lunes, 3 de enero de 2022

 

                ELOGIO DE LA VIDA SENCILLA, José María Pemán, 1898-1981

 

Vida inquieta, frenesí / de la ambición desmedida… / ¡Qué mal comprende la vida / 

el que la compense así la vida es soplo de hielo / que va marchitando flores; / 

no las riegues con sudores / ni las labres con desvelo:

la vida no lo merece: / que esa ambición desmedida / es planta que no florece / 

en los huertos de la vida.


Necio es quien lucha y se abona / de su porvenir en pos: / gana hoy pan y deja a Dios / 

el cuidado de mañana. Vida serena y sencilla, / yo quiero abrazarte a ti, / 

que eres la sola semilla / que nos da flores aquí.


Conciencia tranquila y sana / es el tesoro que quiero; / nada pido y nada espero / 

para el día de mañana. Y así, se me da ese día / algo, aunque poco quizás, / 

siempre me parece más / de lo que yo pedía.


Ni voy de la gloria en pos, / ni torpe ambición me afana, / y al nacer cada mañana / 

tan sólo le pido a Dios casa limpia en que albergar, / pan tierno para comer, / 

un libro para leer y un Cristo para rezar; / que el que se esfuerza y se agita / 

nada encuentra que le llene, / y el que menos necesita / tiene más que el que más tiene.


Quiero gozar cuanto pueda, / y, con acierto y medida, / gastar moneda a moneda / 

el tesoro de mi vida más no quiero jamás / como el que amontona el oro / 

y no goza del tesoro / por acrecentarlo más.


Quiero gozar sin pasión / esperar sin ansiedad; sufrir con resignación / 

morir con tranquilidad; / que al llegar mi poster día, / quiero pensar y decir: /

 “Viví como viviría / si ahora volviera a vivir. Viví como peregrino, / 

que, olvidando los dolores, / pasó cogiendo las flores / 

de los lados del camino: cantando he dejado atrás / la vida que recorrí; /

pedí poco y tuve más / de lo poco que pedí; que si nadie me envidió / 

en el mundo necio y loco, / en ese mundo tramposo / he envidiado a nadie yo”.


Tras los honores no voy; / la vida es una tirana, / que llena de honores hoy / 

al que deshonra mañana.

No quiero honores de nombres; / vivo sin ambicionar, / 

que ese es honor que los hombres / no me lo pueden quitar.


He resuelto despreciar / toda ambición desmedida / y no pedirle a la vida / 

lo que no me puede dar. He resuelto no correr / tras un bien que no me calma; /

 llevo un tesoro en el alma / que no quiero perder, y lo guardo porque espero / 

que he morir confiado / en que se lo llevo entero / al Señor, que me lo ha dado.

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