Lo tenemos todo para seguir siendo la
gran nación que fuimos, y cuando parece que estamos en condiciones de
conseguirlo, zas, las nieblas tenebrosas se instalan entre nosotros y
descarrilamos.
Hay resortes en nuestro país que ejercen
el poder independientemente del apoyo social que puedan tener. Y es un poder
que se impone, aunque la No-Izquierda consiga el Gobierno de la nación.
¿Qué nos pasa? Lo que nos pasa es que
seguimos sin enterarnos de que estamos inmersos, desde hace décadas, en una
guerra cultual… y que la estamos perdiendo a pasos agigantados. Bueno, más que
perder creo que lo justo es decir que casi nunca nos presentamos en el campo de
batalla. Y, cuando lo hacemos, estamos siempre en minoría y desunidos, un poco
como el ejército de Pancho Villa, cada uno a su bola, en plan francotirador, y
contribuyendo, muchas veces, a que los aliados pierdan sus batallas gracias al
llamado fuego amigo…
Comprendo que esta guerra no sea fácil de palpar. Cuando un país es invadido por otro, la amenaza es visible y cercana. Y la población, claro, se moviliza para no caer en manos del enemigo. Le va en ello la vida. Hay una reacción para no ser aplastado. Y lo dejo todo para unir sus fuerzas a otros conciudadanos que ven peligrar su vida, su familia y sus propiedades.
2.-En qué
consiste esta guerra cultural. Hace décadas comenzó esta guerra
cultural que no mata físicamente… de momento, pero sus bombas ideológicas
destrozan la sociedad. No hay tropas, soldados o tanques. Es una guerra más
sutil. Y como en cualquier guerra se pretende aplastar al enemigo.
En esta guerra, el campo de batalla es el
mundo de la cultura y de la opinión pública. Y el botín es acaparar todo el
poder para someter al otro a los dictados del ganador.
Hay dos bandos bien diferenciados, los
impulsores de una sociedad encerrada en la ideología, frente a una abierta a la
realidad.
Ø La guerra
cultural se libra entre los que quieren imponer una dictadura del pensamiento
único, frente a los que queremos una sociedad plural.
Ø Los que quieren
prohibir todo aquello que los molesta, frente a los que respetamos
comportamientos o acciones de otros aunque nos desagraden.
Ø Los que
prefieren que la riqueza sea distribuida por los políticos, frente a los que
sostenemos que es mejor que el dinero esté en los bolsillos de los ciudadanos.
Ø Los que quieren
dominar, frente a los que nos negamos a ser dominados.
Ø Los que se
llenan la boca de tolerancia, pero no admiten que se discrepe de sus
postulados, frente a los verdaderos tolerantes que son tachados de fascistas
por esos “tolerantes”, y se los persigue para que no tengan voz en la plaza
pública.
Ø Los que quieren
subir los impuestos, frente a los que nos gustaría bajarlos.
Ø Los que saquen
las cuentas públicas para crear altavoces de propagandas, frente a los que
desearíamos una administración neutral.
-continúa-
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