MENTIRAS ABSOLUTAS
“La
negación de la existencia de verdaderas absolutas conduce a la afirmación de
verdades relativas, y ésta, a la negación de la verdad. Negada la verdad,
quedan la falsedad y la mentira. Niegan la verdad absoluta para afirman la
mentira absoluta. Lo diagnosticó con lucidez Jean-François Revel: la principal
fuerza que gobierna el mundo es la mentira. Y no una mentira relativa sino la
mentira absoluta. Quieren destruir la verdad para abrir el camino a la mentira.
Son tiempos de eclipse de la verdad. Pero la verdad puede ser negada, oculta o
rechazada, pero no puede ser destruida. Suena hoy a piadosa y casi ridícula ingenuidad
la afirmación de Kant de que la mentira nunca es lícita moralmente, ni siquiera
la mentira filantrópica. Parece que la mentira se ha convertido en un deber
inexcusable y la verdad en objeto de persecución.
Hoy,
cuando se cumple un año de la declaración del estado de alarma, la mentira
domina la política. Es allí más superficial y visible. Pero se nutre de la
mentira intelectual y moral, más profunda y menos visible.
Pero
quizá alcance su apoteosis en la política. Afirmó Ortega y Gasset que la
política es el imperio de la mentira porque la política es pensar utilitario, y
hacer de la utilidad la verdad es la definición de la mentira. Resulta cada día
más difícil encontrar políticos que no mientan o, lo que es lo mismo, que no
digan una cosa y apenas un día después la contraria. Rectificar será acaso de
sabios, pero mentir es de ruines. Y, en muchas ocasiones, cuando no mienten
proclaman falsedades y vilezas. Platón abrió el camino a la mentira al
justificar en la República su licitud en los gobernantes. Aunque es cierto que
se trataba de un régimen político ideal en el que gobernarían los sabios, es
decir los buenos, y que jamás vería la luz del sol.
La
democracia no está vacunada contra la mentira, aunque su lugar natural sea el
totalitarismo. Acaso hay también una democracia totalitaria. Y es un campo
abonado a la mentira porque, para empezar, hay que halagar al pueblo. Y no es
fácil halagar sin mentir.
En
el ámbito de la educación es donde resulta quizá más deletéreo el imperio de la
mentira. Sus víctimas son las más indefensas. Hay que proscribir el esfuerzo,
la exigencia y la disciplina, en beneficio de la diversión, la creatividad y la
motivación. Conviene que el niño se acomode cuanto antes a la mentira. Es
preciso prepararse para la vida adulta. Se le oculta al niño la primera verdad
pedagógica: no es posible aprender sin esfuerzo. En general, nada grande ha
sido posible sin esfuerzo.
Los gobiernos, la mayoría, son los grandes gestores de la gran mentira. Aspiran a convertirse en los sacerdotes de una nueva religión política que decide sobre el bien y el mal, lo que ha sucedido en el pasado y lo que no, el contenido de las verdades religiosas, filosóficas y científicas. Lo profetizó Tocqueville. El futuro despotismo democrático dejará libres los cuerpos para apoderarse de las conciencias, y degradará a los hombres sin atormentarlos. Nos aguardan los campos de exterminio de la verdad, en los que se gasearán las almas y se dejarán, felices y libres, los cuerpos. Vivimos tiempos de mentiras absolutas, pero la verdad es eterna, inmortal, indestructible”.
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