viernes, 19 de marzo de 2021

                        


JESÚS, COMO AMIGO
Capítulo 1, segunda y última parte, del libro Ascética meditada, autor Salvador Canals
--------------------------

"Jesucristo es Dios, perfecto Dios. Expresémosle, pues, tú y yo, nuestra adoración con las 
palabras que el Padre puso en labios de Pedro: Tu es Christus, Filius Dei vivi, Tu eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Y expresémosle también nuestra adoración, repitiendo la confesión de María, o la del ciego de nacimiento o la del centurión.

Pero Jesucristo es también hombre, y hombre perfecto. Saborea este título que era tan querido de Jesucristo: Filius Hominis, hijo del Hombre, como El se llamaba. Escucha a Pilato –Ecce 
Homo-: Ahí tenéis al Hombre!, y vuelve tu mirada a Cristo. ¡Qué cerca lo sentimos ahora, amigo mío,
Cristo es el nuevo Adán, pero nosotros lo sentimos todavía más cerca. Porque el don de la inmunidad al dolor hacía que Adán no pudiera sufrir, pero Tu, Señor, padeciste y moriste por nosotros. En verdad que Tú eres, ¡oh Jesús!, perfecto hombre: el hombre perfecto. Cuando nos esforzamos en imaginar el tipo perfecto de hombre, el hombre ideal, incluso sin quererlo pensamos en Ti. Y al mismo tiempo, ¡oh buen Jesús!, Tú eres Emmanuel, “Dios con nosotros”.

Y todo esto, amigo mío, para siempre: Quod semel assumpsit numquam dimisit. Lo que asumió una vez, jamás lo dejó. Ten hambre y sed de conocer la santísima Humanidad de Cristo y de vivir muy cerca de El. Jesucristo es hombre, es un verdadero hombre como nosotros, con alma y cuerpo, inteligencia y voluntad, como tú y como yo. Recuérdalo a menudo, y te será más fácil acercarte a El, en la oración o en la Eucaristía, y tu vida de piedad hallará en El su verdadero centro, y tu cristianismo será más auténtico.

Intimidad con Jesucristo. Para que puedas llegar a conocer, amar, imitar y servir a Jesucristo, hace falta que te acerques a El con confianza. Nihil volitum quim praecognitum, no se puede amar lo que no se conoce. Y las personas se conocen merced al trato cordial, sincero, íntimo y frecuente.

¿Pero dónde buscar al Señor? ¿Cómo acercarse a El y conocerlo? En el Evangelio, meditándolo, contemplándolo, amándolo, siguiéndolo. Con la lectura espiritual, estudiando y profundizando la ciencia de Dios, con la Santísima Eucaristía, adorándolo, deseándolo, recibiéndolo.

El Evangelio, amigo mío, debe ser tu libro de meditación, el alma de tu contemplación, la luz de tu alma, el amigo de tu soledad, tu compañero de viaje. Que se habitúen tus ojos a contemplar a Jesús como hombre perfecto, que llora por la muerte de Lázaro –lacrymatus est Iesus, lloró Jesús-, y sobre la ciudad de Jerusalén; a verlo padecer el hambre y la sed; habitúate a contemplarlo sentado en el pozo de Jacob, fatigatus ex itinere, cansado del camino, y esperando a la samaritana; a considerar la tristeza de su alma en el huerto de los olivos –Tristis est anima me usque ad mortem, triste está mi alma hasta la muerte-, y su abandono en el árbol de la Cruz; y sus noches transcurridas en oración, y la enérgica fiereza con que arrojó del templo a los mercaderes, y su autoridad al enseñar –tamquam   habentem, como quien tiene potestad-. Llénate de confianza cuando lo veas –movido su corazón a misericordia por las muchedumbres- multiplicar los panes y los peces y regalar a la viuda de Naím su hijo resucitado a la nueva vida y restituir a Lázaro, resucitado, al cariño de sus hermanas…

Acércate a Jesucristo, hermano mío; acércate a Jesucristo en el silencio y en la laboriosidad de su vida oculta, en las penas y en las fatigas de su vida pública, en su Pasión y Muerte, en su gloriosa Resurrección.

Todos hallamos en El, que es la causa ejemplar, el modelo, el tipo de santidad que a cada uno conviene. Si cultivamos su amistad, lo conoceremos. Y en la intimidad de nuestra confianza con El escucharemos sus palabras: Exemplum dedi vobis, ita et vos faciatis: te he dado el ejemplo: obra como Yo lo he hecho.

Pero antes de terminar, levanta confiadamente tu mirada a la Santísima Virgen. Pues Ella supo, como ningún otro, llevar en su corazón la vida de Cristo y meditarla dentro de sí: María conservabat omnia verba haec conferens in corde suo. Recurre a Ella, que es Madre de Cristo y Madre tuya. Porque a Jesús se va siempre a través de María”.

                                              -------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario