HISTORIA DE PALESTINA
En
los alborees del tiempo (III)
DE
LOS PATRIARCAS A LOS JUEVES (1850 – 1020 A. C.)
Período de los Patriarcas. Comprende,
desde la salida de Abrahán de Ur de los Caldeos (1850 a.C.), hasta el Éxodo
(1250 a.C.), la historia de Abrahán, de Isaac, de Jacob y la bajada de éste con
sus hijos a Egipto (Gn 12-50), a mediados de la Era de Bronce (Gn 11-25).
Período del Éxodo (1250
a.C.). Abarca la salida de Moisés de Egipto y la peregrinación por el desierto
(Libro
del Éxodo y Números).
Período de Asentamiento
(1220 – 1200 a.C.). A lo largo del siglo XIII a.C. el pueblo se asiente en la Tierra
Prometida, conquistando parte de Canaán, (Libro de Josué y Jueces). Se corresponde
con la decadencia de los imperios Egipto, Babilónico, Mitani e Hitita y la
llegada de los pueblos del Mar. Aunque coincide ya con el Edad de Hierro, éste,
no aparece de manera manifiesta extendido, el Palestina, hasta el siglo X (1S
13, 19-23).
Período de los Jueces (1200 a.C.).
Durante casi 200 años los israelitas fueron gobernados por personalidades
investidas del favor divino y dotados de habilidades políticas y militares con
que se ganaban la confianza del pueblo. Otoniel, Ehud, Samgar, Débora, Gedeón,
Jefté, Tolá, Yair, Ibsan, Elou, Abadón, Sansón. (Libro de los
Jueces).
LA
MONARQUÍA (1020 – 587 A.C.)
Saúl. Su primer rey
(1020-1010 a.C.), logra arrojar a los filisteos de las zonas montañosas y
hacerles retroceder a la Filistea (1S 10-31; 1Cr 10), Pero la unidad del reino
(1010-930 a.C.) se lleva a cabo con David y Salomón (2S 2-24; 1R 1-2, 1C
11-29).
David (1010-970 a.C)
funda una dinastía que perdura 400 años hasta la conquista babilónica. Tiene a
Jerusalén como capital y alcanza su máxima extensión llegando hasta el Éufrates.
Salomón, que llegará a convertir su sabiduría en proverbial (970-931
a.C.), edificó el primer templo y los palacios reales. Funda y fortifica
numerosas ciudades, como Hazor, Meguido, Gezer o Etzion-Geber en el Mar Rojo. Y
el pueblo ve complacido cómo Jerusalén se transforma hasta alcanzar la categoría
de una gran metrópoli donde afluye la riqueza y el comercio.
A la muerte de Salomón, 931, se divide el
reino en dos monarquías. Diez tribus norteñas, siguiendo a Jeroboán, forman el Reino
de Israel con capital sucesivamente en Siquém, Tirsá y Samaría, y el
reinado de 20 monarcas. Cae el año 721, cuando irrumpe en todo el Oriente el
imperio asirio con Sargón II, quien deporta a su población a Nínive y sustituye
por colonos extranjeros (1R 12-22, 2R 1-25, 2C 10-36).
Las tribus de Judá y Benjamín permanecen
fieles a la dinastía davídica y forman el Reino de Judá, gobernado por
21 reyes, que perdura hasta el 587 a.C., fecha en que Nabucodonosor, rey de
Babilonia, destruye el Templo y deporta a sus ciudadanos al desierto.
Durante ambos reinados actuaron con
atrevido denuedo y fervoroso ahínco los profetas que se afanaron por avisar al
pueblo elegido de su comprometida obligación para con Dios. Y a lo largo de
tres siglos, denunciaron la corrupción e infidelidades de monarcas y pueblo,
que conllevaría la caída de ambos reinos, al igual que la de otros imperios. La
presencia del profetismo perdurará hasta el siglo después de la destrucción de
Jerusalén.
(Teodoro López, Carlos Sáez, Ángel
Martín, Peregrinación a Tierra Santa, p. 29-30, relato n. 10)
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