miércoles, 26 de julio de 2023


“La ideología alemana»
vio la luz 65 años después de «El capital»

Marx fundó la ideología de género: no se evidenció
por la tardía publicación de su obra clave

por Paul Krause en Crisis Magazine, segunda parte

Contra la familia

Entre los nuevos lectores de Marx se encontraban pederastas abusadores sexuales como Michel Foucault y sus afines, que se alinearon con las feministas radicales en la táctica del nuevo marxismo que era, bajo esta nueva luz, el auténtico marxismo que todos, desde Eduard Bernstein, Vladimir Lenin y León Trotsky se habían perdido.

El nuevo marxismo -es decir, el auténtico marxismo- revelado ahora gracias a la publicación de La ideología alemana, no hace la guerra contra el capitalismo o las fuerzas económicas en sí, sino contra lo que causó que las fuerzas de la producción económica condujeran a la división -y por tanto a la desigualdad- en primer lugar: el género y la familia. (¿No suena familiar?)

Para el marxista de género debe haber una guerra total contra todas las ciencias, disciplinas e instituciones que sostienen la distinción de género entre el hombre y la mujer porque, mientras esta división entre los sexos viva, la desigualdad prosperará porque la división entre el hombre y la mujer implica que hay una "predisposición natural" a diferentes deseos y talentos que sirve para dividir a los humanos, lo que lleva a la distribución desigual del trabajo, que es el género de la desigualdad.

La familia se convierte en el enemigo a batir por la ideología de género porque en ella, según la dogmática marxista, se encuentra el germen de la desigualdad. Imagen: "Papá ya está en casa", de Roger Wilkerson.
 
Después de comentar cómo los orígenes de la desigualdad estaban en el acto sexual, Marx escribió: "Con la división del trabajo, en la que están implícitas todas estas contradicciones, y que a su vez se basa en la división natural del trabajo en la familia y en la separación de la sociedad en familias individuales opuestas entre sí, se da simultáneamente la distribución, y de hecho la distribución desigual... cuya primera forma se encuentra en la familia, donde la esposa y los hijos son los esclavos del marido. Esta esclavitud latente en la familia, aunque todavía muy burda, es la primera propiedad, pero incluso en esta primera etapa corresponde perfectamente a la definición de los economistas modernos según los cuales es el poder de disponer de la fuerza de trabajo de otros."

Por lo tanto, la familia debe ser destruida por la ideología de género. La propia noción de familia implica propiedad y distinción en lugar de universalidad e igualdad.
Además, la unidad familiar es la primera estructura que engendra la desigualdad. Porque la familia es la manifestación de la división sexual del trabajo original.

Volvamos a lo que dijo Firestone sobre que la familia siempre oprime a las mujeres y a los niños. Está sacado directamente de Marx, el recién descubierto Marx del siglo XX.
La guerra contra el género es una guerra contra la familia porque la división sexual del trabajo, que es la raíz de toda desigualdad según Marx, está implantada en la familia, e influye en el Estado y sus leyes.

El sueño del igualitarismo requiere, desde la disposición marxista, la erradicación de la división de género porque es la división de género la raíz de toda desigualdad.
Aquí es donde la nueva ideología de género cierra el círculo. La propia naturaleza del género refuerza la desigualdad que proviene de la división sexual del trabajo.

Adiós a la naturaleza, adiós al amor
El objetivo de la ideología de género es la erradicación del género porque, según Marx y sus fieles intérpretes, la erradicación del género es el primer peldaño para derribar la división sexual del trabajo, que es la causa de toda desigualdad y opresión en el mundo.
Así, desmantela el bloque de construcción de la unidad familiar opresiva que instaló este pecado original de la división de género hace mucho tiempo.

El marxismo -y su versión feminista- no entiende casi nada del amor, y todo lo ve en clave de trabajo, producción y opresión... también la familia y la relación entre hombres y mujeres.
Mientras la naturaleza permanezca, la división permanecerá; y mientras la división permanezca, existirá la desigualdad. Y esto implica la superación de la naturaleza porque la naturaleza tiene una división de los sexos.

En la medida en que la familia es esa "célula original" de la vida social, como sostiene la Iglesia y sabían los más venerables filósofos de la antigüedad (como Aristóteles y Cicerón), eso significa también que el ataque a la familia -que es la guerra de género- se concibe como una guerra santa liberadora.

Mientras existan las familias, existirá la división sexual del trabajo. Si las familias y la división sexual del trabajo existen, la igualdad no puede ser alcanzada.
Quien se alía con la revolución de género se alía con la destrucción de las familias y de las enseñanzas de la Iglesia.

El sueño del yo que se hace a sí mismo y el sueño de un mundo libre de la desigualdad forjada por la división sexual es el marxismo ortodoxo.

La consecuencia (no) pretendida de esta guerra es que sin la familia no hay afectividad de primer orden; así, el amor muere también en el mundo moderno porque el amor es intensamente particular y nace de esa división sexual del trabajo y de la familia que el marxismo pretende erradicar.

Dado que la igualdad, y no el amor, es el objetivo del marxismo, el amor tampoco puede existir en una utopía marxista.

Sabemos que el amor es necesario ahora más que nunca. Sin embargo, sin las familias el amor se marchitará.

Traducido por Elena Faccia Serrano y publicado originalmente en Religión en Libertad en diciembre de 2021. Publicado Religión en Libertad el 13 de julio 2023

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