TENTACIONES, segunda y última parte
“¡Cuánta experiencia sacarás, por otra
parte, de tu lucha contra las tentaciones!, experiencia que te servirá para
ayudar, dirigir y consolar a muchas almas tentadas y atribuladas. Aprenderás la
ciencia de la comprensión y sabrás hacerla fructificar cuando trates a las
almas. La necesidad de recurrir a Dios, que se hace sentir con tanta fuerza en
aquellos momentos, hará que tu vida de oración arraigue profundamente en tu
alma.
¡Cómo crecerás en humildad y en el
conocimiento de ti mismo cuando veas tus tendencias y tus inclinaciones! Tus
méritos aumentarán y… - ¿por qué no? - hallarás consuelo ante la perspectiva de
una maravillosa esperanza del cielo: qui seminat in lacrimis in
exultarione et metet, quien siembre con lágrimas, cosechará con
alegría.
Todas
estas consideraciones aumentarán tu confianza y tu visión sobrenatural. Sin
embargo, deseo añadir una cosa: el peligro mayor para las almas tentadas y
atribuladas es el desaliento, el hecho de que puedan pensar o admitir que la
tentación es superior a sus fuerzas, que no hay nada que hacer, que el Señor
las ha abandonado, que de ahora en adelante han consentido ya. Debes vivir,
amigo mío, vigilante y firme contra esta tentación que, por lo general, se
presenta después que uno ha luchado valerosamente y que es la más temible y
fuerte de las tentaciones.
¡Escúchame! ¡Se puede vencer siempre! Omnia
possum!, ¡todo lo puedo! Si luchas y pones los medios, la
victoria es tuya. Facientibus quot est in se Deus non denegat gratiam,
a quienes hacen lo que depende de ellos, Dios no niega su gracia. ¡Dios se
lo hizo comprender bien a San Pablo en el momento de la tentación Sufficit
tibi gratia mea! ¡Te basta mi gracia! ¡La gracia! Nunca te
olvides de la gracia de Dios.
Nuestro Señor sabe perfectamente hasta qué
punto puedes resistir y sabe igualmente bien, como el alfarero, el grado de
temperatura necesario para que sus vasos de elección -vas electionis-
adquieran cada uno el grado de solidez y de belleza que les tiene determinados.
No pierdas nunca la confianza, no te
desmoralices, no te turbes. Te recuerdo que sentir no es consentir, que las
inclinaciones sensibles y los movimientos espontáneos no dependen de tu
voluntad. Basta con que resistas generosamente: sólo la voluntad puede
consentir y admitir en el alma el pecado. Entre tanto, suceda lo que suceda, el
Señor está contigo, en tu alma, aunque no sientas su presencia, aunque no
gustes de su compañía. Está contigo -más que nunca ahora que luchas- y te dice:
Ego sum, nolite ti-mere, soy Yo, no temas.
Abre
todavía más los ojos de tu alma: el Señor permite la tentación y se sirve de
ella providencialmente para purificarte, para hacerte santo, para desligarte
mejor de las cosas de la tierra, para llevarte a donde El quiere y por donde El
quiere, para hacerte feliz en una vida que no sea cómoda, y para darte madurez,
comprensión y eficacia en tu trabajo apostólico con las almas, y… sobre todo
para hacerte humilde, muy humilde.
Escucha ahora, con la visión nueva que
estas consideraciones pueden haberte suscitado, estas palabras de la Sagrada
Escritura: Fili, accedens ad servitutem Dei, praepara animan tuam ad
tentationem (Eccli 2,1), hijo mío, si te das al servicio
de Dios, prepara el ánimo a la tentación. Y tú -alma tentada y atribulada- admira la bondad de
Dios que te hace gustar la esperanza del cielo estas palabras del Espíritu
Santo: Beatus vir, qui suffert tentationem, quoniam cum probatus fuerit
accpiet coronam vitae: bienaventurado el hombre que padece
tentación, porque por haber sido probado recibirá la corona de la vida:
¡luego las tentaciones tejerán tu corona!
Pero no olvides, amigo mío, que necesitas
de armas para vencer en esta batalla espiritual. Y que tus armas han de ser
éstas: oración continua; sinceridad y franqueza con tu director espiritual; la
Santísima Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia; un generoso espíritu de
cristiana mortificación que te llevará a huir de las ocasiones y evitar el
ocio; la humildad de corazón, y una tierna y filial devoción a la Santísima
Virgen”.
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