LA MUERTE DEL SEÑOR
La
muerte de Cristo no fue uno de los posibles términos de su vida terrena, sino
la meta terrena prevista que consumaba su acción redentora, preordinada por
Dios y querida también por la voluntad humana de Jesús. Efectivamente, Él mismo
dijo a los discípulos, refiriéndose a su muerte: “Con un bautismo tengo que ser
bautizado, y ¡cómo me siento constreñido hasta que se cumpla!” (Evangelio san
Lucas 12,50).
Las
narraciones del Nuevo Testamento y las profesiones de fe llevan, en primer
lugar, a la cruz como acontecimiento histórico: “Fue crucificado bajo Poncio
Pilato”, proclamamos en el Símbolo. Y san Pablo, subrayando que transmite lo
que él mismo ha recibido, expone a los fieles de Corinto lo que estima nuclear
en el Evangelio: “Pues en verdad os he transmitido, en primer lugar, lo que yo
mismo he recibido: Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras,
que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que se
apareció a Cefas, luego a los Doce” (1 Corintios 15, 3-5).
Los evangelios ofrecen una narración amplia de las últimas horas de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su muerte en la cruz. Para destacar la importancia que estas horas revisten para los evangelistas, baste recordar el dato de que la Pasión ocupa una tercera parte del Evangelio de Marcos.
Se comenta a continuación los capítulos:
La Última Cena y el sentido de la Pasión
La iniciativa del Padre
El “abandono” de Jesús
La gloria de la cruz
Muerte y sepultura del Señor
(Fernando Ocáriz, Lucas F. Mateo-Seco, José
Antonio Riestra, El misterio de Jesucristo, p.407-408, Editorial Eunsa)
++++++++++++++++++++++++++++++++++++
No hay comentarios:
Publicar un comentario