miércoles, 15 de julio de 2020


FUNDAMENTOS  DE  FILOSOFIA: Filosofía, fe y teología

“Por su más alta significación, la filosofía limita con la fe y la teología; en sus aspectos menos trascendentes, con las llamadas ciencias particulares y lo que suele denominarse, en un especial sentido, “concepto del universo”.
Son muy frecuentes las confusiones en torno a la cuestión de la fe. Por ello mismo es necesario, ante todo, precisar el sentido del problema; y, por de pronto, justificar y definir el planteamiento. Por ello es menester que comencemos por una idea de la fe, que no haga superflua su comparación con la filosofía. Si la fe consistiera en algo meramente relativo a nuestra actividad sentimental, no habría por qué contraponerla o enfrentarla a la totalidad  de la filosofía; bastaría estudiarla  dentro de ésta, como uno de los puntos de la psicología afectiva. Pero en caso que la fe, aunque produzca  o determine sentimientos, no es formalmente un sentimiento más. La fe concierne, de una manera propia e inmediata, al entendimiento humano. Creer y no creer son actos que sólo la facultad intelectiva puede realizar.
Por eso no significa que el entendimiento verifique el acto de creer sin necesidad de ninguna ayuda y condición. “Creer –dice santo Tomás- es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina imperado por la voluntad, a la que Dios mueve mediante la gracia. Es el entendimiento, no la voluntad, lo que tiene facultad de asentir o de disentir ante cualquier proposición. Pero en el caso de la verdad divina, que se propone como objeto de creencia en tanto que no es evidente, el entendimiento no puede asentir de una manera espontánea, pues de esta manera sólo lo que es evidente despierta o produce nuestro asentimiento. 
El creer es un acto del entendimiento; pero el “querer creer” concierne a la voluntad.
La filosofía se origine en el entendimiento de una manera puramente natural y humana, pues su objeto lo son verdades asequibles a nuestra capacidad intelectiva, sin la mediación de un especial socorro sobrenatural o divino. Por el contrario, la fe requiere, primero, una especial iluminación: el hecho mismo de que sus verdades sean “reveladas” y, además, que Dios mueva mediante la gracia, a la voluntad que se determina a creer. La filosofía se basa, en resolución, sobre la propia razón humana, en tanto que la fe tiene su última y definitiva garantía en la autoridad divina.
Fe y filosofía, por tanto, no pueden encontrarse en la misma persona respecto de una y la misma verdad. Si una verdad es filosóficamente poseída, es, en efecto, algo que la razón aprehende por sus solas fuerzas naturales, lo que no puede ocurrir en el caso de la fe”
(Antonio Millán Puelles, Fundamentos de Filosofía, selección pp. 40-42)



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