miércoles, 15 de noviembre de 2023

                 TÚ, YO, LA FAMILIA Y LA SOCIEDAD PUEDEN MEJORAR

        Podrían ser mejorables, muchos de nuestros modos y comportamientos, humanos y cristianos, que se dan con una vida coherente, ejemplar y con una buena educación; la persona, si se lo propone, si quiere, puede mejorar, no haciendo planes ni promesas a partir del próximo año, o después del verano, ¡no!, sino si la propuesta comienza hoy mismo. (el demonio, planifica a largo plazo)

      En épocas no muy lejanas, de nuestros abuelos, hace 60/70 años, el clima familiar, profesional y social, estaba repleto de vidas sobrias, sacrificadas, muy trabajadoras y de evidentes valores y de admiración. Todo ello, se ha ido perdiendo a lo largo de estos años en el ámbito familiar con la consiguiente repercusión en la sociedad: ausencia de valores y para nada cuentan las virtudes humanas. La disminución o pérdida de lo antes reseñado, es evidente nos ha llevado, a una pérdida de calidad de vida, clima familiar y comportamiento social. Nos encontramos en una sociedad distinta y son muchos los retos que nos deberíamos proponer mejorar. Si queremos, si nos empeñamos ¡podemos!.

      En este cambio, también ha afectado considerablemente en la base del conocimiento de la doctrina cristiana, frecuencia de sacramentos e incluso falta de asistencia al culto, principalmente los domingo y días de precepto: a la Santa Misa.  La asistencia a la Iglesia, para muchos, ha adquirido de un espectáculo sacro, donde de una manera misteriosa ante el cual se reza. El asistir es un deber si nos sabemos hijos de Dios, cuidando el modo de vestir, la puntualidad requerida. El silencio no debe ser sólo algo externo, como no hablar, la compostura, cierto recogimiento, controlando los sentidos, sabiendo dónde estamos, todo ello ayuda a rezar, hablar con Dios, dejando en la puerta de la iglesia y por fuera, la rutina, los sentimentalismos, los planes a realizar y sabiendo “perder el tiempo”; viviendo los compromisos del bautizado y para el que quiere tener una vida ordenada, coherente, cristiana. Empeño de saber comportarse en la Casa de Dios y aprendiendo a situar y valorar dónde está el Sagrario, a seguir y vivir la Santa Misa. Nada de rutina, ni de beatería, tampoco de “cumplo y miento”

    Se acaba de publicar una estadística, según el censo del año 2021, hay 16.240.000 cristianos menos en el mundo sobre el año anterior. El dato antes citado, parece nos debe llevar a una reflexión y a preguntarnos: ¿Yo que puedo hacer? Seguro, con pequeños pero reales proyectos, algunos de los cuales se han reseñado más arriba. Los que están al alcance de todos.

                        Dos citas del Vaticano II, ilustran sobre la Iglesia y la Santa Misa

     La Madre Iglesia desea vivamente que a todos los fieles se les lleve a la plena, consciente y activa participación en las celebraciones litúrgicas, que exige la naturaleza de la Liturgia misma, y a la que el pueblo cristiano tiene derecho y obligación, en virtud del Bautismo”
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     “En la última Cena, en la noche en que le traicionaron, nuestro Señor instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre, con el cual perpetuó para siempre, hasta su vuelta, el Sacrificio de la Cruz, y de esta forma, confió a la Iglesia, la Esposa querida, el memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, convite pascual, en que Cristo, es comido, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la gloria futura”                      --------------------------

    Es preciso, necesario, recuperar lo que siempre ha constituido la Familia: abuelos, padres e hijos. La buena educación, el clima familiar que fortalece y enriquece el trato, amistad y cariño, los buenos hábitos y no digamos, si en ese clima está ambientado en la vida cristiana.


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