6,1-10,5. Los israelitas
reinciden en el mal, Dios permite que sus enemigos los dominen, pero
compadecido del sufrimiento de su pueblo envía de nuevo un salvador que los
libre. A pesar de las repetidas infidelidades del pueblo, el Señor sigue
salvando a los suyos. En esta ocasión el relato de las gestas de Gedeón es
mucho más extenso que los anteriores.
Primero se describe con viveza la situación de opresión a la que los madianitas y amalecitas sometieron a Israel, y el motivo por el que esto sucede (6,1-10). Después se narra la vocación de Gedeón /6,11-32), también llamado Yerubaal, que significa” Baal contienda” y el inicio de su tarea convocando a las tribus y seleccionando a los hombres con los que se enfrentará a Madián y Amalec (6,33-7,8). Sigue el relato de la batalla y la persecución de los fugitivos hasta su derrota total. Por último, se transmiten algunos datos de la ancianidad y muerte de Gedeón (8,29-35).
6,1-10. Los madianitas y amalecitas son pueblos nómadas procedente del desierto que llegaron en masa a las tierras fértiles de Transjordania y Canaán para abastecerse de provisiones desolando los campos de los israelitas.
6-11-32. Vocación de Gedeón. Gedeón convoca a las tribus para combatir a Madián y Amalec. Éste es uno de los relatos de vocación más antiguos contenidos en la Sagrada Escritura, a través del cual el hagiógrafo ayuda a discernir algunos rasgos de todo proceso vocacional.
6.36-40. El vellocino que se cubre de rocío por la acción de Dios mientras que el resto de lo que hay sobre la tierra permanece seco, ha sido interpretado de modo alegórico como imagen de la concepción virginal de Santa María.
7.1-8. Gedeón selecciona a los que lucharán contra Madián y Amalec. Una de las lecciones que el autor sagrado repete a lo largo del libro es que la salvación que el pueblo encontraba en las situaciones difíciles era debida a la intervención de Dios, y no a las fueras de los que luchaban.
7,9-22. Gedeón
vence a Madián y Amalec. El Señor dispone las cosas de modo que Gedeón
cobre ánimos para la batalla al escuchar los comentarios que se hacen en el
campo madianita.
Ha bastado la obediencia de Gedeón y su confianza en Dios para atreverse a ir al campamento enemigo armados solamente con cántaros vacíos y antorchas para alcanzar la victoria. Como en otras ocasiones, no tuvieron que luchar, pues Dios confundió a sus adversarios, que se hirieron entre sí y huyeron despavoridos (cfr Ex 14,14; 1 S 14,15-23).
7,23-8,28. Ancianidad y muerte de Gedeón. De nuevo el relato nos presenta actuaciones que no tienen nada de ejemplares. Es indudable que en la época en la que se redacta el libro el juicio del narrador sobre esas acciones es condenatorio y, en el conjunto de la revelación de Dios, tampoco el lector tiene ninguna duda de su inmoralidad. Por eso se puede percibir en la narración una marcada ironía; Dios estaba empeñado en salvar a su pueblo y por ello suscitaba jueces a los que otorgaba sus dones; pero aun así éstos vivían de manera violenta y desenfrenada.
8,27. El efod del que se habla aquí era un objeto que contenía las suertes con las que se consultaba al Señor (cfr 1 S 2,28; 14,18 y nota a Ex 28,6-30. Era, junto con los ídolos domésticos, parte importante del ajuar de los primitivos santuarios. La creación de Ofrá de un santuario con estas características arrastró a sus habitantes a la idolatría, y a esto alude la expresión “todo Israel se prostituyó” con motivo del efod”.
(Sagrada Biblia, Facultad de Teología
Universidad de Navarra, Comentario, p. 228-230, sexta parte, selección
de texto)
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