NUESTRA VIDA PRECISA LA ASISTENCIA YLA PRESENCIA DEL ESPÍRITU SANTOEl Espíritu Santo y la Iglesia en los últimos tiemposCapítulo 5, último
El Espíritu Santo y la Iglesia
30, (Catecismo 737) La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su Comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la Comunión con Dios, para que den “mucho fruto". (Evangelio, san Juan 15, 5. 8. 16).
31, (Catecismo 738) Así, la misión
de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su
sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para
anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la
Comunión de la Santísima Trinidad.
Todos
nosotros que hemos recibido el mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu
Santo, nos
hemos fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros
seamos numerosos
separadamente y que Cristo haga que el
Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de
nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la
unidad….
(San
Cirilo de Alejandría, Com. Evangelio s. Juan, 12)
32, (Catecismo 739) Puesto que el
Espíritu Santo es la Unción de Cristo, es Cristo, Cabeza
del Cuerpo, quien lo distribuye entre
sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas,
vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a
su intercesión por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia,
Cristo comunica su Espíritu, Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo.
33, (Catecismo 740) Estas
“maravillas de Dios”, ofrecidas a los creyentes en los Sacramentos de la
Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo, según el Espíritu.
34, (Catecismo 741) “El Espíritu
viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como
conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables “(Romanos 8, 26). El Espíritu
Santo, artífice de las obras de Dios, es el Maestro de la oración.
Resumen
Cat. nº 742. “La prueba de que sois hijos es que Dios
ha enviado a nuestros corazones el
Espíritu de su Hijo que clama: Abbá,
Padre” (Gálatas, 4, 6).
Cat. nº 743. Desde el comienzo
y hasta la consumación de los tiempos, cuando Dios envía a su Hijo, envía
siempre a su Espíritu: la misión de ambos es conjunta e inseparable.
Cat. nº 744. En la plenitud de
los tiempos, el Espíritu Santo realiza en María todas las preparaciones para la
venida de Cristo al Pueblo de Dios. Mediante la acción del Espíritu Santo en
ella, el Padre da al mundo el Emmanuel, “Dios con nosotros” (Evangelio, san Mateo
1, 23).
Cat. nº 745. El Hijo de Dios
es consagrado Cristo (Mesías) mediante la Unción del Espíritu Santo en su
Encarnación (cf
Sal 2, 6-7).
Cat. nº 746. Por su Muerte y
su Resurrección, Jesús es constituido Señor y Cristo en la gloria (Hechos 2, 36). De su
plenitud, derrama el Espíritu Santo sobre los apóstoles y la Iglesia.
Cat. nº 747. El Espíritu Santo
que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y santifica a
la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comunión de la Santísima Trinidad con
los hombres.
(Catecismo de la Iglesia Católica, 2ª edición,
capítulo 5. Comprenden los números (737 al 747)
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