TIERRA SANTA – GEOGRAFÍA DE PALESTINA
Utilizamos generalmente el término de
Palestina para designarlo, si bien a lo largo de la historia ha recibido otros
nombres: Canaán, Tierra de Israel, Palestina, desde la época greco-romana, y en
la actualidad compartida por Israel, Jordania y Autonomía Palestina.
Palestina forma parte del “Fértil
Creciente”, comprendido entre los ríos Éufrates-Tigris y Nilo, y es el más
pequeño de todos los países incluidos en la costa oriental del Mediterráneo. A
pesar de su estrechez y límites, presenta una variedad orográfica notable:
llanura costera altiplano occidental -o cadena de montañas centrales-,
depresión del Ghor o jordánica, y altiplano oriental o Transjordania. Y a la
vez, cada región está subdividida en otras que determinan fauna y flora,
cultivos y población.
Limita al norte con el Líbano, al este
con el desierto siro-arábigo, al sur con el desierto del Négueb y al oeste con
el mar Mediterráneo.
De los 117.000 km. Cuadrados,
corresponden a la Transjordania 90.000 y a la Cisjordania 27.000, que comparten
el actual Estado de Israel con el Négueb y la Autonomía Palestina.
La Biblia usa la expresión “desde Dan a
Berseba” (Jc 20,1; 1S 3,20), para indicar sus dimensiones de norte a sur, con
una distancia de 240 km. De este a oeste, es decir, del valle del Jordán al
Mediterráneo, se puede aplicar una media de 90 km.
Sus antiguos moradores tenían una clara
noción de las características topográficas de las diferentes regiones: “Ea,
levantad el campamento: Id a las montañas de los amorreos y de todos sus
habitantes. Al Arabá, a las costas del mar, a la tierra de los cananeos y al
Líbano hasta el gran río Éufrates” (Dt 1,7).
En la variedad y contraste entre regiones
y su situación entre el desierto y el mar explican la peculiar climatología:
mediterránea, continental y tropical, cada una con su propio tipo de cultivos.
Más que de cuatro estaciones hay que hablar de dos, determinadas por las
lluvias que comienzan en octubre y terminan en abril. Extrema en su
pluviometría (1000 m3 en Galilea y 20 m. en el Négueb) como lo
son las temperaturas (entre los -2 grados en invierno y los +45 del verano en
la fosa del Jordán) y el contraste entre el día y la noche, a veces de 20
grados.
Frente a las lluvias torrenciales que han
abierto los profundos wadis que erosionan la tierra, es muy importante
el rocío: en los meses de la estación seca es suficiente para mantener la
vegetación y los cultivos. De ahí que sea considerado en la Biblia como una
bendición de Dios (Gn 27,28).
Para comprender la fertilidad de esta tierra basta leer la descripción que hace de ella el Deuteronomio: “…tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y hontanares que manan en los valles y en las montañas, tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares, de aceite y miel…” (8,7-9).
(Teodoro
López, Carlos Sáez, Ángel Martín, Peregrinación a Tierra Santa, p.
21-23, relato n. 6)
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