TÚ, YO, LA FAMILIA Y LA
SOCIEDAD PUEDEN MEJORAR
Podrían ser mejorables, muchos de
nuestros modos y comportamientos, humanos y cristianos, que se dan con una vida
coherente, ejemplar y con una buena educación; la persona, si se lo
propone, si quiere, puede mejorar, no haciendo planes ni promesas a
partir del próximo año, o después del verano, ¡no!, sino si la propuesta
comienza hoy mismo. (el demonio, planifica a largo plazo)
En épocas no muy lejanas, de nuestros
abuelos, hace 60/70 años, el clima familiar, profesional y social, estaba
repleto de vidas sobrias, sacrificadas, muy trabajadoras y de evidentes valores
y de admiración. Todo ello, se ha ido perdiendo a lo largo de estos años en el
ámbito familiar con la consiguiente repercusión en la sociedad: ausencia de
valores y para nada cuentan las virtudes humanas. La disminución o pérdida de
lo antes reseñado, es evidente nos ha llevado, a una pérdida de calidad
de vida, clima familiar y comportamiento social. Nos encontramos en una
sociedad distinta y son muchos los retos que nos deberíamos proponer
mejorar. Si queremos, si nos empeñamos ¡podemos!.
En este cambio, también ha afectado
considerablemente en la base del conocimiento de la doctrina cristiana,
frecuencia de sacramentos e incluso falta de asistencia al culto,
principalmente los domingo y días de precepto: a la Santa Misa. La asistencia a la Iglesia, para muchos, ha
adquirido de un espectáculo sacro, donde de una manera misteriosa ante el cual
se reza. El asistir es un deber si nos sabemos hijos de Dios, cuidando
el modo de vestir, la puntualidad requerida. El silencio no debe ser sólo algo
externo, como no hablar, la compostura, cierto recogimiento, controlando los
sentidos, sabiendo dónde estamos, todo ello ayuda a rezar, hablar con
Dios, dejando en la puerta de la iglesia y por fuera, la rutina, los
sentimentalismos, los planes a realizar y sabiendo “perder el tiempo”; viviendo
los compromisos del bautizado y para el que quiere tener una vida ordenada, coherente,
cristiana. Empeño de saber comportarse en la Casa de Dios y aprendiendo a
situar y valorar dónde está el Sagrario, a seguir y vivir la Santa Misa. Nada
de rutina, ni de beatería, tampoco de “cumplo y miento”
Se acaba de publicar una estadística,
según el censo del año 2021, hay 16.240.000 cristianos menos en el mundo sobre
el año anterior. El dato antes citado, parece nos debe llevar a una reflexión y
a preguntarnos: ¿Yo que puedo hacer? Seguro, con pequeños pero reales
proyectos, algunos de los cuales se han reseñado más arriba. Los que están al
alcance de todos.
Dos citas del
Vaticano II, ilustran sobre la Iglesia y la Santa Misa
“La Madre Iglesia desea vivamente que a
todos los fieles se les lleve a la plena, consciente y activa participación en
las celebraciones litúrgicas, que exige la naturaleza de la Liturgia misma, y a
la que el pueblo cristiano tiene derecho y obligación, en virtud del Bautismo”
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“En la última Cena, en la noche en que le
traicionaron, nuestro Señor instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y
de su Sangre, con el cual perpetuó para siempre, hasta su vuelta, el Sacrificio
de la Cruz, y de esta forma, confió a la Iglesia, la Esposa querida, el
memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad,
vínculo de caridad, convite pascual, en que Cristo, es comido, el alma se llena
de gracia y se nos da prenda de la gloria futura” --------------------------
Es preciso, necesario, recuperar lo que
siempre ha constituido la Familia: abuelos, padres e hijos. La buena educación,
el clima familiar que fortalece y enriquece el trato, amistad y cariño, los
buenos hábitos y no digamos, si en ese clima está ambientado en la vida
cristiana.
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