martes, 11 de abril de 2023

    EMPEÑO DE ACERCARSE A CONOCER A JESUCRISTO, PARA AMARLE
Amor a Jesucristo para saber responder y darlo a conocer

      San Mateo, en su Evangelio 16, 15-16, comenta como el Señor un día les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Si esa misma pregunta nos la formula, que también nos la hace ¿sabríamos dar una acertada?
      Para acertar a la ilusionante y sobrenatural pregunta, responde la fe que nos lleva a conocer a Cristo como Dios, a verle como nuestro Salvador, y en la medida que se conozca y se medite el Evangelio, la vida, enseñanzas y el andar terreno del Señor.

“Es importante aquello en lo que creemos, pero más importante aún es aquel en quien creamos” (Benedicto XVI, Homilía, 26 de mayo 2006)

“El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. Él es Aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muerto. Mientras está en la historia es el centro y el fin de la misma: Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el fin. Ap 22, 13, (C.D.F. Declaración Dominus Iesus, n. 15)

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón El es el único Mediador entre Dios y los hombres.

Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios.

Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, tiene una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 480, 481, 482)

Primer Concilio de Nicea, año 325
Pontificado del Papa San Silvestre I (314-335)
El Símbolo Niceno

Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra…

Concilio de Calcedonia, año 451 (IV ecuménico)
Pontificado de San León I el Magno (440-461)
Definición de las dos naturalezas de Cristo.

Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a un solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, `semejante en todo a nosotros menos en el pecado` [Hebr 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a un solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito de dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino un solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo…

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