1 de noviembre. La Iglesia, nuestra Madre, nos invita hoy a pensar en aquellos que, como nosotros, pasaron por este mundo con dificultades y tentaciones parecidas a las nuestras y vencieron. Es esa muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, según nos cuenta la Primera lectura de la Misa (Apocalipsis 7,9). Todos están marcados en la frente y vestidos con vestiduras blancas, lavadas en la sangre del Cordero (Apocalipsis, 7,3-9) (cfr. Francisco Fernández-Carvajal, Hablar con Dios, tomo IV, p. 783-791).
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CONMEMORACIÓN
DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
2 de noviembre. En este mes de
noviembre la Iglesia nos invita con más insistencia a rezar y a ofrecer sufragios
por los files difuntos del Purgatorio. Con estos hermanos nuestros, que “también
han sido partícipes de la fragilidad propia de todo ser humano, sentimos el deber
-que es a la vez una necesidad del corazón- de ofrecerles la ayuda afectuosa de
nuestra oración, a fin de que cualquier eventual residuo de debilidad humana,
que todavía pudiera retrasar su encuentro feliz con Dios, sea definitivamente
borrado”
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