,33). El libro concluye insistiendo en los dos grandes
temas enunciaos en prólogo. Primero se hace notar de nuevo que todo el pueblo
ha realizado unido, sin que faltase nadie, la conquista del país. Seguidamente
se recalca la continuidad entre Moisés y Josué, su sucesor. Éste, antes de
morir, exhorta a todo el pueblo a mantenerse fiel al Señor y a cumplir la
Alianza que el Señor hizo con sus antepasados y que ahora ellos renuevan en
Siquem” Continúa
(Facultad de
Teología Universidad de Navarra, Comentario, Sagrada Biblia, p. 208-209,
primera parte)
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