miércoles, 19 de noviembre de 2025

COMPRENDER LAS ESCRITURAS
Los libros del Antiguo Testamento / Profecía, 2/7
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¿Qué es la literatura profética? Los libros proféticos son Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

 Oseas. Contiene no sólo las palabras del profeta, sino también las vicisitudes de su matrimonio. Su mujer fue infiel, pero a pesar de ello él la perdonó. Su matrimonio es una metáfora de la relación de Dios con Israel. Israel es infiel, pero Dios le perdonó.

 Joel. Anuncia el juicio terrible que ha de venir sobre Judá. Recoge también las famosas palabras que desde entonces han consolado al pueblo de Israel: “Convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es clemente y compasivo, lento a la ira y rico en misericordia”. Joel anuncia el tiempo en que el Espíritu de Dios se derramará sobre todo el pueblo.

 Amós. Trasmite a Israel una severa llamada al arrepentimiento, en el momento de máximo esplendor del reino del Norte. Naturalmente, esto no le hace muy popular en un momento en el que todo parecía marchar bien para Israel. Sin embargo, sus terribles anuncios se hicieron pronto realidad. No obstante, también profetiza un día en el que el arruinado reino de David será restaurado.

 Abdías. Supuestamente escrito en Babilonia por un discípulo de Jeremías. Profetiza una Nueva Alianza con el pueblo de Israel, esta vez una alianza que será perpetua. También contiene un gran número de sabios consejos, semejantes a los que encontramos en los libros sapienciales.

Jonás. Es el libro más corto del Antiguo Testamento. Anuncia la derrota de Edom, enemigo tradicional de Judá. Edom se aprovechó de la caída de Jerusalén, pero Dios al final hace justicia.

Miqueas.  Pronuncia juicios contra los corruptos que aceptan sobornos y explotan al pobre.

También predice que vendrá un salvador a regir Israel, y que este salvador nacerá en la pequeña ciudad de Belén.

                                                                     

Nahum. Predice la caída de Nínive, el centro del sangriento imperio asirio. Nínive, el imperio conquistador, será conquistado porque Dios en persona está en su contra.

 

Habacuc. Una vez más, pronuncia juicios en contra de los malvados, pero también predice bienestar para el justo que viva de fe.

 

Sofonías. Sobrepasa los límites territoriales de Israel y Judá para anunciar el juicio de Dios contra toda la tierra. Sin embargo, también trae un mensaje de alegría: los juicios en contra del pueblo de Dios serán olvidados y “Él os renovará en su amor”.

 

Ageo. Dirige sus esfuerzos a la construcción del tempo de Jerusalén. Reprocha al pueblo por llevar una vida de lujo mientras la casa de Dios está en ruinas.

 

Zacarías. Es contemporáneo de Ageo; también trabaja en la tarea de la reconstrucción del templo. En una de sus visiones ve la llegada de un nuevo rey a Sión. “humilde y montado en un pollino, en un borrico, hijo de asna”.

 

Malaquías. Advierte a los que habían regresado del exilio que Dios no se satisface con la forma externa del culto. Los que prosperan a costa de hacer el mal no satisfacen a Dios con ofrendas de bienes robados. Predice la llegada del mensajero del Señor, que será como un “fuego de fundidor” que purificará a su pueblo.

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Los dos libros de los Macabeos llenan el hueco entre los Profetas y el Nuevo Testamento. En ellos se narra la revuelta encabezada por la familia de los Macabeos contra los dirigentes griegos de Palestina, quienes intentaron forzar a los judíos a que adorasen a dioses paganos.

 

1 Macabeos. Narra la revuelta de los Macabeos como lo haría un historiador, empezando con los antecedentes (la conquista de Oriente por Alejandro Magno), y mediante una narración ordenada de los acontecimientos.

 

2 Macabeos. Cuenta parte de la misma historia de 1 Macabeos desde un punto de vista religioso. El autor ve la mano de Dios en los triunfos obtenido por Judas Macabeo y sus hermanos.

 

Fijando fechas. Nosotros contamos los años desde el nacimiento de Cristo, desde el nacimiento del Rey de Reyes. Decimos que algo ocurrió en el año 2000 a.C. (“antes de Cristo”) si ocurrió 2000 años antes del nacimiento de Cristo. Si algo aconteció 2000 años después de Cristo, decimos que sucedió 2000 años d.C. (“después de Cristo”).

 

                               (Scott Hahn, Ph. D. MEDWEST THEOLOGICAL FORUM/Editorial Edibesa,

                                           Curso para el estudio de la Biblia, capitulo 2/7, p. 32-33)

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