jueves, 9 de noviembre de 2023

TIERRA SANTA
Condicionamientos políticos, social y económico
Social

      Jerusalén, centro político y religioso de Israel, pone en contacto unas regiones con otras, y el mundo judío en general con su entorno próximo y lejano. Contribuyen a ello las celebraciones de la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos (Dr 16,1.16). Hay constancia en Hechos 2, 9-12 del movimiento de la gente extranjera, lo que repercute en que formas de religiosidad judías se implanten en otras tierras. Otras circunstancias contribuyen también a este intercambio social: la guardia de Herodes, con soldados galos y romanos; la misma Palestina, provincia romana a partir del 6 d.C.; y Cesarea, la residencia habitual de la cohorte “Itálica” (Hch 10, 1). Que además se llegara a lograr una estrecha relación con Grecia, lo evidencian los mismos viajes de san Pablo.

      Las deportaciones a Babilonia y la permanencia de israelitas en Mesopotamia, hacen que exista contacto entre el Sanedrín y las sinagogas (Damasco, Duraeuropeos) de esta región, lo que favorece el incremento del trato entre judíos con pueblos orientales.

      Las diferencias sociales fueron muy manifiestas. Las clases altas alcanzaron un nivel de lujo y ostentación: la corte de Herodes vivió al estilo helenístico, y en ella convivieron tanto educadores, entonces muy considerados, como sabios de la nombradía de Manaén (Hch 13, 1), Nicolás de Damasco y Euclides de Esparta. El palacio llegó a disponer de unas trescientas habitaciones.

      Los miembros del Sanedrín y la nobleza sacerdotal disfrutaban también de gran opulencia. Dentro de él, el Sumo Sacerdote gozaba de gran veneración y autoridad (Hch 23 ,5) y su rango le permitía atesorar riquezas provenientes del Templo.

      Existió también la esclavitud, en la que se podría incurrir por tres causas: robo, venta voluntaria y casamiento de muchachos menores de 12 años. La esclavitud venía a durar seis años (Ex 21, 1-11), por más que no llegó nunca a considerarse estado deshonroso, hasta el punto que jurídicamente los esclavos tenían los mismos derechos y el mismo trato que el hijo mayor de la familia del dueño (Lv 24, 40). Y el dueño le daba mujer, ella y sus hijos pasaban a pertenecer al señor (Ex 21, 4).

 

Económico

      La vida económica en tiempo de Jesús dependió principalmente de la clase profesional. Gozaban de una gran estima los artesanos, y muchos de los escribas, para subsistir, ejercían una profesión, entre las que predominaban las industrial familiares de la piel, la alfarería y la textil. Pablo tejía tiendas (Hch y 18, 3) y Pedro se hospedó en casa de un curtidor.

      Las numerosas construcciones emprendidas por Herodes el Grande, necesitaron de albañiles, canteros, escultores, maestros de obras y conservadores. Entre otras profesiones, figuran los médicos (Mc 5, 25), barberos, oculistas, cambistas de dinero y banqueros (Jn 2, 15).

      En el capítulo de alimentación, es notable la abundancia de almazaras. Jerusalén disponía de un surtido mercado de carnes, quesos, huevos, especias… En artículos de lujo, la elaboración de ungüentos, perfumes y resinas gozaban de especial predilección (Jn 19, 39), a lo que contribuyó notablemente el boato con que se revistió la corte de Herodes. Joya muy apreciada era “la Jerusalén de oro”, consistente en una diadema almenada. Jerusalén tenía 25.000 habitantes en tiempos de Jesús y sus principales recursos procedían del Templo, al que acudían muchos judíos de la diáspora.

      El comercio exterior con Grecia y Sidón se limitaban casi al bronce, madera y vidrio. Con Tiro negociaba en pescado y púrpuras. Babilonia y la India le suministraba telas preciosas. Con Egipto negociaba en perfumes y trigo.

      El valle del Jordán la abastecía de verduras y frutas, mientras que el Haurán transjordánico era el principal granero del que se surtía toda Palestina. 

            (Teodoro López, Carlos Sáez, Ángel Martín, Peregrinación a Tierra Santa, p. 21-23, relato n. 5, selección)

 

 

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