miércoles, 5 de marzo de 2025

 LA CUARESMA, UN TIEMPO MUY OPORTUNO PARA UNA MAYOR FRECUENCIA DE LA “CONFESIÓN

En toda la Iglesia se observa, con gran fruto para las almas, la costumbre saludablde confesarse en el santo tiempo de Cuaresma […] El santo concilio aprueba esta costumbre y la recibe como cosa piadosa y digna de ser observada.  (Concilio de Trento, Ses XIV, cap. 5)

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 Es muy de desear que los Obispos y todos los pastores de almas, además del empleo frecuente del sacramento de la Penitencia, promuevan con ello, especialmente durante el tiempo de Cuaresma, actos extraordinarios de penitencia con fines de expiación e impetración.                                                           (Papa Pablo VI, Constitución Poenitemini, n. 9,1)

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Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.                                                                                    (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2025)

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 Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera -ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo que el Señor nos pide- es importante; pero más importante aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal, pedir perdón. 

                                                                                                                  (Josemaría Escrivá de Balaguer, La conversión de los hijos de Dios, n.57)

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