NUEVA EVANGELIZACIÓN
En la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, del 24 de noviembre del 2013, el Santo Padre Francisco, publicaba la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, La alegría del Evangelio.
La Conferencia Episcopal Española, en su reunión en el pasado mes de mayo, entre otros, han considerado la Nueva Evangelización, dotada de 74 proyectos, destinados a: Diócesis, Parroquias, Monasterios e Institutos religiosos, Comunidades cristianas.
Acabo de ver en la prensa, una interesante aportación que después reseño –sería bueno que se fuesen saliendo a la luz propuestas similares-, iniciativa que ilustra y puede ser orientadora, en la permanente de la Gran Catequesis, que desde siempre ha imperado en la Iglesia.
“En una conversación informal con un grupo de jóvenes profesionales que llevan apenas un par de años en su primer trabajo profesional, hice una pregunta que, de entrada, les desconcertó un poco. Aclaro que se trata de personas que desean vivir su fe, católica y apostólica en Cristo Nuestro Señor, en todas las circunstancias de su vida.Esta fue la pregunta: ¿Qué esperáis oír cuando os hablen en el ambiente de la Iglesia de “nueva evangelización”, y de la necesidad de vivirla con creatividad, con discernimiento, y en plena libertad en el diálogo con todos, creyente y no creyente?
Se hizo entre ellos un rato de silencio; cruzaron miradas entre sí hasta que uno rompió el silencio.
“A mí me parece, que la Iglesia tiene que anunciar al mundo, a todo el mundo, en Evangelio, que Cristo es el “Camino, la Verdad y la Vida”, como el Señor indicó a los apóstoles; y que Cristo murió y resucitó para salvarnos, y abrir nuestro horizonte a la Vida Eterna”.
Otro tomó la
palabra, y subrayó: “Yo quiero que se
nos hable con mucha claridad, y que se nos recuerde, insisto, con toda
claridad, que Cristo es Dios y hombre verdadero; que nos ha dicho que el que le
ama cumple sus mandamientos. Está bien que se nos hable de creatividad, de
libertad, de discernimiento, etc., pero para vivir bien todo eso, necesitamos
tener en la cabeza y en corazón, que Cristo es la Verdad”.
Uno de los mayores del grupo levantó la mano, y con mucha paz dijo: “Me parece que en la Iglesia, y de manera muy particular, los sacerdotes, obispos, etc., nos tendrían que recordar mucho más a menudo las palabras que el Cristo, respondió a Pilato” “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad: todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
Es este momento, consideré oportuno intervenir yo también. En torno a la “nueva evangelización” no se habla de encontrar nuevos caminos, nuevo modos y hasta nuevo lenguaje, a la vez que se insiste poco en que lo fundamental es afirmar siempre la misma Verdad: Cristo. Y que esta Verdad, no es una repetición del pasado, es la Verdad que dio Vida a la Iglesia desde hace 2 000 años, que nos da Vida a nosotros, y que dará Vida al mundo hasta el último día. Cristo es Dios, es Eterno, y tiene Palabras de vida eterna. Y tampoco se habla mucho de la Vida Eterna; de la muerte y del más allá de la muerte.
Después de un
buen rato de conversación llegamos a un acuerdo sobre lo que el grupo esperaba
de la “nueva evangelización”. En lo que todos estuvieron de acuerdo fue en la
necesidad de revivir la Fe, la Esperanza y la Caridad que las veían muy débiles
en muchos
creyentes.
Un poco siguiendo los pasos y el buen ejemplo de los primeros cristianos que no se preocuparon de pensar en un diálogo con otras religiones, ni en el cuidado de la tierra, ni en las condiciones sociales, etc. Todo eso vendría después. Ahora lo urgente era, y así lo dijeron: Que se nos anime a leer con más frecuencia el Evangelio, para conocer mejor la vida de Cristo, el amor de Cristo, el sufrimiento de Cristo, la resurrección de Cristo. Al conocerle, le amaremos más y le trataremos mejor y muy personalmente.
Que se nos anime a conocer mejor nuestra Fe. Estudiar el Credo, conocer mejor la historia de la Iglesia. Sabían muy bien, por experiencia, que entre bautizados no es extraño encontrar jóvenes, y no tan jóvenes, que no saben de qué hablar al nombrar a la Santísima Trinidad.
Que se nos recuerde con toda claridad los Mandamientos de la Ley de Dios. Desde el Primero al Décimo. En el entorno cultural que nos rodea, en el que “todo vale”, “yo me construyo a mí mismo”, “discierno y decido yo libremente qué es el bien y el mal”, necesitamos descubrir la riqueza divina y humana de los Mandamientos para que podamos amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como Cristo nos ha amado”.
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Publicado por Religión Confidencial, el 20 de septiembre 2021, autor: Ernesto Juliá
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