jueves, 19 de mayo de 2022

                                     EN PRESENCIA DEL PADRE     primera parte

     “Adimplebis me laetitia cum vultu tuo; me llenarás de alegría con tu presencia. Norma práctica y segura de perfección es el ejercicio continuo de la presencia de Dios. Vivir contigo, Señor, buscar tu presencia, trabajar sintiéndonos seguidos por tu mirada y verte a Ti es todos los acontecimientos que tejen nuestra vida cotidiana. Saber que puede y debe vivir siempre en la presencia de Dios es, para el cristiano, motivo perenne de alegría.

     Haz que no falte nunca, ¡oh Señor!, en nuestras jornadas la alegría de tu presencia, que no falte en nuestras dificultades cotidianas, en los momentos duros, el consuelo de saberte presente. Horas non numero nisi serenas, no cuento sino las horas serenas: esta inscripción que, bajo un reloj, rompía con su esbelta gracia la austeridad de un viejo muro romano, la he visto vivida y saboread en la alegría serena que goza y difunden a su alrededor las almas que caminan en presencia de Dios. El sentido sobrenatural de la vida -sol que está sobre el horizonte del alma cristiana- disipará con la fuerza de la fe todas las preocupaciones y las ansiedades cotidianas, para dejar al alma en la serenidad de quien lo sabe mirar todo con los ojos de Dios.
     Cuando vivamos, amigo mío, esta presencia de Dios que ahora -mientras conversamos- nos está pidiendo el Señor, aprenderemos a dirigir hacia El cada una de nuestras acciones y a vivir con una pureza de propósitos cada vez mayor: Deo omnis gloria, para Dios toda la gloria; ésta será la norma de todo loque hagamos. Tan sólo entonces sabremos esfumarnos ante la grandeza y ante la eficacia de lo que la Iglesia, Madre nuestra, nos hace pedir para todos los cristianos: …Ut cuncta nostra oratio et operatio a Te semper incipiat et per Te coepta finiatur, que todas nuestras acciones y operaciones empiecen siempre en Ti y que las por Ti comenzadas lleguen a su fin. Pues sólo entonces serenos de Cristo -ya que toda nuestra vida será suya- y todas nuestras acciones tendrán a Jesucristo como principio y como fin.
     La pureza de intenciones no es más que presencia de Dios: Dios nuestro Señor está presente en todas nuestras intenciones. ¡Qué libre estará nuestro corazón de todo impedimento terrenal, qué limpia será nuestra mirada y qué sobrenatural todo nuestro modo de obrar cuando Jesucristo reina de verdad en el mundo de nuestra intimidad y presida toda nuestra intención!
     Entonces -deja que te lo recuerde- tu alma habrá encontrado la sencilla y clara fórmula de vivir la santidad en medio del mundo, de buscar la perfección cristiana en todas las actividades de la vida. Podrás santificarte en todo momento: y todo te llevará hacia Dios nuestro Señor.
     Piensa: el egoísmo y la sensualidad, el amor propio y el resentimiento no podrán anidarse en tu alma, ni podrán ser móvil de tus acciones, porque Jesucristo, presente en tus intenciones, te defenderá de todo avasallamiento impedirá cualquier intervención del enemigo de tu santidad, siempre dispuesto a sembrar cizaña ocultamente. Pero en las almas que viven en presencia de Dios no hay cizaña; todo en ellas es buen trigo. Y con la ayuda de Cristo -meta y razón de nuestra vida- podrás tener alejado de tu alma ese sueño que favorece la aproximación del enemigo: y todo en ella será vigilancia y atención dirigida a la presencia del Señor”.  Continúa 

       (Salvador Canals, Ascética meditada, p. 141-144, Colección Patmos n. 110, Ediciones Rialp)

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